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"Sólo le pedí que me diera un regalito"

La protagonista del escándalo sexual que tiene contra las cuerdas al servicio secreto de EE.UU. reveló los detalles de su relación con los agentes norteamericanos en Cartagena. Asegura que son unos bobos, que no hablaron de temas de seguridad nacional, que no revelará nombres de sus clientes y que está dispuesta a posar desnuda para una revista. Entrevista del Canal Caracol y la W Radio.

Redacción Internacional
04 de mayo de 2012 - 10:06 a. m.

El escándalo sigue causando conmoción internacional. El 11 de abril, dos días antes de que el presidente de Estados Unidos llegara a Cartagena para participar en la Cumbre de las Américas, los agentes que estaban a cargo de la avanzada de su equipo de seguridad, quienes había viajado con antelación, contrataron los servicios de trabajadoras sexuales de La Heroica y se convirtieron en los protagonistas de uno de los escándalos más grandes en la historia del servicio secreto, hoy cuestionado por haber puesto en riesgo –con sus devaneos sexuales- la integridad del mandatario.

Dania Londoño Suárez, la dama de compañía que puso en evidencia el tema y dejó al descubierto a los agentes al hacer un escándalo porque alguno de ellos no le pagó por sus servicios, concedió al Canal Caracol su primera entrevista televisada sobre el asunto, en la que narró los detalles de lo que sucedió la noche que conoció a los agentes, aseguró que su contacto con dichos hombres fue estrictamente sobre asuntos sexuales y que no hablaron sobre temas de seguridad nacional, indicó que por ninguna razón revelará las identidades de los clientes que ha tenido y hasta mostró su interés por posar desnuda para alguna publicación.

De hablar desparpajado y hasta ligero, la mujer aseguró que ese día fue a una discoteca a bailar con una compañera y cuando estaba allá un hombre se le acercó y le preguntó si quería tomar algo. “Tomamos una botella de vodka, dos botellas de vodka y me dijo que le parecía atractiva”, dijo Dania al señalar que ambos estaban “un poquito ebrios” pero eran conscientes de todo. Según ella, en la discoteca en la que se encontraban había entre 10 u 11 agentes más a quienes vio tomando mucho alcohol y subiéndose en la barra para bailar: “estaban borrachos, compraban alcohol como comprar agua”.

Posteriormente, relata, el hombre le dijo “sex” y ella le respondió “baby, cash money” agregando que quería que le diera “un regalito”. “Me preguntó que cuánto era y le dije que US$800. Me dijo O.K., vámonos”.

Salieron de la discoteca hacia la 1:30 de la mañana, en compañía de otro agente y su compañera, y se dirigieron al Hotel Caribe en donde se hospedaban los agentes. “Nos fuimos al hotel. Mi compañera se fue con él porque le gustaba pero no iba a lo mismo que yo. Lo mío sí era negocio”.

Dania relata que a las 6:30 de la mañana recibió una llamada de la recepción solicitándole que ya era hora de abandonar el cuarto, por lo que ella procedió a despertar al hombre para pedirle el dinero. “Sólo me dijo ‘go bitch’… no te voy a pagar, sacó entones 50 mil pesos de su cartera y me dijo que eran para el taxi”.

La mujer se dirigió al cuarto en donde estaba el otro agente con su compañera para contarle lo que había sucedido y pedirle que el pagaran lo pactado. “Le rogué desde las 6:30 hasta las 10 para que me diera el dinero. Yo no me quería ir a mi casa si el dinero, me sentía frustrada”. De acuerdo con Dania, esperó en el pasillo hasta las 10 de la mañana pidiendo que le entregaran el dinero, pidió ayuda a la policía local e incluso miembros de la seguridad del hotel llegaron al sitio para intentar arreglar la situación. “No formamos escándalo en el pasillo, fue todo algo muy reservado (…) Entre todos los policías que estaban ahí recogieron $US250 y me los dieron”.

Aseguró que nunca supo que se trataba de un agente del servicio secreto del presidente Barack Obama, “No le pregunté nada porque para mí en ese momento no era importante (…) cuando estaba en la habitación vi un uniforme café de militar, no vi ningún traje negro ni nada”, señala al asegurar que si hubiese sabido a qué se dedicaba aquel hombre jamás habría llamado a la policía.

La mujer manifestó sentir temor por las represalias que los agentes puedan tomar en su contra, aunque aclaró que nadie del servicio secreto la ha buscado ni ha intentado contactarla. “Están implicados muchos, yo no sé porque si solo fue uno el del problema. Tengo mucho miedo y por eso salí del país, me da miedo por mi familia por mi hija, por mí”.

Asimismo tildó a los agentes de “bobos” pues fueron muy confiados. “Si hubiese querido o si hubiese sido de una banda terrorista hubiera podido tener información, los puse en jaque y son unos bobos, dejaron que pasara todo y no vieron la magnitud del problema. Así como yo hice eso hubiera podido hacer mil cosas”. Finalmente, aseguró que tras el escándalo su vida ha cambiado por completo. Señaló que dejará su oficio y cambiará su forma de vida. “Ya esto me dejó a mi curada, no lo pienso volver a hacer ya esto murió en mi vida”.

