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Piezas de un carrusel notarial

Antiguas fichas del juego notarial, cercanas a la casa Uribe, reaparecen en el concurso público que en pocos días entregará 159 notarías. Miembros del Consejo Superior de la Carrera Notarial dicen que el proceso está blindado.

Norbey Quevedo H.
28 de enero de 2012 - 09:00 p. m.

Hace dos semanas, a instancias de la Superintendencia de Notariado y Registro, se empezaron a conocer los resultados finales del concurso notarial. Para muchos de los 17 mil aspirantes acceder a una de las 159 notarías que están en juego representa el equivalente a ganarse una lotería. Sin embargo, entre muchos de los elegidos hoy reina la decepción. La razón: en la recta final del proceso aparecieron sorpresivamente algunas viejas y poderosas caras del notariado.

Los aspirantes son en su mayoría profesionales desempleados, secretarios de notarías, servidores de juzgados, abogados, exjueces, exfiscales o fiscales que buscan una última oportunidad para hacerse a la gallina de los huevos de oro. Y no es para menos, se estima que una notaría en Bogotá, o en una capital, la utilidad puede oscilar entre los $80 a $200 millones al mes, como lo reconoció públicamente el notario Norberto Salamanca en 2007, un año antes de ser asesinado por sicarios en el norte de Bogotá.

Para todos era la última oportunidad, porque en una primera convocatoria ya se habían ocupado los puestos de 750 notarios. Por eso, parece que todos se estaban preparando a fondo desde el 2 de diciembre de 2010, cuando se convocó a concurso público y abierto para el nombramiento de notarios en propiedad e ingreso a la carrera notarial. “Se entregarán 159 notarías, ahora lo que quedará es graneadito, es decir, aquellas notarías que se entreguen por renuncias o edad de retiro forzoso”, recuerda Álvaro Rojas Charry, presidente de la Unión Colegiada del Notariado y miembro del consejo que elige a los notarios.

No era para menos luego de la histórica entrega de notarías a políticos o sus familiares y amigos, o el escándalo de las recibidas por Yidis Medina a través de terceros, los concursos parecieron entrar en un proceso de blindaje. Por eso se designó el Consejo Superior de la Carrera Notarial. Una especie de cónclave, conformado por altos funcionarios del Ministerio de Justicia, la Procuraduría, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, la Superintendencia Notariado y Registro y un grupo de notarios.

Este dream team impuso exigentes requisitos para los participantes. Por eso, los antecedentes y méritos tenían el mayor valor sobre la evaluación, luego un examen escrito de conocimientos y un 10% final correspondiente a entrevista hecha por un jurado conformado por tres miembros delegados del Consejo Superior de la Carrera Notarial.

Y allí fue Troya, comenzó la inconformidad de los participantes. En diálogo con El Espectador, varios de ellos manifestaron que en las dos primeras pruebas tenían un buen promedio, pero a través de la entrevista se ajustaron los puntajes y muchos perdieron toda posibilidad.

“Yo tenía calificación casi perfecta por antecedentes y examen técnico, pero en la entrevista, aunque me fue bien, me dieron una baja calificación. Es inexplicable mi puntaje frente a otros participantes en donde incluso en la evaluación obtuve el máximo, diez sobre diez”, recuerda uno de los aspirantes que actualmente trabaja en una notaría en Bogotá.

Al respecto, el superintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique Vélez, señaló que: “No puede haber ninguna denuncia, porque el concurso apenas terminó, se van a nombrar los 159 notarios y nosotros ya no los nombramos salvo excepcionalmente. El 98% de ellos ya quedaron en concurso, que fue hecho por la Universidad Nacional, y obviamente puede que de las 17 mil personas que se presentaron algunas hayan mandado cartas reclamando porque no les tuvieron en cuenta un libro o algo en el puntaje, pero creo que son cosas normales en un concurso como este”.

El listado

El concurso estableció que los aspirantes se podrían presentar para diversas notarías y escoger una de acuerdo con el puntaje y los intereses. Estas se clasifican en categorías de primera, segunda y tercera. El 15 de diciembre de 2011 se publicó la lista de elegibles y su calificación por departamentos.

Escudriñando en los extensos listados y para ser nombrada como notaria en propiedad en Medellín o en el municipio de Corozal (Sucre), de donde se dice que ya aceptó, entre otros, aparece Ángela María Uribe Escobar. No tiene antecedentes penales, fiscales o disciplinarios. Sus puntajes son altos. Tiene experiencia y es hermana del exsenador Mario Uribe, condenado dentro del proceso de la parapolítica.

Uribe Escobar es abogada de 53 años, soltera, con activos cercanos a los $1.000 millones. Fue jefe de Tránsito de Antioquia y secretaria general de la Notaría Cuarta de Medellín. El 26 de enero de 2004, durante el gobierno del expresidente Uribe, fue nombrada como notaria segunda en Envigado. Sin embargo, fue al poco tiempo que se tuvo mayor razón de sus auténticos líos.

Manuel Cuello Bate, exsuperintendente de Notariado y Registro, condenado en 2008 por concusión, detalló cómo entregó notarías para pagar favores políticos. Ante la Corte Suprema señaló que el expresidente del Congreso y exsenador Mario Uribe era el dueño de Notariado.

