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Un año trascendental

Hoy comienza la tercera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, en Costa Rica. El tema: dar forma de manera conjunta a la agenda global.

Federica Mogherini * / Exclusivo para El Espectador
28 de enero de 2015 - 03:02 a. m.

Los pueblos de América Latina, el Caribe y Europa tienen una larga historia de aspiraciones comunes. A menudo nuestros destinos se han cruzado, hemos pasado tiempos difíciles, incluso dramáticos; hoy en día compartimos un deseo de paz y prosperidad que nuestras raíces culturales e históricas han contribuido a fortalecer. Por eso me alegra particularmente —y la invitación para mí es un honor— participar en la celebración de la tercera cumbre de la Celac, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, que se celebrará en San José esta semana. A este importante evento traigo un mensaje de amistad, de apoyo y de cooperación de la Unión Europea.

La cumbre de San José será una oportunidad de escuchar de primera mano las esperanzas y ambiciones que esta gran región tiene para sí, para sus ciudadanos y para todos nosotros, a medida que los países de la Celac siguen reafirmando su papel en el resto del mundo en cuestiones que nos afectan a todos: el cambio climático, la energía, los derechos humanos, la seguridad, el comercio, la cultura.

Esta reunión representa la conclusión de una activa y exitosa presidencia pro témpore de Costa Rica, país que pasará el liderazgo regional a Ecuador en lo que será un año de mucha actividad. Efectivamente, 2015 estará marcado por otro acontecimiento importante en junio próximo en Bruselas, cuando tendremos el placer de acoger a sus líderes para la segunda cumbre UE-Celac.

En San José también tendré la oportunidad de reiterar a América Latina y Caribe, después de los primeros meses de mi mandato, el renovado impulso que la UE quiere dar a nuestras relaciones. Una nueva mirada política abierta, consciente de que el fortalecimiento de nuestra relación es una prioridad estratégica. En un mundo tan fragmentado, donde el desarrollo y la democracia están tan amenazados, se nos pide trabajar como europeos, latinoamericanos y caribeños en nuevas perspectivas para un espacio seguro de paz y diálogo. Sólo una visión política compartida de los principios que hemos de defender puede prepararnos para estos desafíos. Es por eso que Europa está siguiendo de cerca el debate sobre una integración más profunda que está pasando en América Latina y el Caribe. Y es por eso por lo que realmente necesitamos profundizar nuestra integración. El cambio histórico en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es sin duda una buena noticia. Por eso tengo tantas expectativas sobre el resultado de la próxima cumbre UE-Celac en Bruselas. Estaré en San José para trabajar con sus líderes, para ver de qué manera podemos sacar el mayor provecho para todos nosotros a la asociación UE-Celac.

La UE y la Celac representan 61 estados, casi un tercio de los miembros de las Naciones Unidas. Pero somos mucho más que la suma de nuestras partes. Tenemos, por supuesto, diferentes puntos de vista y enfoques, pero es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y esta asociación entre nuestras dos regiones es muy necesaria en un mundo cada vez más complejo, donde los principios fundamentales del orden internacional están en juego. Juntos podemos influir en las decisiones sobre cuestiones importantes que nos afectan a todos.

En lo que se refiere al cambio climático, los países de la Celac son socios comprometidos en llevar adelante este programa y felicito al Perú por la excelente gestión de la última Conferencia de las Partes de diciembre (COP 20). Ahora tenemos que seguir construyendo sobre el resultado de Lima y trabajar duro para lograr un acuerdo global y jurídicamente vinculante en la conferencia de París el próximo mes de diciembre.

