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Rolezinhos, la rebelión de los excluidos en Brasil

El surgimiento de este fenómeno social sugiere que grupos de las periferias podrían protagonizar manifestaciones violentas como muestra del descontento social, sumado al inconformismo de cara al Mundial de Fútbol.

Daniela Franco García
23 de abril de 2014 - 12:40 p. m.
Rolezinhos, la rebelión de los excluidos en Brasil

 Un nuevo fenómeno social comenzó a presentarse hace algunos meses en Brasil: los rolezinhos, un grupo de jóvenes de las periferias de este país, mestizos y afrodescendientes de bajos recursos que acuerdan encuentros masivos en centros comerciales. Por un momento la agenda política del país se centró en ésta manifestación social, escandalosa para muchos, que alcanzó a reunir en una sola ocasión a más de seis mil jóvenes en un centro comercial de la zona este de São Paulo. Cantaron estribillos, corrieron por la zona comercial, el objetivo era —según sus palabras— “hacer jaleo, darse unos besos y divertirse, sin robos”, una agenda que incomodó a algunos en las clases medias y a los dueños de los establecimientos, generando represión violenta de las autoridades. (Vea además: Entre el amor al fútbol y el odio al Mundial)


Se temía que la sublevación de los rolezinhos fuera el inicio de manifestaciones similares a las que vivió el país en junio de 2013, cuando una muestra de inconformismo por el alza del precio de transporte público terminó en una cruenta protesta a la que asistieron más de un millón de personas y que se propagó por varias ciudades del país. Quizá por ello estos jóvenes terminaron siendo criminalizados y un juez paulista prohibió dichos encuentros pese a que no constituían ningún crimen, prohibiendo y multando además con 4 mil dólares a aquellos que decidieran seguir de “role” (paseo) por los centros comerciales. (Vea: El juego de los dólares)

“Existe una creencia perversa en la sociedad brasileña, se asocia la delincuencia urbana a la pobreza. La policía sigue la misma premisa y esto ha desatado en los jóvenes negros y de bajos recursos un sentimiento de revuelta contra las autoridades, tanto que a veces éstos ayudan a los verdaderos criminales solo con el objetivo de ir contra la policía. Todo esto ha configurado en Brasil un proceso de tender a incriminar de manera preventiva a las personas solo por su tipo social, aún cuando no hayan cometido algún delito”, señala Michel Misse, director del Departamento de Sociología de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Mientras los brasileños de las favelas presencian las intervenciones policiales contra narcotraficantes, operaciones de “pacificación” con armas en mano frente a la puerta de sus hogares, como un esfuerzo para mejorar la seguridad de cara al Mundial de Fútbol, expertos como Misse señalan que grupos sociales como los rolezinhos están entendiendo el papel político que desempeñan generando un aire de movilización.


Lucía Scalco, socióloga y antropóloga brasileña, quien por años ha trabajado con comunidades de bajos estratos en periferias como la de Río Grande do Sul, señala que los Rolezinhos son el mayor ejemplo de la grande desigualdad social que se respira en el país. “Ellos expresan el deseo de los jóvenes de participar en la periferia de nuestra sociedad, de asistir a los mismos lugares y territorios que los demás jóvenes de otras clases. El abismo social que vivimos es tan estructural y arraigado que las clases media y alta no lo perciben y las autoridades solo se animan a prohibir su entrada a un lugar que debería ser público”.


Mientras la inflación se dispara y la inseguridad cada vez es mayor —465 hurtos diarios tan sólo en Río de Janeiro, según el Instituto de Seguridad Pública del Estado—, el descontento social parece cada vez más patente. “Hay un largo proceso histórico y social en el cual se encuentran inmensos grupos y clases sociales que anteriormente aceptaron una posición en una estructura social jerárquica, pero éstos están empezando a tomar conciencia de sus intereses y su papel político en vista de una sociedad más igualitaria”, recuerda Misse.

El aire de descontento se acentúa conforme se acerca el Mundial. La inversión en éste, que en un principio se estimaba que sería de cerca de 800 millones de euros, ya asciende a 2.000. Mientras tanto las autoridades parecen blindarse con más de 180.000 agentes de seguridad para el evento deportivo ante la amenaza de que grupos como los rolezinhos puedan derivar en protestas masivas. Después de todo, recuerda Scalco, “se trata de un escenario perfecto para que ellos, que han sido excluidos, sean escuchados. Las miradas del mundo y de los medios estarán en el evento”.

“La posibilidad de manifestaciones masivas en el Mundial es alta y quizá la policía brasileña no esté preparada. Nunca recibió un entrenamiento adecuado, ya que heredó una dictadura militarista y autoritaria”, señala Michel Misse, quien no duda en apuntar que el desafío de las clases bajas “está sobre la mesa”.

Por Daniela Franco García

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