:format(jpeg)/www.elespectador.comhttp://thumbor-prod-us-east-1.photo.aws.arc.pub/mQejl_G7XwbVG5aBouQdgbfhgCI=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/3FBMSIVBLFHGVDXCBGDI4CXLTY.jpg)
Para aquellos que están esperando que la segunda vuelta de las elecciones presidenciales chilenas del domingo sea emocionante y reñida, deben prepararse para estar decepcionados. Tras una primera ronda aparentemente decisiva el 17 de noviembre, Michelle Bachelet del Partido Socialista se confirmó como la principal candidata, recogiendo el 46.7% de los votos. Sin embargo, no logró el 50% necesario para ganar una victoria absoluta. Por lo tanto, el país vuelve a las urnas el domingo, en lo que probablemente dará lugar a otra oportunidad para Bachelet de gobernar el país. Los chilenos debían también renovar 20 bancas del Senado y la totalidad (120) de la Cámara de Diputados, además de 280 consejeros regionales.
La cantidad de votos para Bachelet y su Partido Socialista fue casi el doble sobre su rival de la derechista coalición Alianza, Evelyn Matthei, quien obtuvo sólo el 25%. El resto de los votos se dividieron entre otros siete competidores. Dos de ellos, Marco Enríquez Ominami y Franco Parisi, obtuvieron aproximadamente el 10% cada uno. Además, ninguno de los candidatos que abandonaron la carrera ha apoyado a Matthei desde la primera ronda. Dado que ella es la competidora más peligrosa de Bachelet, los resultados de las elecciones del domingo parecen estar garantizados a favor de los socialistas. Los chilenos parecen ya saberlo.
Según expertos y analistas políticos, la participación de votantes en la segunda vuelta será inferior a la registrada en la primera ronda, probablemente debido a las altas expectativas del público sobre que la victoria de Bachelet. En noviembre, 6,7 millones de personas votaron, de un total de 13,5 millones registrados en el padrón electoral después de establecerse la inscripción automática y el voto voluntario en 2012. Patricio Santamaría, presidente del Consejo Directivo del Servicio Electoral aseguró que “la lógica indica que la participación va a bajar”.
El analista Patricio Gajardo, de la Universidad del Pacifico, apoyó las predicciones de Santamaría, sugiriendo que la participación debería bajar "porque ya se sabe quién va a ganar" y porque las campañas no han logrado crear un ambiente proclive a una mayor concurrencia a las urnas. Ambas candidatas han hecho continuos llamados a la gente a votar, pero según las opiniones de varios expertos, estos esfuerzos han sido un tanto inútiles.
Un debate fue televisado el martes, en que Matthei recordó a los votantes los fracasos de la primera administración de Bachelet, entre 2006 y 2010. La candidata de la Unión Demócrata Independiente (UDI) la acusó, por ejemplo, de responder lentamente y de forma inadecuada al terremoto y al tsunami de febrero 2010, que mató a más de 500 personas. Pero los intentos de criticar a la exmandataria nunca parecen resonar con el público, ya que Bachelet simplemente esbozó sus planes para el futuro de Chile, hablando de subidas de impuestos, reforma a la educación, un nuevo sistema electoral y una nueva constitución, sin necesidad de esforzarse para responder a los comentarios de Matthei.
Kirsten Sehnbruch, profesor de política pública en la Universidad de Chile, ha acreditado la falta de voluntad de los ciudadanos a ceder a las críticas de Bachelet gracias a su imagen confiable: "Sus errores se perdonan más fácilmente que los de otros políticos. La razón es que la gente realmente cree que ella hizo lo que pudo. Ellos confían en ella".
Tras la primera ronda, Bachelet afirmó a sus partidarios en Santiago que "el país ha votado en su mayoría para la propuesta que hemos hecho para Chile, para que Chile sea de una vez por todas el país moderno y justo que queremos. Ganamos esta noche y trabajáramos para ganar por un amplio margen en diciembre". El domingo se sabrá si sus intentos han sido suficientes, aunque se podría pensarse que si no, el mundo entero se quedará en estado de shock.