Otra cuestión global, donde la UE y los países de la Celac pueden unir sus fuerzas es la lucha contra la pobreza. Durante la última década se ha logrado mucho en América Latina y el Caribe: la pobreza se ha reducido en casi la mitad. Esto se debió principalmente al crecimiento económico y programas sociales focalizados. Como UE, la mayor parte de nuestra cooperación financiera en todo el mundo se centra en la lucha contra la pobreza y la promoción del desarrollo sostenible. La UE sigue siendo el mayor donante multilateral en toda la región, con más de 5.000 millones de euros para ayudar a los más vulnerables a través del continente. Cinco años después del catastrófico terremoto, nuestro compromiso en ayudar a Haití sigue siendo total, con más de 1.000 millones de euros dedicados, entre otros objetivos, a la reconstrucción de viviendas, a la recuperación económica y a la gobernanza. Es imprescindible que la UE y los países de la Celac sigan trabajando juntos en proyectos concretos a nivel local y persigan objetivos ambiciosos en el plano internacional. Vamos a coordinar mensajes y a unir nuestras fuerzas en las conversaciones sobre desarrollo sostenible a escala global (la llamada agenda para el desarrollo pos-2015) y así dar respuesta a los llamamientos de los ciudadanos para un mundo más justo.

Sin embargo, no puede haber verdadero desarrollo sin seguridad, en todos sus aspectos. La UE y los países de la Celac tienen la oportunidad y la responsabilidad de hacer más de manera conjunta en la lucha contra el crimen organizado y el tráfico de drogas, a la hora de combatir el terrorismo y restaurar la paz en situaciones posconflicto en las Américas y más allá. Chile y Colombia han firmado acuerdos para participar en misiones de gestión de crisis de la UE, por ejemplo en la lucha contra la piratería en la costas de Somalia. En muchos países de la Celac, la paz ha vuelto después de largos años de trágicos conflictos. En Colombia, negociaciones prometedoras están en curso y la UE está dispuesta a seguir apoyando el proceso: tuve la oportunidad de compartir puntos de vista sobre esta cuestión con el presidente Santos durante su reciente visita a Bruselas.

La seguridad es un desafío común que requiere ser abordado de manera compartida, no sólo a través de la acción de las fuerzas de seguridad sino también con medidas sociales y de desarrollo, a través de la creación de empleo, el crecimiento y la defensa de la dignidad humana.

Aquí de nuevo, profundos lazos económicos unen a nuestros pueblos a ambos lados del Atlántico. La UE es el segundo socio comercial y el primer inversor extranjero de la región Celac, con un impresionante stock de inversiones de 464.000 millones de euros, lo que supone una cifra superior a la suma de las inversiones de la UE en China, India y Rusia combinadas. Considero que es justo definir las inversiones de la UE como inversiones de calidad, socialmente responsables, con valor añadido en términos de creación de empleo, transferencia de tecnología e investigación, e innovación. El desarrollo sostenible y la responsabilidad social corporativa están en el corazón de nuestros acuerdos comerciales, que esperamos poder ampliar a más países de la región. Pero el comercio y la economía en general son calles de doble sentido. Las inversiones de América Latina y el Caribe en países de la UE crecen cada año y Brasil es ahora el segundo inversor en países de la UE, después de los Estados Unidos, lo que contribuye a la creación de nuestros propios empleos y crecimiento.

Los últimos años han sido definidos como la “década de oro”, pero ¿cómo consolidar los buenos resultados obtenidos? ¿Cómo aseguramos que el crecimiento siga siendo sostenible, beneficie a sectores cada vez más amplios de la sociedad, habilite el progreso a la vez que respeta el medio ambiente, tanto en países de la Celac como en Europa? ¿Cómo gestionamos los recursos y damos forma al futuro de nuestros hijos, basándonos en orientaciones determinadas a través de opciones democráticas? Coincidimos con muchos líderes de países Celac, como la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quienes consideran que la respuesta se ha de buscar en la educación, innovación tecnológica y el desarrollo de negocios de un gran valor añadido. ¿Podemos trabajar también sobre estos temas? Horizonte 2020 es el nuevo programa de la UE dedicado a la investigación y la innovación tecnológica, con un presupuesto de 80.000 millones de euros en siete años. Es el programa de investigación más grande del mundo, plenamente abierto a investigadores de todo el planeta. ¡He aquí un área con un potencial único de crecimiento para nuestras dos regiones!

Con una gama tan extensa de oportunidades, con tantas maneras de transformar nuestros desafíos en historias conjuntas de éxito, miremos con esperanza hacia las cumbres, con la certeza de que el partenariado UE-Celac puede realmente cambiar las cosas a ambos lados del Atlántico.

 

 

* Alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidenta de la Comisión.

Por Federica Mogherini * / Exclusivo para El Espectador

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