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Suenan las cacerolas, Cristina Fernández calla

Es la tercera protesta en menos de cinco meses, y la más masiva, contra la presidenta que guarda silencio.

Nicolás Cuéllar Ramírez / Buenos Aires
09 de noviembre de 2012 - 08:50 p. m.
En Buenos Aires tuvieron lugar las manifestaciones más grandes por la inflación y la inseguridad, principalmente.  / AFP
En Buenos Aires tuvieron lugar las manifestaciones más grandes por la inflación y la inseguridad, principalmente. / AFP

Poco parece quedar hoy del amplio respaldo que obtuvo en las urnas Cristina Fernández de Kirchner en octubre del año pasado, al ser reelegida con el 54% de los votos. El desgaste se siente en la calle. Lo demuestra la última encuesta de la consultora M&F, que refleja que más de un 60% evalúa negativamente el gobierno de la presidenta argentina.

Las decisiones que tomó en el último año rompieron de tajo el discurso de unidad nacional con el que celebró su victoria en 2011. Medidas que no fueron recibidas con agrado por la población en general, como la limitación al ingreso de productos importados o la restricción a la compra de divisas y los obstáculos impuestos para que éstas salieran del país. Sus discursos se tornaron agresivos en contra de quienes se atrevieron a cuestionarla y, sumado a esto, la alta inflación y la creciente inseguridad terminaron por caldear el ambiente e incrementar el malestar que sienten hoy muchos argentinos.

Así lo hicieron sentir cuando más de un millón de personas salieron con sus cacerolas a protestar en todo el país. Un mar de gente copó las principales calles de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, Bahía Blanca, Olivos, Salta, Bariloche, Mar del Plata, entre algunas otras ciudades argentinas. También protestaron expatriados en Australia, Nueva York, Madrid y Colombia.

Es el tercer cacerolazo en los últimos cinco meses y el más masivo. Convocado a través de las redes sociales, manejó un sinnúmero de consignas: rechazo a la inflación, a la inseguridad, a la reforma de la Constitución, a la rerreelección, a los ataques a la prensa, a la corrupción, a la impunidad, al “manoseo de las instituciones...”.

Pero las críticas no son sólo contra el Gobierno, también arremeten contra la oposición. Desde el Gobierno han hecho oídos sordos a las manifestaciones y se han enfocado en acusaciones en contra de quienes protestan. Los acusan de estar ligados a partidos de derecha, de ser gente de clases acomodadas, de estar en contra de la democracia.

“Cuando el Gobierno dice que los que protestan son sectores medios y urbanos, tiene toda la razón. Pero no hay que olvidarse de que la clase media es el 5% y la población urbana, el 90”, explica el analista Rosendo Fraga.

Los ánimos en la calle se calientan conforme el verano austral despunta, y desde distintos sectores esperan una señal del Gobierno ante sus pedidos. Desde Casa Rosada, por ahora, callan.

Por Nicolás Cuéllar Ramírez / Buenos Aires

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