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Bassam Tahhan se pasea ondeando una bandera siria frente al Muro de la Paz, cerca de la Torre Eiffel en París. La figura rechoncha del hombre, que además lleva gafas oscuras, no pasa desapercibida entre sus compatriotas, aun antes de que algunos periodistas lo rodeen. Tahhan es uno de los más respetados expertos del Corán en Europa y está lejos de ser un conservador. Al contrario, Tahhan propone un “islam protestante y coherente con la modernidad”. “Vine a votar”, dice. “Es un derecho que no nos pueden quitar aunque vivamos en el extranjero”.
Las normas del país del Medio Oriente contemplan que los residentes en el exterior asistan a las urnas de manera anticipada para permitir que sus votos sean sumados en el momento de realizar el escrutinio nacional, el 3 de junio. Los gobiernos de Alemania, Francia y Bélgica, sin embargo, se opusieron a la realización de elecciones en las embajadas sirias en sus capitales. Según Romain Nadal, encargado de la comunicación del Ministerio de Relaciones Exteriores francés, la Convención de Viena, que reglamenta las prácticas consulares, permite este tipo de restricciones. “Bashar al Asad está al frente de una represión que ha causado 150.000 muertos y en nuestra opinión no puede representar el futuro del pueblo sirio”, afirma Nadal.
“Llevan tres años diciéndonos que esta guerra es por la democracia y ahora no nos quieren dejar ejercerla”, se queja una de las votantes, que ha sufragado en un cubículo improvisado en el jardín del Campo de Marte, junto al cual se han reunido simpatizantes que sostienen pancartas con la foto de Al Asad.
“Como se prohibió realizar las elecciones en la embajada, las estamos haciendo aquí. Yo traje mi pasaporte y mi tarjeta electoral como cada uno de los presentes. Así que esta elección es legítima y legal”, afirma Tahhan, quien, a pesar de la prohibición diplomática, que no fue secundada por otras medidas, fue uno de los 256 sirios que votaron en París. El resultado en Francia dio como ganador al presidente Al Asad con un 95% de los sufragios.
“Ese resultado no quiere decir nada, porque la oposición ni siquiera está participando en las elecciones. A estas alturas, tras tres años de guerra contra su pueblo, Al Asad busca legitimarse con los votos y no le vamos a dar ese regalo”, dice Nasser, estudiante de derecho en Damasco y opositor exiliado en Europa desde hace poco más dos años.
Nasser recuerda que cerca de cinco mil sirios viven en Francia y en ese sentido la participación en las elecciones sería de apenas un 5% de quienes estaban habilitados para votar. En países como Suecia, que no se opusieron a estos comicios, la participación fue igualmente baja. Las monarquías del Golfo, que apoyan a los rebeldes islamistas, prohibieron también la realización de elecciones en las embajadas sirias de su territorio.
Por el contrario, miles de sirios residentes en Líbano e Irán han acudido a las urnas en apoyo a Al Asad y la cantidad de electores en ciudades como Beirut llegó a provocar embotellamientos de tráfico en varias manzanas alrededor de la embajada siria. En Trípolí, donde por el contrario hay una importante presencia de refugiados que han huido del régimen, se registraron manifestaciones que complicaron la realización de la votación y obligaron a extender por un día los comicios. Cerca de un millón de sirios residen en Líbano.
“Hay muchas personas que votan por miedo”, dice Nasser. “Saben que en Líbano están muy vigilados y que si no votan o no lo hacen por Al Asad pueden sufrir represalias. Incluso temen que una vez terminada la guerra les impidan regresar al país”.
Por otro lado, según varios medios de comunicación, también existirían presiones de parte de Jamaa Islamiya, un grupo musulmán que apoya a los rebeldes desde Líbano, para que los refugiados se abstuvieran de ir a las urnas.
El eslogan del presidente en el poder desde el año 2000, quien con toda seguridad será reelegido para un tercer mandato, es “Sawaa” (Unidos). Veinticuatro aspirantes se presentaron a las elecciones, pero el Alto Tribunal Constitucional, controlado por Al Asad declaró “incompletas”, “ilegales” o “anticonstitucionales” veintiuna de ellas.
Los dos candidatos restantes son de confesión sunita, a diferencia del aluita-chiita, de Al Asad, y las proyecciones le dan a cada uno alrededor de un 10% de los votos. Uno de ellos es Maher al-Hajjar, exmiembro del partido comunista que ha construido su carrera en la ciudad rebelde de Alepo, donde al menos cinco mil civiles han perdido la vida. A pesar de haber sido considerado un opositor en el pasado, el partido de la Voluntad Popular lo expulsó acusándolo de colaborar con el régimen. El otro es Hassan al-Nouri, economista y empresario, que se presenta como no afiliado a ninguna formación y que se considera un “opositor tolerado” por Al Asad.
Aunque el actual presidente se presenta para un tercer período, estas serán, en sus propias palabras, “las primeras elecciones libres de la Siria moderna”. Al Asad llegó al poder en el año 2000 tras la muerte de su padre. En esa ocasión fue el único candidato y la Constitución fue modificada para permitirle ser presidente, a pesar de no tener aún los cuarenta años de edad requeridos para el cargo. En 2007 fue reelegido por un referendo en el que 98% de los votos fueron a favor de la prolongación de su mandato.
Más de diez millones de personas están habilitadas para votar el próximo martes. Sin embargo, los rebeldes no permitirán las elecciones en las zonas que controlan. Otros puestos no abrirán por razones de seguridad, por lo que los comicios sólo se realizarán en aproximadamente la mitad del territorio.
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