"A Javier Velasco, que lo perdone Dios. Yo no puedo"

Cuando Velasco asesinó a Rosa Elvira Cely, se supo que 10 años atrás había matado a Dismila Ochoa. La hermana de Rosa Elvira y la hija de Dismila intentaron, sin éxito hasta ahora, conocerse . Así fue su encuentro a instancias de El Espectador.

Diana Carolina Durán Núñez
14 de junio de 2015 - 02:00 a. m.
"A Javier Velasco, que lo perdone Dios. Yo no puedo"

El 3 de junio de 2012, Javier Velasco Valenzuela amaneció por segunda vez en su vida en la cárcel Modelo de Bogotá. Recién capturado, era el sospechoso principal del crimen más falto de piedad que se hubiera visto contra una mujer en mucho tiempo, una mujer llamada Rosa Elvira Cely. La violó, la apuñaló y la empaló. Su llegada a ese lugar, precisamente, en esa fecha, precisamente, encerraba dos coincidencias lúgubres que en ese momento sólo él conocía: diez años atrás había estado recluido en el pabellón psiquiátrico por haber acabado con la vida de otra mujer, una mujer llamada Dismila Ochoa. Fueron 17 machetazos. Era 3 de junio de 2002.

La semana pasada, el Congreso aprobó la ley “Rosa Elvira” para reconocer que en Colombia hay feminicidios, que a veces a las mujeres las matan sólo por ser mujeres, como si el género fuera una especie de deuda que adquirimos sólo con venir al mundo. Cual maremoto, la decisión golpeó el baúl de recuerdos de Nasly Yépez, la hija de Dismila Ochoa, quien me contactó para pedirme un teléfono en relación con el caso de su madre. Esa llamada llevó a una reunión en el occidente de Bogotá. Esa reunión llevó a una propuesta: conocerse con Adriana Arandia, la hermana de Rosa Elvira Cely. Y esa propuesta llevó a que ellas dos, por primera vez, se encontraran y se sentaran a hablar del hilo invisible, trágico e irrompible que las une.

Nasly:Yo quería conocerla, unirme a lo que usted estaba haciendo. Los veía en las noticias y sabía que ustedes estaban pasando por lo mismo que pasamos nosotros. En el programa de Pirry le envié mis condolencias a su familia

Adriana: Nosotros pedimos que nos ayudaran a hacer el contacto con ustedes pero nadie, nunca...

Nasly: ¿Ellos se conocían?

Adriana: ¿Mi hermana y él? Sí, estudiaban no en el mismo curso pero sí en el mismo colegio. Estaban validando de noche.

Nasly: Con mi mamá fue totalmente diferente. Él dijo que ese día la conoció, que tomaron cerveza, que estaba celosa, que ella era la que le iba a pegar a él, que tuvieron relaciones; pero, según Medicina Legal, no había rastro de relaciones sexuales ni de alcohol.

Adriana: ¿Tu mamá llevaba mucho tiempo trabajando en Bogotá?

Nasly: Dos años. ¿Cómo está su mami?

Adriana: Pues bien, lo que pasa es que es muy difícil y pues ella todo lo somatiza en el cuerpo, entonces se enferma mucho, es hipertensa, los huesos le duelen mucho…

Nasly: Así está mi abuelita. Ella llora como si fuera el primer día.

Adriana: Cuando pasó lo de mi hermana, ¿tú estabas en Bogotá?

Nasly: Sí, claro. Yo sentí que me enloquecía…

Diana: ¿Cómo recibió cada una la noticia? ¿Nasly, la de la muerte de Rosa Elvira; y Adriana, el antecedente de Dismila, la madre de Nasly?

Nasly: Yo estaba embarazada y tenía 16 años cuando sucedió lo de mi mami. A las 5 de la tarde me llamó la patrona de ella, porque trabajaba en casa de familia en el norte, a contarme. Me sentí morir, estuve a punto de perder mi bebé… No sabía quién era la persona que la había matado, mi abuelita tenía mucho miedo de que yo viajara a Bogotá para saber la realidad y todo se quedó ahí, sólo teníamos su nombre por los papeles de Medicina Legal: Javier Velasco Valenzuela. Hasta que pasó el caso de Rosa Elvira y ya eso fue una bomba en las noticias... Al darme cuenta de que era el mismo tipo, sentí el mismo dolor de cuando me pasó a mí.

