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'Si cae Siria, hay vía libre sobre Irán'

La autoridad islámica más importante de Siria dice que no le gustan los partidos religiosos porque dividen.

Karen Marón / Especial para El Espectador - Damasco
12 de marzo de 2012 - 10:22 p. m.

“Nosotros no nos rendiremos nunca”, le afirma a El Espectador, el gran muftí Ahmad Badreddine Hassoun, la autoridad islámica más importante de Siria y confidente del presidente Bashar al Asad, desde su despacho ubicado en Damasco.

“Quizás no pudimos llegar a la democracia anhelada, nuestro sistema no es como el de Francia, Estados Unidos o Inglaterra, lo adaptamos a las condiciones de nuestro país. Pero Estados Unidos no quiere que tengamos una identidad propia, sino que seamos un vasallo de sus intereses”, dice Hassoun, el líder religioso sunita considerado el único competente para emitir una fatwa o pronunciamiento legal en el islam. Hassoun, de 62 años, es el mayor dirigente legal en Siria en ámbitos regidos por la ley islámica, aunque no tiene autoridad alguna en el campo del derecho civil laico y no suele tenerla tampoco en procesos criminales.

El jeque es considerado uno de los hombres más importantes de Siria y tiene influencia en las negociaciones de paz y de guerra en su país y en toda la región de Oriente Medio. Por eso fue una de las autoridades con las que se reunió el enviado especial Kofi Annan, este fin de semana.

“Los Estados Unidos quieren abrir su paraguas sobre la región, quieren destruir nuestro país y la región entera, quieren invadirnos para transformarnos en un campo de inversiones”, declaró el líder religioso. Y agregó, “el presidente Bush decía que ‘quien no está con nosotros, está contra nosotros’. Es decir, nos dictan las condiciones y quieren expulsar a todo aquel que no esté de acuerdo, pero Dios ha concedido a las personas el derecho de elegir”.

“Europa y Estados Unidos sólo piensan en sí mismos y no en los demás. Miran todo con un prisma económico, piensan en su predominio y no en el bien del ser humano”, denunció Hassoun haciendo referencia a que detrás de esta revuelta están las potencias occidentales apoyando a los opositores armados con el fin de satisfacer sus propios intereses.

Sin embargo, admite que los reclamos han sido justificados, cuando en marzo de 2011 se dio inicio a una concentración pacífica contra el gobernador de la región ante el encarcelamiento de niños de entre 11 y 15 años que habían pintado unos grafitis contra el régimen. “Yo me dirigí al lugar enseguida y calmé la situación prometiéndole a la gente una investigación independiente. Atento a mi consejo, el presidente destituyó al gobernador. Pero después unos imanes que habían venido de afuera, especialmente de Arabia Saudita, enardecieron a la multitud con sus discursos provocadores”, explicó.

“El pueblo sirio quiere una corrección en el poder y estamos con el pueblo. No nos opondremos a ello. Ya no ha quedado en el país un partido único y se aprobó la nueva Constitución. Ahora, el partido que más sirve al pueblo será elegido”, afirmó el erudito sunita de la Universidad Al Azhar de El Cairo y miembro del Parlamento durante ocho años, quien siempre tuvo palabras conciliatorias con Occidente.

“Ansío que no haya partidos religiosos porque dividen a la gente. En cambio las organizaciones laicas las unen. Quiero una democracia para todo mi pueblo, sean musulmanes, cristianos, judíos o ateos. Apoyamos la diversidad confesional y religiosa”, expresó este hombre que en el Congreso Ecuménico de la Iglesia en Múnich realizó una petición para abrir el diálogo entre las religiones y asombró a los obispos alemanes con su propuesta a favor de que la Unión Democrática Cristiana suprimiera la sigla C de su nombre por razones seculares.

“Pienso que Estados Unidos perderá pronto el poder sobre la región y éste pasará a manos de China y Rusia”, señaló Hassoun. Siria se ha convertido en el terreno donde hoy se redefine un nuevo cuadro en la geopolítica mundial entre un esquema unipolar, dominado hasta ahora por Estados Unidos y sus aliados occidentales, y el surgimiento de un mundo multipolar.

“Le dije al gobierno de Moscú que si Siria cae en manos de Estados Unidos, no le quedará a Rusia un lugar donde puedan tomar una cuenca de agua en el mar Mediterráneo”, haciendo referencia al factor militar en este pulso geopolítico: perder la base naval de reabastecimiento que usa Moscú en Tartus en virtud de un viejo convenio con Damasco, dejaría a Rusia fuera del Mediterráneo, el cual se convertiría en un manso lago para Estados Unidos y la OTAN.

Tras derrocar a Gadafi y sumar a Libia a su alianza, Estados Unidos y la OTAN se disponían a desplazar su atención y acciones del Norte de África al Levante Árabe, y Siria se erguía como el principal y último obstáculo a su pretendida hegemonía regional. “Aquí no hay ninguna posibilidad. Al Assad no es Muamar Gadafi y Siria no se puede comparar con Libia. Tenemos una gran cultura nacional y las revoluciones manchadas de sangre no son nuestro estilo. Además, tenemos un ejército en funcionamiento, consciente de la tradición y la lealtad”, aseguró el guía espiritual.

Se hacía evidente que la administración del presidente Barack Obama estaba determinada a romper con el Damasco de Bashar al Asad, y se distanciaba así de décadas de una política de contención de crisis seguida por gobiernos anteriores de Washington con respecto a Siria. Para ello contaba con el respaldo de las ricas monarquías petroleras del Golfo Pérsico, en especial Arabia Saudita y Qatar, a las cuales por intereses propios también les convenía entrar en el juego contra Siria.

Por primera vez, Rusia y China, que perdieron mucho en términos políticos y económicos con la caída de Libia en manos de Estados Unidos y la OTAN, han emitido cuatro vetos sobre un mismo tema en cuatro meses, al tiempo que han radicalizado sus posturas. “Quieren crear el preludio de una guerra mundial con base religiosa. Es que caída Siria, las potencias occidentales tendrían vía libre sobre Irán y entonces Rusia quedaría desfavorecida y estratégicamente rodeada”, advirtió Hassoun.

Piden intervención por masacre

Cerca de 50 mujeres y niños fueron apuñalados y degollados en Homs (centro de Siria), causando la fuga de centenares de familias de esta localidad por temor a nuevas “masacres”, mientras la oposición siria pedía una “urgente” intervención militar extranjera. Fotos y videos difundidos por militantes muestran imágenes de niños con la cabeza ensangrentada y el rostro mutilado, así como cuerpos carbonizados, degollados o apuñalados en esta ciudad rebelde, recuperada en un 70% por el ejército regular tras sangrientos combates.

El ministro sirio de Información, Adnán Mahmud, aseguró que los responsables de la masacre son terroristas y acusó al mismo tiempo a Arabia Saudita y a Qatar —países críticos del régimen sirio— de ser cómplices de esos grupos. Tras conocerse esta matanza en Homs, la oposición siria pidió una intervención militar extranjera urgente.

Por Karen Marón / Especial para El Espectador - Damasco

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