Pocos apostaban por un cambio en el ente hemisférico, pues Almagro venía de la izquierda latinoamericana que parecía tener mucha influencia. Fue canciller de Uruguay, de 2010 a 2015, en el gobierno de José Mujica.
Esta semana, por su cuenta y riesgo, decidió iniciar el proceso para activar la Carta Democrática en Venezuela, procedimiento que, según las normas de la organización, debería iniciarse por propuesta de otro Estado.
¿Enemigo del chavismo y aliado de la oposición? Almagro estuvo hace tres meses con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en Caracas, rindiendo homenaje a Hugo Chávez. Como canciller uruguayo participó en la consolidación de Unasur y Celac. Además fue reconocido como promotor del diálogo entre Gobierno y oposición para frenar la violencia de 2014 en Venezuela.
Desde enero de 2015, el secretario general de la OEA amenazó con aplicar la Carta Democrática. Sin embargo, las relaciones se hicieron tensas el pasado 5 de abril, cuando le exigió a Maduro firmar la Ley de Amnistía, aprobada por el Parlamento.
Cuba, por ejemplo, emitió un comunicado criticando su decisión sobre Venezuela. “Sorprende la manera histérica, torpe y nada ética en que el secretario general de la OEA intenta a ultranza servir a oscuros intereses”, indica el comunicado del Ministerio de Exteriores de la isla.
El gobierno de Estados Unidos, al parecer, tampoco está de acuerdo con su movida. De hecho, The Washington Post, en un editorial le pide a Barack Obama respaldar a Almagro. “El gobierno Obama se ha unido inexplicablemente al coro de voces que piden un diálogo vacío y no se ha posicionado sobre la carta de Almagro”, afirma.
Sólo Paraguay lo apoyó en su iniciativa. La Fuerza Armada de Venezuela lo acusó de atentar contra la soberanía del país y propiciar una intervención. Almagro no baja la voz y pidió que cualquier intento de diálogo incluya el referendo revocatorio y la liberación de los presos políticos.