Según Cuello, por instrucciones del excongresista Uribe, entregó en Medellín las notarías 13 y 24 a Teresa Aguilar y Jorge Uribe Escobar, hermano de Mario. También la 5ª y 6ª en cabeza de Jorge Iván Ríos y Juan José Rivera. La Notaría de Caldas (Antioquia) a Jorge Uribe Ruiz y remató su declaración a la Corte indicando que a Ángela María Uribe Escobar se le entregó la Notaría 2ª de Envigado.

El narcotraficante Juan Carlos El Tuso Sierra, extraditado, desde una cárcel en Estados Unidos también se refirió a Mario Uribe. En su explosiva declaración en marzo de 2011 dijo que varias notarías eran de Uribe y que sus titulares le tenían que entregar parte de las ganancias. Señaló, además, que en Bogotá iba a la Notaría 24 de Jorge Humberto Uribe Escobar y recordó los manejos que en Envigado hacía la notaria Ángela María Uribe Escobar.

A lo denunciado por Cuello Baute y El Tuso Sierra se sumó un publicitado escándalo denunciado por el hoy concejal Bernardo Alejandro Guerra. Era mayo de 2008 e interpuso denuncia porque cuatro notarios, entre ellos Ángela María Uribe, lo golpearon durante una reunión política en un hotel de Medellín.

Álvaro Rojas Charry, presidente de la Unión Colegiada del Notariado y miembro del consejo que elige a los notarios, señaló que: “Puede haber muchas denuncias, pero las decisiones se toman con fallos judiciales”.

Facsímil de las listas de elegibles, en donde aparecen Ángela María Uribe Escobar y Héctor Adolfo Sintura Varela.

El último notario

No hay duda de que en este concurso las notarías con mayor número de aspirantes son las de Bogotá. 696 personas componen el listado de elegibles. Se estima que habrá nombramiento en no más de tres y las restantes se adjudicarán en la medida que se vayan retirando sus titulares por jubilación a los 65 años.

Justamente la notaría que esta disponible en la capital es la 66. Su encargado es Héctor Adolfo Sintura Varela, nombrado el 5 de agosto de 2010, en uno de los últimos actos del gobierno del expresidente Álvaro Uribe, como lo denunció el periodista Daniel Coronell. Sintura era asesor del entonces ministro del Interior, Fabio Valencia Cossio. En esa cartera ya había recibido dos contratos de asesoría que suman $262 millones.

Lo paradójico del asunto es que al revisar el listado de elegibles a notarías en Bogotá del actual concurso, en el sexto lugar aparece precisamente el abogado Sintura Varela. Con un puntaje derivado de la experiencia adquirida por el encargo con el que fue beneficiado, además de su trayectoria profesional, experiencia y calificación en la entrevista. El aspirante tampoco registra antecedentes disciplinarios, fiscales o penales.

Pero las caras conocidas en el concurso no paran aquí. Una reseña histórica da cuenta de que el asunto de las notarías, pese a los controles, sigue teniendo factores hereditarios. Desde el gobierno del presidente Julio César Turbay, el notario Gustavo Téllez Riaño se convirtió en un símbolo del sector. Se retiró hace varios años, pero su generación tiene notarías y algunos de sus familiares también aspiran en el actual concurso.

Su segunda esposa, Cristina Fandiño de Téllez, es notaria de Cajicá. Su hijo mayor, Fernando, actual notario segundo de Barranquilla, aparece noveno en el listado de elegibles para una plaza en Bogotá. Su hija Patricia también es la notaria 72 de Bogotá. A su vez, el esposo de ésta, José Miguel Pinilla, también, aunque en un puesto intermedio. Está como elegible para notario en la capital de la República.

Asimismo, salieron ranqueados en el listado de elegibles para Bogotá: Mauricio García Herrera, hijo del exnotario Orlando García Herreros, y Natalia Perry Turbay, hija de la notaria Magda Turbay.

En las próximas semanas seguirán llegando cartas a los elegidos en el concurso notarial. Deberán informarle a la Superintendencia de Notariado y Registro si aceptan la postulación para luego esperar a que surjan vacantes. Pero como están las cosas, la ilusión de tener una rentable notaría está cada día más lejos para 17 mil incrédulos que por un momento pensaron que tener una notaría es asunto fácil.

“Es un concurso transparente”: Rojas

Álvaro Rojas, presidente de la Unión Colegiada del Notariado, explicó que el proceso que busca seleccionar 159 notarios es totalmente transparente. Según Rojas, el país y los participantes pueden estar seguros de que con la participación de la Universidad Nacional y las altas calidades de los miembros del Consejo Superior de la Carrera Notarial se garantizó el éxito de la convocatoria.

“Aunque parte de las inquietudes de los participantes surgieron por la calificación que se dio en la entrevista, hay que reconocer que éste tiene un componente subjetivo; sin embargo, se aplicaron tres parámetros a la hora de hacer y calificar las entrevistas. Este aspecto ratificó su carácter técnico, lo que pasa es que hubo mucha gente que no le fue también porque se incomodaban cuando veían la calidad y el reconocimiento de los jurados”.

Ratificó que desde hace varios años el notariado en Colombia está en un proceso de mejoramiento continuo.

Por Norbey Quevedo H.

 

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