Las sombras de Srebrenica

Las divisiones que desataron la guerra bosnia y provocaron la matanza de más de 8.000 hombres en el enclave protegido por la ONU persisten. Lecciones del trágico 11 de julio de 1995.

Redacción Internacional
10 de julio de 2015 - 03:31 p. m.

 

Han pasado veinte años desde que las tropas del general Ratko Mladic, conocido como “el Carnicero de Srebrenica”, invadieran esa ciudad y matara a cerca de 8.300 musulmanes bosnios, la mayoría hombres de entre 16 y 60 años. El general había decidido el 2 de julio de 1995 atacar ese enclave de 40.000 habitantes, supuestamente seguro y protegido por 400 cascos azules holandeses escasos en armas y sin instrucciones claras para defender el territorio. Mladic llegó a Srebrenica el 11 de julio y durante tres días ordenó a sus soldados llevarse a todos los varones en camiones hacia las zonas boscosas de Tuzla y Potocari. Allí los asesinó y enterró en fosas comunes, pero hasta ahora no se han podido encontrar todos los cuerpos.

Según explicó la forense Dragana Vucetic, “las ejecuciones se realizaron en tres lugares distintos entre el 11 y el 13 de julio de 1995. Los cuerpos los enterraron en diversas fosas comunes, pero a los tres meses los exhumaron con excavadoras y los sepultaron en otras localizaciones: bosques y lugares de difícil acceso, para intentar ocultar las pruebas del crimen. Por eso ahora los restos de una única persona pueden estar esparcidos por diversos sitios”. Así están las cifras: en 2003 se enterraron 958 cuerpos, 332 en 2004, 577 en 2005, 489 en 2006. El año pasado sólo 169, y hoy se inhumarán 136.

“Sería feliz con encontrar un dedo de mi hijo”, suspira la bosnia Hajra Catic, tras rezar en silencio ante la tumba de su marido, que también fue ejecutado, relata El Mundo. Al lado de la sepultura, en el impresionante memorial de Potocari en Srebrenica —donde se suceden los miles de tumbas idénticas de las víctimas del genocidio—, Hajra ha reservado un pequeño pedazo de terreno para inhumar a su hijo. No se detendrá hasta hallar sus restos.

La masacre fue la culminación de una política de limpieza étnica por parte de Mladic para lograr un estado puramente serbio en una Bosnia de comunidades diversas. En 1992 declaró su independencia de Yugoslavia como República de Bosnia y Herzegovina, hecho que provocó la guerra que enfrentó a bosnios y bosnio-croatas, que apoyaban la independencia, contra serbio-bosnios, que se oponían. El conflicto se extendió hasta 1995 y dejó un saldo de al menos 95.000 muertos. El genocidio de Srebrenica precipitó el fin de la guerra, obligando a serbios, croatas y musulmanes a firmar la paz en noviembre de 1995 en Dayton (Ohio, EE.UU.).

Hoy la ciudad está habitada casi exclusivamente por viudas, mujeres que decidieron regresar a buscar a sus familias, pero muchos de los 37.000 habitantes que tenía Srebrenica hace 20 años no quisieron regresar a esta ciudad situada en el noroeste de Bosnia, casi en la frontera con Serbia. Camil Burakovic, uno de los sobrevivientes de la masacre, es el alcalde. En 1995 tenía 15 años y se salvó de milagro. La ciudad se ha ido recuperando poco a poco de la guerra. Está ubicada entre montañas y a la entrada hay un cementerio que recuerda la tragedia. “Que nunca vuelva suceder algo así, a nadie, en ningún lugar del mundo”, reza el letrero.

Para llegar allí desde Sarajevo, capital bosnia, se deben invertir casi tres horas para hacer el trayecto en carro. Es un lugar rico en minas y bosques. También es un importante balneario. Después de la guerra, el 90% de su infraestructura quedó destruida; poco a poco comenzaron las tareas de reconstrucción.

Una tarea difícil teniendo en cuenta que la guerra dejó al país en un estado disfuncional. Bosnia quedó dividido en dos: la Federación Bosnia y Herzegovina, representada por bosnio-croatas y bosnio-musulmanes (bosniacos), y la República Srpska, de mayoría serbio-bosnia de religión ortodoxa, que quiere ser Estado independiente.

Estas comunidades fueron las que se enfrentaron durante la guerra y son las que hoy tienen al país sumido en un caos de corrupción. La Presidencia está conformada por tres miembros: un representante bosnio, otro croata y otro serbio. Permanecen cuatro años en el cargo, pero rotan entre ellos cada ocho meses para ocupar el máximo cargo. Existe también un consejo de ministros, con integrantes de distintas etnias, que está comandado por un político elegido por la Presidencia y aprobado por la Cámara de Representantes.

Según un artículo reciente de la revista Foreign Affairs, Bosnia es un caldo de cultivo para la burocracia y la corrupción. A pesar de toda la ayuda internacional que ha recibido en los últimos años (más de US$10.000 millones), no ha podido recuperarse y sus divisiones siguen intactas.

Por Redacción Internacional

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