¿Quién era Brenda Pájaro, la víctima que destapó a presunto asesino serial?

La mujer de 44 años fue asesinada el 25 de julio de 2018. Su desaparición y el posterior hallazgo del cadáver develó, según la Fiscalía, el modus operandi de Tomás Maldonado Cera, señalado de ser un homicida en serie.

Pilar Cuartas Rodríguez
17 de febrero de 2019 - 02:00 a. m.
¿Quién era Brenda Pájaro, la víctima que destapó a presunto asesino serial?

Brenda Pájaro Bruno nació un sábado de 1974 en pleno Carnaval en Barranquilla. Quizá por eso quienes la conocen dicen que la alegría la acompañó hasta en los días más angustiantes. Fue la primera hija de Miriam Bruno, se enamoró joven y se convirtió en madre de Gisella a los 23 años. Después llegaron Lina, Marián y Jorge, quienes este 20 de febrero celebrarían los 45 años de su mamá. Pero el 25 de julio de 2018 fue asesinada y su cuerpo abandonado en una zona despoblada de la capital del Atlántico. La Fiscalía afirma que el presunto feminicida fue Tomás Maldonado Cera, a quien Brenda conoció hace dos años cuando la transportaba al centro de rehabilitación donde su niña recibía terapias por una discapacidad.(Lea aquí: Hijo de presunta víctima de ‘El Satánico’ lleva 18 años buscando a su madre)

En el cadáver de la mujer se encontraron marcas de rituales satánicos y signos de tortura que, según los investigadores, sirvieron para determinar que Tomás Maldonado Cera estaría vinculado a por lo menos ocho homicidios más ocurridos en las últimas dos décadas, en los que se registró el mismo patrón. Los hallazgos han sido aterradores, pero es la justicia la que finalmente deberá determinar si el sujeto es o no culpable de estos señalamientos y si se trata de un asesino serial. Tomás Maldonado permanece recluido en la cárcel El Bosque, desde donde ha mantenido su declaración de inocencia. (Lea aquí: Un feminicidio en Barranquilla dejó al descubierto a ‘El Satánico’, presunto asesino serial)

Mientras tanto, entre los afanes de las audiencias del proceso penal y las diligencias judiciales, la familia de Brenda Pájaro intenta mantener intactos sus recuerdos. Su hija mayor, Gisella Durán Pájaro (de 26 años), sostiene que su madre siempre fue una mujer trabajadora independiente y que vendía mercancía de revistas, ropa, zapatos y cojines personalizados. Cuando se graduó del colegio San José, en el centro de Barranquilla, ingresó a estudiar para ser auxiliar de enfermería, pero se retiró cuando quedó embarazada. Por eso, Brenda soñaba con terminar sus estudios o con ser abogada, ya que en los últimos años la experiencia le mostró que tener una hija con discapacidad implicaba armarse de recursos jurídicos para reclamarle sus derechos al Estado.

“La vida con mi mamá fue maravillosa”, aseveró a este diario Gisella Durán, quien agregó que la vida de Brenda se volcó hacia su hermana Marián hace 14 años, cuando apenas era una bebé de tres meses y una convulsión puso en evidencia una parálisis cerebral y un retardo psicomotor. Desde entonces fueron inseparables, ella se encargaba de llevarla a las citas médicas y a las terapias en el centro de rehabilitación, donde conoció a Tomás Maldonado, quien transportaba a los pacientes en su camioneta blanca. “Es posible que él sea el autor de la desaparición y muerte de mi madre. Si él es responsable, tiene que pagar por todo esto”, concluyó Gisella.

Es el mismo clamor que comparte Miriam Bruno, quien nunca se despegó de su hija Brenda Pájaro y se mudó a una cuadra de su casa para poder visitarla. Era la consentida de tres hermanos y tuvo lo que quiso en la infancia. De grande, se encaprichó con los perfumes, la danza y la iglesia cristiana, a donde acudió sin falta todas las semanas. Lucía Durán, su segunda hija de 19 años, recuerda entre risas que su madre era una bailadora de champeta empedernida, pero que desde hace siete años cambió el ritmo cartagenero por la música cristiana.

“Era una mujer alegre. No importaban los problemas que tuviera, siempre tenía una sonrisa. Amaba la Navidad y entre las dos decorábamos la casa desde mediados de noviembre. No pelaba ningún cumpleaños, incluso recuerdo que cuando se separó mi papá no tenía ganas de celebrar nada, pero mi hermana y yo le compramos un pudín y le decoramos la mesa, y enseguida le cambió la cara. Se puso feliz”, afirmó a El Espectador Lina, quien se graduó de bachiller el año pasado, cuatro meses después de la muerte de su madre. Hoy sueña con ser auxiliar de vuelo, una idea que a Brenda le emocionaba.

Lina fue una de las últimas personas que vio viva a Brenda Pájaro. El 25 de julio de 2018, ambas hicieron el aseo de la casa con el equipo a todo volumen, se despidieron con un beso y acordaron chatearse por el celular. Antes de salir, Brenda se tomó dos fotos con la camiseta de la selección de Colombia, con la que días después los medios de comunicación ilustraron los artículos sobre su desaparición. Era amante del fútbol, de la selección tricolor y del equipo tiburón. No se perdía un partido y desde la esquina de la cuadra se escuchaban sus gritos cuando se anotaba un gol.

“Ella almorzó y se fue al centro de rehabilitación con mi hermana y la enfermera. Le escribí en la tarde y no veía los mensajes, y después ni siquiera le entraban. La enfermera llegó a la casa con mi hermana y dijo que mi mamá se fue a hacer una vuelta. Al principio no sospechamos nada porque ella tenía un ensayo de danza a las seis de la tarde con las niñas de la iglesia. Mi mamá nunca dormía fuera de la casa, ni llegaba tarde, así que a medida que fue oscureciendo nos asustamos”, rememora Linda.

Las sospechas de que algo malo había pasado se confirmaron a la mañana siguiente, pues tenía que abordar un vuelo hacia Bogotá y nunca se subió a ese avión. Ese viaje era vital y una recompensa por la lucha que había ganado mediante tutela, pues logró que la EPS cubriera un procedimiento quirúrgico para su niña con discapacidad. Un mes después, las autoridades encontraron su cuerpo sin vida en el sector de Miramar y hoy Tomás Maldonado es el único procesado, pues las cámaras de seguridad revelaron que se movilizó con ella en su vehículo el día de la desaparición, que ambos bajaron del carro, caminaron hacia una zona enmontada y minutos más tarde Maldonado salió solo.

“Mi mamá estaba emocionada por mi grado, dijo que botaría la casa por la ventana”, me la arrebataron. “Nosotros vamos todos los domingos en familia al cementerio, pero el pasado fin de semana cumplí años y les dije que no quería que fueran. Quería estar a solas con ella. Me hace mucha falta”, concluye Lina. Ella y los demás miembros de la familia de Brenda Pájaro, así como los habitantes de Barranquilla, esperan que el expediente del supuesto asesino serial se aclare con celeridad y que cada investigación penal relacionada con él sea reactivada y juzgada lo más pronto posible.

Pilar Cuartas Rodríguez

Por Pilar Cuartas Rodríguez

Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com

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