A la sombra de Rusia

La oposición ucraniana se apuntó dos victorias: el primer ministro renunció y se derogaron las leyes represoras.

Redacción Internacional
28 de enero de 2014 - 09:49 p. m.
Nikolái Azárov, primer ministro de Ucrania, renunció. / AFP
Nikolái Azárov, primer ministro de Ucrania, renunció. / AFP
Foto: EFE - SERGEY DOLZHENKO

La oposición ucraniana se apuntó ayer una crucial victoria al lograr que se cumplieran dos de sus principales demandas: la dimisión del Gobierno en pleno y la derogación de las leyes represoras que limitaban las libertades fundamentales. “Lo más importante ahora es conservar la unidad y la integridad territorial. Esto es mucho más importante que cualquier plan o ambición personal”, señaló en su carta de dimisión Nikolái Azárov, primer ministro desde marzo de 2010.

Azárov, mano derecha del presidente Víktor Yanukóvich, aseguró que dejaba el cargo para facilitar “un arreglo político del conflicto”, aunque insistió en que las autoridades han hecho todo lo posible para evitar el derramamiento de sangre. Pocas horas después, Yanukóvich promulgaba no sólo la renuncia del primer ministro, sino la de todo el Gobierno, al que la oposición y los manifestantes acusan de dar la espalda a la Unión Europea en favor de las relaciones con Rusia.

El saliente primer ministro, que nació en Rusia, ha defendido siempre la suspensión de la firma del acuerdo de asociación con la Unión Europea y el rechazo de las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional, al considerar que hubieran supuesto la ruina para Ucrania. Precisamente esa decisión fue el detonante de las multitudinarias protestas antigubernamentales que estallaron el pasado 21 de noviembre.

Momentos después la Rada Suprema de Ucrania (el Parlamento) abolió en bloque nueve de las doce leyes aprobadas a mano alzada el pasado 16 de enero, que recortaban las libertades cívicas, como las de manifestación y expresión. Entre otras cosas, las leyes anuladas obligaban a pedir permiso para los cortejos motorizados de más de cinco coches y prohibían la participación de enmascarados en manifestaciones. También incrementaban las multas y penalizaciones por enfrentamientos con las autoridades, convertían la calumnia, regulada ahora administrativamente, en delito penal y obligaban a las ONG con financiación internacional a someterse a un régimen especial como “agentes extranjeros”.

En lo que no hubo acuerdo fue en la aprobación de una ley de amnistía que debe allanar el camino para la liberación de todos los detenidos en las protestas, aunque Yanukóvich asegura que no la promulgará hasta que los manifestantes desalojen las calles. Pero el Cuartel de Resistencia Nacional no está dispuesto a ordenar que los inquilinos del Euromaidán, la plaza de la Independencia de Kiev, recojan sus bártulos y regresen a sus casas.

En medio de este avance que baja las tensiones de más de dos meses de confrontación apareció de nuevo el presidente ruso, Vladimir Putin, esta vez para pedir que la Unión Europea no se meta en Ucrania. La crisis estalló cuando Putin le pidió a Yanukóvich no asociarse con la UE e integrar, en cambio, a Ucrania a la Unión Aduanera (UA), uno de los grandes proyectos de Putin para reunir a los países que en el pasado formaron la Unión Soviética. A la organización ya pertenecen Rusia, Bielorrusia y Kazajistán. Putin le dijo a Yanukóvich que en 2015 las puertas del mercado laboral ruso se cerrarán para los trabajadores de países extranjeros que no pertenezcan a la UA. También le recordó que Ucrania tiene una deuda de US$7.000 millones con Rusia y le advirtió que Kiev lo tendrá cada vez más complicado para incorporarse a la UA.

Putin condenó la visita de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton: “Creo que el pueblo ucraniano es capaz de resolver esto por su propia cuenta. Rusia nunca interferirá”.

Por Redacción Internacional

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