¿Quién se opondrá a Trump?

Con la consigna “No es mi presidente”, miles de estadounidenses marcharon en contra del electo mandatario de Estados Unidos.

Juan Sebastián Jiménez Herrera
11 de noviembre de 2016 - 04:49 a. m.
El presidente electo, Donald Trump, se reunió con el primer mandatario de EE. UU., Barack Obama, en la Casa Blanca. / AFP
El presidente electo, Donald Trump, se reunió con el primer mandatario de EE. UU., Barack Obama, en la Casa Blanca. / AFP

Con la consigna de “No es mi presidente”, miles de estadounidenses protestaron por la elección del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Hubo manifestaciones en varias ciudades, como Nueva York, Chicago, Filadelfia, Los Ángeles, Seattle y Portland. En Nueva York hubo 15 detenidos y en Oakland (California) se registraron incidentes violentos. (Vea acá el especial ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS 2016)

En la Casa Blanca, mientras tanto, se preparaban para el encuentro entre el presidente saliente Barack Obama y su sucesor Donald Trump. Ambos han optado por el diálogo y le han bajado el tono a sus palabras, en comparación con lo que fue la contienda presidencial, en la que Obama apoyó a Hillary Clinton y dijo que Trump no estaba preparado para el cargo.

Al finalizar el encuentro, Obama le dijo a Trump que “vamos a hacer todo lo que podamos para ayudarlo a que usted tenga éxito. Porque, si usted tiene éxito, entonces todo el país lo tendrá”. A lo que Trump le respondió que “fue un gran honor estar aquí con usted” y que esperaba “poder trabajar con el presidente en el futuro, inclusive recibir consejos”. De enemigos a amigos.

Una actitud similar ha tomado la derrotada Hillary Clinton, quien ha dicho que “debemos aceptar este resultado y mirar hacia el futuro”. Una muestra de lo que se vive en el Partido Demócrata tras una debacle casi que histórica. Y es que los demócratas no sólo perdieron la Presidencia sino que, además, no lograron quitarle a los republicanos su mayoría en el Senado.

Trump tiene el camino expedito casi que para hacer lo que se le dé la gana. Con mayorías en el Senado y en la Cámara con varios gobernadores de su lado, con la posibilidad de meter a un juez conservador en la Corte Suprema de Justicia y con el partido rival en crisis y dividido entre los seguidores de Clinton y Bernie Sanders, Trump tiene un alto margen de maniobra.

Varios de sus antecesores tuvieron que lidiar con un Senado en contra. Obama, por ejemplo, estuvo dos años con el Senado en manos del Partido Republicano, que le hizo la vida imposible. George W. Bush, por su parte, estuvo dos años con una Cámara Alta en oposición; Bill Clinton, seis; y Ronald Reagan, dos. Trump debe mantener su mayoría en el Senado.

Y es que en EE.UU. los senadores no son elegidos todos a la vez, como ocurre en Colombia, sino que cada dos años se elige a una tercera parte del total. En 2018 se eligen 33 nuevos senadores y, de estas curules, 8 se encuentran en manos republicanas. El Partido Demócrata tiene que quitarle a su rival dos de estas curules para quedarse con la mayoría. Lo que sería un revés para Trump.

El problema, de nuevo, es que el Partido Demócrata está en crisis tras la derrota y dividido. “Por lo que están tan debilitados, en algunos temas buscarán aliarse, de acuerdo a ciertos intereses y necesidades propias. Pero lo veo muy complicado. El reto es muy difícil porque lo que se ve es una polarización mucho más evidente”, le dijo a este diario la analista Diana Rojas.

“Yo creo que el resultado termina fortaleciendo al ala más de izquierda del Partido Demócrata, el ala Bernie Sanders, porque parte del diagnóstico que están haciendo muchos dentro de esa colectividad es que la elección se perdió justamente porque Clinton se movió demasiado hacia el centro y se olvidó de esa clase trabajadora, rural”, sostuvo, por su parte, la analista Sandra Borda.

Igual, dijo, “les va a tocar pensar bien cuál va a ser la estrategia a seguir frente al gobierno porque no creo que quieran parecerse al tipo de partido que fue el Partido Republicano con Barack Obama: ser obstruccionista y nada más”. Va a ser, sea como sea, un momento de reflexión, como en 2000, cuando el exvicepresidente Al Gore perdió las elecciones con George W. Bush.

Pero son dos años. Y muchos de los que no votaron por Trump sienten que es demasiado tiempo. Por ello muchos salieron a protestar; otros han dicho que se van a ir a Canadá. Y otros han llamado a una revolución democrática. Como por ejemplo el documentalista Michael Moore quien, tras la victoria de Donald Trump este 8 de noviembre, hizo un listado de consejos.

Como hacerse con el control del Partido Demócrata. “Y devolverlo al pueblo. Nos han fallado de forma miserable”. O repetir una y otra vez que, pese a que perdió, Clinton obtuvo una mayor cantidad de votos que Trump. “Si te levantaste esta mañana pensando que vives en un país de mierda, no es verdad. La mayoría de tus compatriotas querían a Hillary, no a Trump”.

Desde antes de ser elegido, Donald Trump ya generaba molestias en una parte importante del electorado. Con su elección la polarización en Estados Unidos no ha hecho sino profundizarse. Por lo que, desde ambos partidos, han llamado a la unidad y a una transición pacífica. Y eso que Trump no se ha posesionado como presidente. No lo hará sino hasta el próximo 20 de enero.

Lo que ocurra con el gobierno de Donald Trump dependerá, por supuesto, de él mismo y de su impredecible temperamento. Pero también dependerá de lo que hagan sus opositores. Lo que pase con el Partido Demócrata será clave. Pero, sobre todo, va a ser clave lo que pase con el descontento social de quienes llevaron a Trump a la Presidencia y, a su vez, de quienes apoyaron a Bernie Sanders y hoy esperan un cambio radical en el partido perdedor.

Por Juan Sebastián Jiménez Herrera

 

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