Apoyo familiar

Pero si el testimonio de Dania fue revelador sobre lo ocurrido en aquella noche cartagenera de abril, la voz de su madre, quien también estuvo al aire durante algunos minutos, permitió comprender mucho más acerca del estilo de vida y la percepción que ambas tienen sobre el dinero y cómo conseguirlo.

Interrogada por Julio Sánchez Cristo, conductor de la entrevista, sobre lo que pensaba de su hija, la mujer respondió que “su reputación de ella está en ceros, pero ella no es prostituta”. Asegurando que está enferma por cuenta del escándalo, que es empleada de Carrefour y que hasta sus compañeros de trabajo la cuestionan por el trabajo de su hija, la mujer respondió que le preocupa especialmente hacer que la percepción sobre Dania cambie, porque no es lo mismos ser prostituta que servir de dama de compañía.

Y fue ahí cuando soltó una de las perlas de la entrevista: “Yo la entiendo perfectamente, lo hizo a cambio de otra cosa, pues encuentra a un hombre que le ha gustado ( porque ella me ha dicho que le gustó el hombre) y claro, ella no va a ir abriendo las piernas a cualquier hombre a cambio de nada. Lo hace a cambio de algo importante, porque una mujer es prostituta si se acuesta con un hombre y no gana nada. Pero si gana algo no es prostituta, se da valor. Uno como mujer se tiene que dar valor en la vida”.

Una sinceridad que pone en evidencia la buena relación que tienen, que no hay reproches ente ellas y que tienen la misma idea sobre el sexo como forma de conseguir dinero.
Ambas dicen que el hijo de Dania está bien, que mantiene una buena relación con el padre, quien lo “mantiene viendo dibujos animados para que no se entere”. Según Dania, no convive con él porque salió embarazada muy joven.

Cartagena y el secret-Gate

Aunque no lo señaló de manera literal, la declaración de Dania a los medios de comunicación pone de manifiesto un tema que ha sido objeto de intenso debate en Cartagena: el de la responsabilidad que les compete a los hoteleros de la ciudad en el impacto del negocio de la prostitución en la ciudad. Según el testimonio de la mujer, no le consta que el personal de servicio del hotel estuviese enterado de que ella era una acompañante privada de los escoltas de EE.UU., pero admite que en determinado momento la buscaron en la habitación para indicarle que ya era hora de salir, lo cual no ocurre con un huésped común y corriente.

El fenómeno de la prostitución en Cartagena ha sido documentado en reiteradas oportunidades por centros académicos y medios de comunicación. En marzo de 2011, una investigación especial de este diario constató la manera discreta y silenciosa como esta práctica (que es delito en Colombia cuando involucra a menores de edad) recorre las calles de la ciudad, en ocasiones ante la mirada cómplice de miembros de autoridades locales.

Sobre el caso específico de los menores de edad, se sabe que hay redes de pederastas y explotadores sexuales que se aprovechan de las necesidades económicas de las familias vulnerables para su lucrativo negocio. Dicho flagelo ha sido atacado por las últimas administraciones de la ciudad, que de todas maneras no dejaban de reconocer la persistencia del problema de la prostitución también de adultos. Es que basta con salir por las calles de la ciudad amurallada en una noche cualquiera para constatarlo. Su condición de puerto y su intensa actividad turística, las mismas que le dan una posición privilegiada para el desarrollo económico, son las mismas que aprovechan los delincuentes de la ciudad.

Sin embargo, tras la resonancia mediática del tema por las denuncias sobre afectación a menores de edad, el tema de la prostitución en la cuidad había vuelto a quedar en el olvido, hasta que ocurrió el escándalo sexual de los escoltas de Barack Obama con las mujeres “prepago”, durante la pasada Cumbre de las Américas. Como es de conocimiento público, el tema salió a la luz pública porque algunos de los agentes no pagaron los servicios contratados con las prostitutas, como lo reafirmó Dania en su entrevista con el Canal Caracol.

El tema fue tratado inicialmente como un asunto de chisme, pero mientras en Colombia el tema era un asunto más de farándula, en Estados Unidos alcanzó una dimensión inusitada, por cuanto se abrió el debate respecto a qué tan seguro está el jefe de Estado cuando sale de ese país y hasta qué punto están sus agentes poniendo en riesgo la seguridad nacional por cuenta de sus escaramuzas sexuales.

En Colombia, en cambio, el escándalo ha terminado en un debate polarizado (como suele ocurrir en el país: con la política, con los deportes, con la cultura), esta vez entre quienes creen que ventilar el asunto es hacerle daño a la imagen de Cartagena y quienes señalan que la ciudad es una especie de paraíso sexual. Pero más allá de esa discusión simplista que a nada conduce, valdría la pena que las autoridades nacionales y locales unieran esfuerzos con la academia y el sector privado en busca de verdaderos diagnósticos y aportes. ¿Qué tanto ha mejorado o empeorado Cartagena en su combate a la prostitución?, ¿quiénes son los que manejan dicho negocio y hasta qué punto tienen conexión con otras actividades ilícitas como el expendio de drogas ilegales o la trata de personas?, ¿qué alternativas brinda el país a sus ciudadanos para evitar que caigan en este tipo de prácticas?, ¿qué está haciendo la escuela en materia de prevención? Muchas preguntas para resolver más allá del morbo que pueda despertar el escándalo de Dania y los hombres del servicio secreto de Estados Unidos.

Por Redacción Internacional

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