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Turquía, ¿víctima o cómplice del Estado Islámico?

El gobierno turco señala al grupo extremista de haber cometido el reciente ataque suicida en Estambul, que dejó al menos 10 muertos.

Redacción Internacional
12 de enero de 2016 - 10:08 p. m.
Un soldado turco vigila la Mezquita Azul, en Estambul, donde ocurrió el atentado suicida. / EFE
Un soldado turco vigila la Mezquita Azul, en Estambul, donde ocurrió el atentado suicida. / EFE

 Pese a que desde julio del año pasado Turquía se declaró en guerra contra el Daesh (o Estado Islámico), su posición frente al grupo extremista es todavía ambigua. Con el reciente ataque en Estambul, donde murieron al menos 10 personas (la mayoría de ellas alemanas), el gobierno turco se presentó como víctima de los yihadistas al culparlos del ataque. Sin embargo, investigaciones de los diarios The Guardian, The New York Times y The Washington Post y reportes del Instituto para el Estudio de los Derechos Humanos de la Universidad de Columbia aseguran que Turquía es un aliado de los extremistas y que, en medio de la confusa y hervorosa guerra en Siria, la táctica hegemónica del Daesh entregaría beneficios a Turquía. Después de que el ejército turco derribo un avión ruso, el presidente de ese país, Vladimir Putin, llamó al presidente turco, Recip Tayyip Erdogan, un “cómplice del terrorismo”. (Vea: La doble moral de Turquía)

Hasta julio, cuando Turquía prometió bombardear posiciones del Daesh y entregar una de sus bases militares al control de EE.UU. con el objetivo de atacarlos, el gobierno de Erdogan había mantenido un extraño silencio de cara a la situación de su problemático vecino. Algunos analistas sugerían que, dado que Erdogan quería que el régimen sirio de Al Asad cayera, la entrada de los yihadistas y el alzamiento de los rebeldes jugaban a favor suyo. Por eso habría convertido la frontera entre ambos países en el tránsito impune de armas para los rebeldes y de yihadistas que venían de Europa a refugiarse en las entrañas del Daesh en Siria. Sin embargo, poco a poco, el problema se le salió de las manos: en 2014, el Daesh declaró la fundación de su califato, los rebeldes continuaban su lucha contra Al Asad sin resultados visibles y Al Asad se mantenía, pétreo, en su puesto.

Erdogan, sin embargo, se mantuvo aún al margen. Investigaciones de The Guardian y The Bussiness Insider señalaron tiempo después que los militantes del Daesh transportaban petróleo desde Siria y lo vendían en Turquía a través del mercado negro. Los militares turcos hicieron oídos sordos a esta situación. Mientras tanto, con las ganancias de la venta de petróleo (que oscilaban entre US$1 y US$4 millones al día), el Daesh se armó y obtuvo un mayor poder en las poblaciones del centro y norte de Siria, y también en Irak. The Guardian reportó por entonces: “Turquía ha financiado de manera abierta a grupos yihadistas como Ahrar al-Sham, afiliado a parte de la ideología de Al Qaeda, y al frente Al-Nusra, que es considerado como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea”.

Cuando el problema se salió de sus límites, y también a causa de la presión de socios cercanos como Estados Unidos, Turquía entró en la guerra contra el Estado Islámico. Su entrada era esperada, aunque en cierto modo ocurrió de manera tardía: más de dos millones de sirios habían pasado la frontera hacia Turquía, lo que desplegó una intensa crisis humanitaria que obligó a la Unión Europa a entregarle a Turquía un presupuesto robusto con el fin de detener la ola migrante hacia Europa. Esto dejó a Turquía en una situación favorable: socios como Alemania y Francia se acercaron a él y lo consideraron como un actor esencial en esa lucha.

Sin embargo, los opositores principales de Erdogan, los kurdos, se abrieron campo en la lucha contra el Daesh y lograron arrebatarles regiones fundamentales. Esto habría preocupado a Erdogan, pues los kurdos llevan más de tres décadas en busca de la independencia y un éxito militar podría ser la primera parada en busca de ese objetivo. Los kurdos son apoyados, con dinero y armamento, por Estados Unidos y han sido uno de los frentes más efectivos a la hora de luchar contra el Daesh por tierra. Mientras Erdogan contenía a los migrantes sirios en su país y veía cómo el Daesh remontaba en Siria, los kurdos avanzaban también como una amenaza (“tal vez la más grande”, aseguró un analista de Al Jazeera) contra el gobierno de Erdogan.

Fue entonces cuando Erdogan decidió entrar en la batalla con dos objetivos muy distintos: luchar contra el Daesh y, por otro lado, detener el avance de los kurdos. El año pasado, en las zonas del norte de Siria e Irak, los kurdos acusaron al ejército turco de atacarlos con bombardeos. Estados Unidos mantuvo silencio esperando, sobre todo, mantener su relación militar con Turquía. Los ataques han continuado al exterior y al interior de Turquía: de acuerdo con un reporte reciente de Rudaw (una cadena de medios regentada por kurdos), el domingo pasado más de 160 civiles fueron asesinados por autoridades turcas al sur de la región kurda. Las confrontaciones entre ambos frentes han dejado cientos de muertos en los últimos meses: según la Fundación Turca de Derechos Humanos, más de 160 civiles han muerto entre agosto de 2015 y principios de enero. Al atacar las posiciones kurdas (y a su pueblo) el único beneficiado es, en realidad, el Daesh: un enemigo menos en una zona llena de ellos.

La estrategia de Turquía ante el Daesh parece ahora por completo contraria al silencio de otrora. Ramzy Baroud, columnista de Al Jazeera, escribió en julio del año pasado: “La estrategia futura de Turquía, que sin duda estará ligada a factores de su política doméstica, tendrá probablemente consecuencias en la habilidad del Daesh para sobrevivir en su forma actual”. Entre tanto, Erdogan tendrá que enfrentar una disminución drástica en el turismo de su país: luego de que numerosos rusos dejaran de entrar en Turquía (tras el derribo del avión militar ruso), también Alemania aconseja a sus ciudadanos alejarse de zonas turísticas o donde se formen aglomeraciones. Los turcos no parecen contentos con esta carestía.

Por Redacción Internacional

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