Adriana: Yo me enteré el día de la audiencia de imputación de cargos de todo lo que había hecho este criminal. No sabía cuáles eran sus alcances, o que ya había matado a una mujer. Para mí fue súper fuerte, aparte de todo lo de mi hermana, saber que ya había cometido un crimen y que el Estado lo había dejado suelto. Era muy difícil preguntarse si se hubiera podido realmente impedir lo que le pasó a mi hermana.

Nasly: Cuando pasó lo de mi mamá… Yo no sé, no soy conocedora de leyes, pero tengo claro que el Estado me falló.

Diana: ¿Qué pensaron al enterarse de que él había abusado de sus hijas?

Nasly: Que es una persona inhumana, que no merece estar, no merece vivir.

Adriana: Yo tuve todas las sensaciones e impresiones al escuchar ese historial de crímenes. Nos preguntábamos por qué estaba suelto, por qué si su mujer lo había denunciado estaba suelto, por qué si ya había cometido un asesinato seguía suelto. ¿A cuántas mujeres más lastimó? ¿Y si nunca las encontraron? ¿Y si nunca lo inculparon? Eso no lo sabremos.

Diana: ¿Creen que la primera reacción de las autoridades en estos dos casos fue la adecuada?

Nasly: Según lo que él (Javier Velasco) dice, la Policía lo encontró de inmediato. Pero para mí es muy difícil contar cómo pasaron las cosas porque yo no vivía acá, y sólo está la versión de él. Para mí todo está muy confuso.

Adriana: En el caso de mi hermana, los medios saben: la negligencia total. Ella llamó al 123 y no llegó la ambulancia, una que iba pasando la recogió; no la llevaron ni al Hospital Militar ni al San Ignacio, sino al Hospital Santa Clara, que queda muy retirado. Desde que mi hermana llamó dijo que había sido violada, que no se podía mover y que se iba a morir: ¡¿cómo es posible que llegue al hospital y no sea atendida inmediatamente como una urgencia vital?! La sentaron en una silla de ruedas cuando no se podía sentar (había sido empalada). Y luego, un proceso aún más difícil: la denuncia. Las evidencias que recogieron en el hospital se quedaron ahí cuatro días, los días que ella duró viva, y nadie las recogió. Yo entiendo cómo funcionan esos procedimientos, pero, ¿por qué no podían hacer algo ya, rápido, antes de que ella muriera?

Diana: ¿Alguna de ustedes ha intentado sacar una cita en la cárcel para hablar con Javier Velasco?

Nasly: Yo una vez quise, pero no encontré el apoyo de nadie y al final no lo hice por odio. Hay momentos en que sí quiero verlo, otros en que no. No sé verlo para qué, no sé cuál sería mi reacción. Creo que me le iría encima. O le preguntaría por qué mató a mi mamá, si la conocía realmente. No sé. Lo que sé es que no es un loco.

Adriana: Yo lo conocí en las audiencias. Analizaba muchas cosas, quería ver señales de que mi hermana sí lo hubiera atacado porque ella tenía muchas muestras en sus uñas. No le veía mucho de eso, pero cuando a este tipo le estaban leyendo todas las pruebas en su contra y empezó a reírse... Yo quería como cogerlo y hacer algo, pero me contuve. Siempre quise, y todavía quiero y pido, que lo hagan hablar. O sea, el tipo no está loco, como dice Nasly. Es simplemente el perfil de un abusador. Quiero que nos diga de su propia voz el por qué. No el cómo, eso ya lo tenemos. Nunca he querido sacar una cita para hablar con él porque no me interesa, pero quisiera resarcir ese dolor con esa verdad.

Nasly: Es muy difícil, pero sí, a mí me gustaría escucharlo.

Diana:Adriana, ¿cuál era la actitud de Javier Velasco en las audiencias? ¿Qué decía su lenguaje corporal?

Adriana: Que no le preocupaba nada. Creo que por eso pasaba por “normal” en el colegio, por tranquilo. Escuchaba, se reía en algunas ocasiones, pero así, súper fresco, no le importaba nada. En la última audiencia habló, le pidió a la juez por su seguridad porque lo estaban amenazando en la cárcel, pidió perdón, dijo también “que Dios nos perdone a todos” muy tranquilo, como si no hubiera cometido delito. Yo lo miraba en algunas ocasiones, pero nunca me fijé que me estuviera mirando, trataba de ignorarlo, porque eso también daña.

