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Syriza contra el método europeo

La unión cada vez más estrecha de los europeos, incluida en el texto del Tratado de la UE, es hija de un método único, que sólo ha funcionado continuadamente en el territorio cansado de guerras y genocidios de nuestro continente.

Lluís bassets “El País” (España)
05 de julio de 2015 - 02:03 a. m.

Este método es el del consenso, obtenido mediante pequeños pasos, que van creando solidaridades prácticas y contribuyen a una solidaridad política mayor entre los socios.

La unión cada vez más estrecha de los europeos, incluida en el texto del Tratado de la UE, es hija de un método único, que sólo ha funcionado continuadamente en el territorio cansado de guerras y genocidios de nuestro continente. Este método es el del consenso, obtenido mediante pequeños pasos, que van creando solidaridades prácticas y contribuyen a una solidaridad política mayor entre los socios.

No está escrito en ningún tratado, pero todos saben que de las reuniones europeas nadie debe salir derrotado. La UE es el mecanismo contrario del juego de suma cero, en el que lo que gana uno lo pierde el otro. De ahí que el Consejo Europeo sea una fabulosa máquina de componendas, que permite a cada gobierno regresar con la cesta llena aun después de haber cedido en sus pretensiones.

Hubo un momento en que parecía que Tsipras lo había entendido. Hasta el viernes, cuando el primer ministro griego anunció un referéndum que traslada la decisión sobre la última propuesta europea al voto de los ciudadanos. Jean-Claude Juncker se lo aclaró ayer: los griegos no decidirán sobre el euro, sino que votarán si quieren seguir participando de la solidaridad europea. Tienen todo el derecho, pero también deben saber lo que se juegan.

La UE ha resuelto, mal que bien, pero hasta ahora mejor que nadie, el célebre trilema de Dani Rodrik entre democracia, soberanía y globalización, que sólo permite salvar dos elementos de los tres en juego y obliga a renunciar al tercero. La fórmula europea funciona por la atenuación que produce el consenso: la democracia de cada socio queda sometida a la democracia de los otros y al acuerdo de mínimos entre todos; la soberanía se comparte: y la globalización se controla y gobierna desde Bruselas y desde el Banco Central. Así es como Europa ha superado el trilema.

El golpe antieuropeo de Tsipras pone en juego la democracia directa y acciona la plena soberanía, pero si los griegos quieren seguir en la globalización deberán renunciar de nuevo y aceptar que se les gobierne desde la UE. En caso contrario, les quedarán dos opciones: o caer en manos de un imperio que funciona verticalmente, sin métodos solidarios y sin democracia, como podría ser el ruso, o encarar la globalización en solitario con el riesgo de caer en el pozo de la depresión y la pobreza.

A diferencia de España y Portugal, Grecia no tenía continuidad geográfica con el núcleo de Europa, era un país propiamente balcánico y su economía poco tenía en común con las de los países fundadores en el momento en que se tomaron las decisiones políticas de su integración. Si ahora se va de la UE, también será fruto de una decisión política, que revertirá incluso los efectos geopolíticos que tuvo su incorporación entonces y puede incluso aconsejar a Syriza el abandono de la OTAN.

Por Lluís bassets “El País” (España)

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