Una red mundial de espionaje

Crece el escándalo por el acceso ilimitado a emails, documentos, audios, videos, chats, transferencias y blogs de millones de personas en Estados Unidos y el planeta entero.

Álvaro Corzo
08 de junio de 2013 - 09:00 p. m.
Al presidente de Estados Unidos lo llaman irónicamente “George W. Obama”, pues criticó las prácticas antiterroristas de su antecesor y hoy las aplica.  / AFP
Al presidente de Estados Unidos lo llaman irónicamente “George W. Obama”, pues criticó las prácticas antiterroristas de su antecesor y hoy las aplica. / AFP

¿Qué es más peligroso, el terrorismo o nuestro propio gobierno? Esto es lo que se preguntan por estos días muchos estadounidenses, luego de conocer los perturbadores detalles de lo que sería la red de espionaje de comunicaciones más grande de toda la historia. Lo peor de todo es que, según se supo, la administración de Barack Obama llevaría haciéndolo en secreto los últimos seis años

Todo empezó con una orden judicial secreta filtrada al periódico británico The Guardian, en la que se obliga a Verizon, la segunda compañía de telefonía más grande de EEUU., permitir a la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) recolectar los registros telefónicos de todos sus clientes comerciales. Con quién hablaban, su localización, duración, frecuencia. Todo menos la conversación como tal. Programa del que, se conoció en las últimas horas, también harían parte ATT y Sprint, los otros dos barones de la telefonía celular en EE.UU., quienes en total suman más 200 millones de clientes.

Ya se habían prendido las alarmas semanas atrás cuando se conoció que el Departamento de Justicia, en otro caso de interceptación secreta, espiaba las comunicaciones del periodista James Rosen, de Fox News, y de otros veinte comunicadores de la agencia AP, para identificar las fuentes secretas de estos periodistas en temas como seguridad. ¿La razón? Confirman muchos analistas: evitar reportes como los que hoy tienen a Barack Obama en el centro del huracán.

“Queremos oírlo todo, saberlo todo. Con quiénes hablan, por cuánto tiempo, desde dónde lo hacen”, decía George W. Bush al justificar las interceptaciones telefónicas como herramienta para combatir el terrorismo. Hoy de forma irónica quien lo hace es Obama, quien en su campaña presidencial en 2008 denunciaba este tipo prácticas prometiendo no hacer nada a espaldas de los estadounidenses.

Sin embargo, hoy sus palabras son otras. “No se puede tener 100% de seguridad y tener 100% de privacidad a la vez, sin tener algún tipo de inconvenientes” dijo Obama en su defensa al referirse al escándalo sobre estas interceptaciones, las cuales en teoría habían acabado con la salida Bush, pero que hoy día son 100% legales mediante una reinterpretación del Patriot Act, el cual las permite con ordenes judiciales. La diferencia es que ahora éstas son de tipo secreto y que las interceptaciones no sólo se realizan a una persona o grupo en particular, sino a todo el proveedor de servicio telefónico, como quedó evidenciado esta semana.

Si bien el objetivo de George W. Bush era netamente antiterrorista, hoy conocemos una red de espionaje que va más allá del aspecto telefónico, “lo que vemos aquí es un alcance casi total, que no sólo abarca a EE.UU., sino posiblemente a gran parte del planeta”, explicó a los medios de comunicación William Binney, exfuncionario de la NSA, quien salió luego del 9/11 por no estar de acuerdo con el tipo de interceptaciones que la agencia de seguridad estaba realizando.

Así lo confirma otro informe filtrado a la prensa esta semana, el cual dio a conocer la existencia de Prism, un programa secreto del NSA, el cual le permite el acceso a los servidores de Google, Microsoft, Yahoo, Facebook, Skype, Youtube y Apple. De esta manera la agencia de seguridad e información más grande del planeta tiene acceso ilimitado a emails, documentos, audios, videos, chats, fotografías, transferencias y blogs de millones de personas en EE.UU. y el mundo. “El hecho de que hoy en día la mayoría de la comunicación en todo el mundo sea través de internet y que Estados Unidos posea gran parte de la infraestructura para que esto ocurra, le permite a un programa como Prism interceptar gran parte de las comunicaciones de todo el planeta”, añade Binney.

El programa que está en acción desde 2007 permite al gobierno estadounidense indemnizar a las compañías que se unan al programa en contra de futuras acciones legales por parte de sus usuarios. Si bien en 2006 el periódico USA Today hablaba de un programa secreto y básicamente ilegal entre la administración Bush y operadores telefónicos como ATT, hoy se conoce que esta administración legalizó su implementación mediante la aprobación del Foreign Intelligence Surveillance Act en 2011.

Pero el escándalo no para allí, se acaba de conocer que la agencia de inteligencia británica GCHQ ha estado secretamente envuelta en un programa parecido en los servidores de su país mediante una acción encubierta gracias a la ayuda del NSA. Hecho que tiene no sólo a ciudadanos en Inglaterra sino en el resto de Europa preocupados por su privacidad en la red.

Bien advirtió el senador demócrata por el estado de Oregon Ron Wyden sobre del alcance del Foreign Intelligence Surveillance Act en 2011 al dar su voto negativo. “Cuando las personas en Estados Unidos se den cuenta de lo que este gobierno está haciendo de manera secreta con el Patriot Act, quedarán perplejas y con mucha rabia. Y nosotros (congresistas) nos preguntaremos sí sabíamos lo que realmente esta ley permitía”.

No en vano se vuelve a hablar por estos días del documento publicado en octubre de 2012, conocido como el OCEO (Manual de Operaciones Ofensivas Cibernéticas), el cual Obama pidió a las centrales de inteligencia. El objetivo: configurar una base de datos sobre potenciales blancos enemigos sobre los cuales realizar ataques cibernéticos, justamente como el que hizo recientemente en contra de Siria.

Razón por la cual y por primera vez en mucho tiempo se han unido los defensores de los derechos civiles en Estados Unidos, líderes del Partido Demócrata como el exvicepresidente Al Gore —quien ha llamado este escándalo como algo inaceptable por parte de la administración Obama— hasta el Tea Party en cabeza de Rand Paul, senador por el Estado de Kentucky —quien dijo que este escándalo no era más que otro asalto en contra de la constitución perpetrado por la actual administración—.

Por si fuera poco, el nerviosismo no para de crecer al conocerse que Obama tiene como candidato para dirigir el FBI a James B. Comey, republicano que trabajó de la mano con George W Bush en temas de seguridad y quien a fin de cuentas será el oficial responsable de pedir este tipo de órdenes judiciales secretas para todo tipo de operaciones de inteligencia en los próximos diez años.

Se espera que durante esta semana se pronuncien todos los actores en esta cadena de espionaje dentro y fuera de los Estados Unidos, así como que se den a conocer más detalles sobre el verdadero alcance de Prism y de otros proyectos réplica alrededor del globo. Los defensores de la privacidad seguirán alzando su voz de protesta en contra de su presidente, a quien hoy llaman de forma irónica “George W. Obama”.

Por Álvaro Corzo

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