¿Quién detiene a Corea del Norte?

Hace un mes el régimen de Pionyang anunció que había probado la bomba de hidrógeno. Las condenas mundiales no frenan la amenaza nuclear.

Redacción Internacional
07 de febrero de 2016 - 08:16 p. m.

Las palabras y acciones del líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, han ido subiendo de tono en los últimos meses. Hace apenas unas semanas, el joven de 32 años prometía “hacer trizas” el armisticio de 1953 con Corea del Sur y cerrar la línea directa en la región fronteriza. Anunció también que había incrementado el nivel de disposición al combate de sus fuerzas de artillería, con las bases estadounidenses en Guam y Hawái en el punto de mira. Sin embargo, el aviso más audaz llegó en diciembre de 2015, cuando dijo que su país se reserva el derecho a una guerra nuclear preventiva contra Washington o Seúl.

Días después, Pionyang hacía su cuarto ensayo nuclear. El 6 de enero anunciaba que había detonado por primera vez una bomba de hidrógeno, algo que ha sido puesto en entredicho por numerosos expertos. Entonces, el mundo condenó el lanzamiento y las amenazas. Pero no pasó nada más. Ayer Corea del Norte lanzó un cohete de larga distancia con la intención de colocar en órbita un satélite “para estudiar el clima”, desafiando una vez más la prohibición que le impuso Naciones Unidas respecto a misiles de estas características. Prohibiciones que ese país ha ignorado, pues desde hace varios años su meta ha sido tener misiles de larga distancia que le permitan alcanzar territorio de Estados Unidos, al que considera su gran enemigo.

Por su parte, el Mando Estratégico de Estados Unidos aseguró haber detectado la entrada de un misil en el espacio, pero dijo que su recorrido no había representado ningún peligro para este país o “sus aliados”, en referencia a Corea del Sur y Japón, cuyas fuerzas armadas se encuentran en alerta roja desde comienzos de febrero.

Poco después de su primera prueba nuclear en 2006, Pionyang llegó en 2007 a un acuerdo en las conversaciones a seis bandas de Pekín, que incluyeron a las dos Coreas, EE. UU., Rusia, China y Japón, para detener su programa atómico a cambio de reconocimiento diplomático, petróleo para suplir su falta de energía y ayuda humanitaria. Pero su compromiso se vino abajo en 2008, por las dificultades para comprobar su desarme. En 2009, su segundo ensayo nuclear y nuevas pruebas de misiles volvieron a elevar la tensión en la zona, en donde permanecen 28.500 soldados estadounidenses en la frontera del paralelo 38.

Ayer, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó una vez más la actitud de Corea y anunció más sanciones. Algo que poco le importa al régimen, que sólo cuenta con un aliado: China, que en múltiples ocasiones ha reconocido que no puede hacer nada para evitar que Pionyang realice sus lanzamientos o ensayos nucleares. Sin embargo, le ha pedido a Kim Jong-un actuar con cautela. El comentarista político surcoreano Shim Jae-hoon le dijo a Efe que “Kim Jong-un busca con este tipo de demostraciones de fuerza realzar su imagen ante su población”. Mientras tanto, la diplomacia atómica creada por el régimen de los Kim parece dañar sólo a un lado del conflicto: el pueblo norcoreano.

Por Redacción Internacional

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar