¿Se acabó el desastre en Fukushima?

En un mismo día, los japoneses se enfrentaron a un terremoto, un tsunami y un accidente nuclear. El Gobierno insiste en que la energía nuclear es esencial para el país. Recuperación va por el 10%.

Redacción Internacional
11 de marzo de 2016 - 04:13 a. m.

El terremoto de nueve grados que ocurrió en Japón hace cinco años tuvo tres consecuencias inmediatas e indeseables: un tsunami que arrasó las costas del país, más de 18.000 muertos y la explosión de la planta nuclear de Fukushima. “Nos recuperamos poco a poco, pero el tsunami siempre vuelve”, dijo a EFE el profesor Shigehisa Sato, testigo del desastre que todavía hoy impacta las vidas de los japoneses.

La liberación de radiación nuclear es una de las aristas más preocupantes. Desde la tragedia de Fukushima, el Gobierno se vio obligado a desactivar los 54 reactores nucleares que había por entonces. Se sospechaba, y luego se comprobó, que las medidas de seguridad en caso de emergencia fueron por completo inadecuadas. El Gobierno también prometió abandonar la energía nuclear para 2030.

Sin embargo, tras la elección de Shinzo Abe como primer ministro, su partido ha apuntado a la apertura de las plantas nucleares, con la promesa de rígidas medidas de seguridad. “Nuestro país pobre en recursos no puede prescindir de la energía nuclear”, dijo Abe en una rueda de prensa. Los tribunales han estado en contra de las determinaciones de Abe y han detenido la reactivación de numerosos reactores. Hoy existen 43 reactores nucleares en el país proclives a explosiones similares a la de Fukushima.

La política nuclear, en vilo
 
El 55,3% de los japoneses rechazan la reapertura de plantas por temor a que ocurra una tragedia parecida a la de Fukushima. Sólo el 36% está del lado de las determinaciones del partido del primer ministro, Shinzo Abe, que ha buscado por meses la apertura de las políticas nucleares bajo el argumento de que el país carece de recursos y sólo podrá deshacerse de este tipo de energía tras un intenso plan que se cumpliría en 2030. De hecho, Abe ha dicho que para entonces Japón todavía dependerá de la energía nuclear en 20 o 22%, dado que muchas de las localidades que circundan las plantas dependen de manera directa de esta economía. Tokyo Electric Power (Tepco), la propietaria de la planta de Fukushima, está en pleno proceso de recuperación de ésta, con el peligro presente de que las aguas que llegan hasta ella retornen al mar y contaminen el medioambiente y a los habitantes. 
 
El desmantelamiento total tomará entre 30 y 40 años. El Gobierno insiste en que las nuevas medidas de vigilancia de los reactores hacen parte del “sistema de seguridad atómica más estricto del mundo”. Sin embargo, los intentos de reactivar los reactores han encontrado una amplia resistencia popular: la apertura de dos reactores en Takahama produjo numerosas demandas.
 
¿Produjo o no produjo enfermedades?
 
El debate sobre los efectos de la radiación de Fukushima en la salud de los habitantes y en el medioambiente se reavivó con la publicación de estudios que aseguran, contrario a lo que se ha dicho en los últimos años, que la incidencia en humanos fue menor. La Universidad Médica de Fukushima realizó mediciones durante cinco años y determinó que la radiación “no ha tenido ningún impacto apreciable”, según cuenta la agencia EFE, y que la prevalencia de cáncer en quienes estuvieron en la zona (trabajadores y habitantes) es menor. La Organización Mundial de la Salud, en un informe de 2013, aseguró que “no se prevé que las tasas de cáncer aumenten de manera apreciable” con respecto a las tasas actuales. Sin embargo, la OMS también apuntó que el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, sobre todo en los habitantes de la zona más cercana a la planta y los trabajadores, es latente.
 
El grupo ecologista Greenpeace afirmó que se han detectado mutaciones en plantas y animales de la zona, así como “altas concentraciones de radiación” en determinadas especies, a partir de investigaciones independientes y de la organización. Otros expertos creen que las verdaderas consecuencias del accidente sólo podrán evaluarse a largo plazo.
 
Testimonios
Shigehisa Sato, profesor
“Al principio no quería hablar de ello. Era demasiado duro, no me podía quitar de la cabeza los alumnos que murieron, pero me di cuenta de que es importante que la gente sepa lo que pasó y mantener vivo el recuerdo”.

Kozoue, cocinero
“No merece la pena gastar tanto dinero (para recuperar los pueblos). Nunca va a volver a ser nada igual. Mucha gente se ha ido y no va a regresar. No quieren volver a ver agua en su vida. Aquí sólo vamos a quedar los viejos”.

Satoko Kikuchi, enfermera
“Parece que todo ha vuelto a la normalidad, que nos hemos recuperado. Pero no es verdad. Cuando llega marzo, un mes en el que empiezan a salir las flores, yo lo veo todo gris. Aquí no lo hemos olvidado, nunca lo haremos”.

El señor Segaya
El “Japan Times” recoge esta voz, que prefirió usar ese nombre en busca del anonimato: “Muchos evacuados tienen todavía miedo de que los esfuerzos por descontaminar no sean suficientes. Cortan árboles en las calles, pero no saben si así se va la radiación”.

 

Por Redacción Internacional

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