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La UE, en vilo por el “brexit”

Pese a que en la Unión Europea hay cierta confianza en que el Reino Unido permanecerá, existe el temor de que otras naciones quieran separarse y de que, por su posible salida, se mine la relación con Estados Unidos.

Nicolás Eliades Vesga
23 de junio de 2016 - 03:28 a. m.
El laborista Jeremy Corbyn y el alcalde de Londres, Sadiq Khan, han defendido la permanencia del Reino Unido.  / EFE
El laborista Jeremy Corbyn y el alcalde de Londres, Sadiq Khan, han defendido la permanencia del Reino Unido. / EFE
Foto: EFE - WILL OLIVER

Para muchos europeos, la decisión del primer ministro británico, David Cameron, de convocar el referendo que se celebra hoy representa un jardín espinoso del cual busca ansiosamente escapar. La trágica muerte de la parlamentaria Jo Cox mientras hacía campaña por la permanencia de su país en la Unión Europea facilitó una bajada de tono en los mensajes de ambas campañas, además de una pausa de tres días mientras se digería la noticia. Ya superados los días de luto y conmemoración, y a medida que se acerca la gran fecha, el ambiente vuelve a tensarse.

Aun así, en los pasillos de la Rama Ejecutiva de la UE, la Comisión Europea, se respira algo más tranquilo. La muerte de la representante a manos de un fanático opuesto a la permanencia en la Unión parece haber apaleado los deseos de “tomar las riendas de su destino”, como lo veían muchos partidarios del brexit, la salida del Reino Unido de la Unión. Surgió para muchos el tenebroso espectro de lo que podría ser un Reino Unido aislado: intolerante, racista, preso del miedo y de una derecha nativista extrema que sólo se mira al ombligo.

Queda claro que no sólo se trata de lo económico. Una salida tendría consecuencias políticas de muchos colores. Sin importar el resultado, el referendo ocasionará “un Reino Unido dividido, unas fuerzas políticas enfrentadas y un problema muy serio en la configuración y estructura constitucional” del país, comenta Diego López Garrido, presidente del panel de asuntos europeos en la Fundación Alternativas y exsecretario de Estado para la UE. Él apunta a que en Inglaterra lo más probable es que haya una mayoría a favor del brexit, pero que en Escocia, Gales e Irlanda del Norte pareciera que hay más apoyo por el bremain, permanecer en la Unión. Si el resultado fuese el brexit, la misma unidad del Reino Unido podría quedar en entredicho y la amenaza de una Escocia independiente, tradicionalmente muy europeísta, podría resurgir tras haber sido derrocada en un referendo similar en el 2014.

En cuanto a Europa, el brexit representa un desafío más para un continente que no parece levantar cabeza de una angustia para meterse en otra. López Garrido resume la realidad como una “tormenta perfecta” que alberga la crisis de los refugiados, la crisis financiera y la gobernanza económica (y la sombra constante de un posible grexit, es decir, la salida forzosa de Grecia de la moneda única, el euro, por no poder asumir sus deudas), además de un enfriamiento en el apoyo de los ciudadanos europeos hacia la Unión, como indica el Eurobarómetro más reciente, encuesta financiada por la UE.

Fuentes en el corazón de Europa alertan de la fuerte posibilidad de una “reformulación” del proyecto europeo si gana el bremain. Si fuese a ocurrir un brexit, dicha reformulación podría incluso acelerarse. Esta realidad es alimentada por un resurgir nacionalista que se esparce por todo el continente, a veces como parte de movimientos de derecha, y a veces de izquierda, casi siempre populistas, que se oponen a “más Europa y más Unión” y futuras adhesiones. Pol Morillas, investigador principal para Europa en el Centre for International Affairs (Cidob), señala un “repliegue nacional muy fuerte (…) en Hungría y Polonia” que acompaña los titulares de la prensa europea que empiezan a mencionar un posible swexit, por parte de Suecia, el aliado más cercano del Reino Unido en cuanto a política europea. La derecha danesa ya declaró que, de salir la nación británica, ellos también querrían celebrar su propio referendo. Una salida del Reino Unido representaría no sólo un gran golpe para la UE en un momento poco afortunado, pero “a nivel de perspectiva histórica es un cambio de concepción muy fuerte”, que afectaría no sólo lo simbólico sino también lo práctico, añade Morillas, y podría desencadenar un efecto dominó difícil de parar.

De ser esta la realidad, no sólo afectaría al Viejo Continente sino su puente con el Nuevo Mundo, en particular con Estados Unidos. Morillas explica cómo la segunda economía de la UE es “el partner con mayor proyección global, con mayor capacidad en defensa y seguridad y con más conexiones internacionales”. Un brexit complicaría la participación de peso que disfrutaba el Reino Unido hasta ahora, dadas las consideraciones de las dinámicas políticas más globales, y a su vez debilitaría a la UE más allá de lo evidente.

La UE sólo ha declarado, en boca del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que el tema le compete al Reino Unido y que “la Comisión no especula sobre situaciones hipotéticas”. Pero en los pasillos de Bruselas se nota un cierto alivio desde que salieron las encuestas más recientes indicando una subida en el apoyo a su permanencia. Para algunos oficiales, esto puede estar relacionado con la muerte de Cox y también con el comportamiento volátil reflejado en los mercados financieros de Europa y más allá en las últimas semanas.

El debate sobre el brexit ha dejado una cosa muy clara para los líderes europeos: sus votantes quieren menos “Bruselas” en sus vidas. La semana pasada Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo (órgano de la UE donde los dirigentes de los 28 estados miembros se reúnen para tomar decisiones), admitió que muchas de las ideas que alimentan el furor por irse están calando en toda Europa. No es un sentimiento que se quiera fomentar. Si sale el Reino Unido, mucha de la ciudadanía se percatará de que ni el club europeo, ni su moneda son compromisos permanentes y podrían frenar e incluso desbaratar el sueño de una Europa que camina hacia la federación. La mayoría de los ciudadanos europeos encuestados dicen apoyar la permanencia del país anglosajón. “Yo quiero una Europa sin fronteras, unida y más fuerte para enfrentar los retos que se nos avecinan. Cada país trae a la mesa algo distinto, y esto nos hace más fuerte a todos”, dice Arnaud Hos, un joven belga. Pero la crisis y las duras políticas de austeridad dictadas desde Bruselas dejaron sus estragos en el imaginario colectivo.

Los europeos esperan que el viernes el sol salga sobre una Europa unida y más fuerte para sobrevivir la rebelión de un hermano. Pero también quedará aún más claro el mensaje y sabor que dejan semanas de incertidumbre y tensiones sentidas en ambos lados del Canal de la Mancha: una reforma a la UE es justa y necesaria. No más “Europa”, sino una mejor Europa.

Por Nicolás Eliades Vesga

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