Diana: Rosa Elvira tenía una hija de 12 años. Dismila tenía un nieto que hoy tiene 12 años. ¿Qué les dijeron a esos niños sobre lo que les pasó a su madre y abuela?

Nasly:Pues… cuando Luis Ferney me preguntó: “Mami, ¿quién es tu mamá”’, todo se me fue al piso. Le respondí que mi mamá estaba en el cielo y él me dijo que era su abuelita y que quería saber por qué estaba en el cielo. Para mí eso fue desagarrador. Yo le conté la verdad —aunque sin detalles porque pienso que está muy pequeño—, le dije que la había matado un señor. ¿Que por qué? Le dije que no sabía. Él llora mucho, a pesar de que no la conoció. De algunas cosas se enteró con el caso de Rosa Elvira.

Adriana:Juliana tuvo psicóloga desde el primer día, cuando mi hermana murió, y tratamos de que no supiera y no viera noticias, para saber nosotras cómo manejar la situación. Ella supo por una niña que le mostró un periódico. Lloró mucho. No era la forma, pero creo que la ayudó a fortalecerse. Ella sigue con su acompañamiento psicológico; le tocó madurar a la fuerza, pero es una niña muy madura y empoderada, lucha en su colegio, está pendiente de si hay niñas maltratadas. En el anterior colegio le hicieron bullying, fue la misma niña que le mostró el periódico, pero afortunadamente lo detectamos a tiempo y la retiramos del colegio.

Diana:A veces, cuando agreden a una mujer, hay personas que las culpan de la agresión. ¿Alguien les dijo algo así?

Nasly: No, a mí no.

Adriana: Sí, a veces dando las condolencias se oían comentarios como “¿ella por qué se fue a tomar con él?” “¿Por qué aceptó salir con él?” La gente, siempre justificando las violencias hacia las mujeres.

Diana: ¿Es posible perdonarlo?

Adriana: Noo, noo. Y la persona que diga que perdona de corazón en un caso como éste, cuando una persona mata a un ser querido de uno de la forma que él mató a mi hermana, no es posible.

Nasly: Yo le pido mucho a mi Dios que me dé paz y no mirar lo que él hizo, pero… que lo perdone Dios. Yo no lo perdono.

Diana: Cuando piensan en lo que han vivido, ¿qué les dice a ustedes la palabra justicia?

Adriana: Si el Estado hubiera hecho valer sus leyes, seguro que el tipo no hubiera estado libre, hubiera estado encerrado y no le hubiera hecho daño a mi hermana, ni tampoco a las hijas de él. Se hubieran podido evitar los delitos que cometió. Para mí, la muerte de mi hermana es el resultado de ese actuar negligente de la justicia frente a ese primer momento, la muerte de Dismila, la madre de Nasly. A eso súmele la Policía, la ambulancia, el 123 que no funcionaron… todas las violencias que existen, todas las vivió mi hermana.

Diana: ¿Y usted, Nasly? ¿Hubo justicia en el caso de su mamá?

Nasly: Creo que la justicia no actuó como tenía que hacerlo. No sé si estoy equivocada, pero para mí no existe otra palabra para el Estado que negligencia. A él lo dejaron en libertad y no debían... el caso de mi mamá no sirvió mucho para que ese criminal no siguiera matando... no sé, no sé cómo...

(En este momento, Nasly solloza unos minutos. Nosotras callamos y esperamos a que recobre el aliento)

Nasly: Creo que no soy capaz de seguir.

* * *

Un día después de esta conversación, Nasly y Adriana se encontraron en un lugar que Adriana ha visitado muchas veces, pero que Nasly no conocía: el Parque Nacional, el lugar donde Rosa Elvira Cely fue brutalmente atacada por Javier Velasco, en la madrugada del 24 de mayo de 2012. Se reunieron en el lugar donde hoy yace una placa que dice:

“En memoria de Rosa Elvira Cely. Te llevaremos en el corazón. Ni una rosa más”

Dismila Ochoa está enterrada en el cementerio de Río Nuevo, una vereda de Valencia (Córdoba). No tiene ninguna placa en ningún parque. Pero su hija le pide a este país sin memoria que no la eche al olvido.

 

 

 

dduran@elespectador.com

Por Diana Carolina Durán Núñez

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