Las voces críticas de Mandela

Algunos sudafricanos piensan que el líder vendió la lucha de liberación durante las negociaciones secretas de 1986.

Santiago Villa Chiappe / JOHANNESBURGO
08 de diciembre de 2013 - 07:00 a. m.
En Sudáfrica hay algunas voces  críticas contra el héroe de la paz.  / AFP
En Sudáfrica hay algunas voces críticas contra el héroe de la paz. / AFP

El biógrafo oficial de Nelson Mandela, el periodista británico Anthony Sampson, eliminó de su manuscrito un episodio de la vida del padre de la nación, a petición de la oficina de la presidencia de Sudáfrica. Éste provenía de las notas hechas por el abogado de Mandela, Ismail Ayob, y se refieren a una visita que el 19 de mayo de 1986 le hizo Winnie Mandela, su esposa de ese entonces, al prisionero político más famoso del mundo en la Prisión Pollsmoor.

Cuando Winnie hizo esta visita, la violencia en el país estaba llegando a uno de sus clímax recurrentes. En 1984 se había dado una serie de pequeñas insurrecciones violentas y espontáneas en el centro del país. Esperanzados por estos levantamientos, los miembros en exilio del Congreso Nacional Africano (CNA) enviaron a 150 cuadros de guerrilla mal entrenada a Sudáfrica, en un intento por encender la mecha de la revolución. Eran miembros del brazo armado del CNA, Umkhonto we Sizwe (MK), fundado por Nelson Mandela un par de décadas atrás. Para 1986, todos estos guerrilleros habían sido ejecutados por los servicios de seguridad sudafricanos.

Este fracaso, entre otros, generó el debate dentro del CNA de cómo enfrentar el problema cada vez mayor que suponía para la organización el que algunos civiles negros colaboraban con las fuerzas de seguridad del Estado. Una solución informal y espontánea, que no fue ni aprobada ni reprobada por el CNA, fue quemarlos vivos. La práctica se conoce como “hacer el collar”, y consiste en envolver el cuello de una persona con un neumático de gasolina y prenderle fuego.

Un mes antes de la visita de Winnie Mandela a la Prisión Pollsmoor, la esposa de Nelson Mandela dijo en un discurso: “juntos, tomándonos de la mano, con los fósforos, con el collar, liberaremos este país”. Las notas que de la reunión hizo el abogado de Mandela decían: “Nelson Mandela aprobó el discurso de Winnie Mandela sobre el collar. Dijo que era algo bueno, pues desde entonces no había habido una sola persona negra que hubiese atacado a Winnie Mandela”.

Es difícil determinar el sentido y el motivo de la aprobación que Nelson Mandela hizo del llamado a la violencia de Winnie. El contexto que sobrellevaba Sudáfrica en 1986 era muy distinto al de 1990 en adelante, cuando Mandela fue liberado, y pudo iniciar una vida pública durante la cual demostró el compromiso con la solución negociada que hoy el mundo conmemora.

Sin embargo, cuando se produjo este encuentro, las negociaciones entre el líder preso y el gobierno apartheid ya estaban iniciando. Dos meses más tarde, Nelson Mandela comenzó la serie de 47 reuniones con el ministro de justicia, Kobie Coetzee, y con Niel Barnard, el jefe del Servicio Nacional de Inteligencia, que culminaron con la audiencia que el entonces presidente de Sudáfrica, PW Botha, le concedió a Nelson Mandela en 1988.

Cuando la dirigencia del CNA supo que Mandela se reunía con el enemigo sin haber consultado al partido, muchos asumieron que estaban siendo traicionados, y que Mandela los estaba vendiendo al gobierno. Algunos sudafricanos siguen pensando que Mandela vendió la lucha de liberación durante estas negociaciones secretas. En el año 2012, la liga de juventudes de la organización política radical, Azapo, hizo un llamado para que Mandela se disculpara al país antes de morir, por haber aceptado cláusulas en una constitución amañada. Según el comunicado de la liga de juventudes de Azapo, las condiciones permitieron que se mantuviera intacto el poder del gran capital, y esto ahora haría imposible que el gobierno cumpla con sus obligaciones hacia el pueblo.

Cuando el CNA supo en 1988 que Mandela buscaba negociar con el gobierno y que ya había establecido contacto con sus funcionarios, un ala del partido consideraba que estaban a punto de ganar la lucha armada. “No pensábamos que fuera el momento para que hubiera negociaciones porque íbamos a destrozar al Estado apartheid”, le dijo Cyril Ramaphosa, hoy presidente encargado del CNA a la periodista Patti Waldmeir. “El país era ingobernable. Había huelgas por todas partes y, cada vez más, pensábamos que todo esto estaba llevando a la hora de la verdad, y allí estaba Mandela negociando”.

De igual forma, cuando el gobierno sudafricano inició los diálogos con el CNA, muchos partidarios del Partido Nacional afrikáner lamentaban una capitulación del gobierno justo cuando pensaban estar al borde de ganar la guerra. El negociador siempre será acusado de traición.

Los principales actores del proceso de negociación en Sudáfrica han afirmado que aceptaron sentarse a la mesa cuando cayeron en cuenta de que no iban a ganar la guerra. Lo escribió Mandela en su autobiografía y también lo ha dicho Barnard en entrevistas. Una vez iniciados los contactos mutuos, una de las grandes dificultades para cada bando fue convencer a sus propios copartidarios de la necesidad de una salida negociada. Ambos extremos pensaban estar al borde de la victoria, y estaban dispuestos a luchar hasta el último hombre, pero la historia no les dio la razón.

 

 

santiagovilla@hotmail.com

@santiagovillach

Por Santiago Villa Chiappe / JOHANNESBURGO

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