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La amistad que quebró el carrusel

“Hicimos una empresa criminal”, dijo Sánchez, y le pidió al exconcejal que aceptara su responsabilidad en el saqueo a Bogotá.

María Camila Rincón Ortega
14 de agosto de 2014 - 04:34 a. m.
El exconcejal Orlando Parada Díaz está recluido en la cárcel La Picota.  Manuel Sánchez. /Gustavo Torrijos
El exconcejal Orlando Parada Díaz está recluido en la cárcel La Picota. Manuel Sánchez. /Gustavo Torrijos

“Es como mi hermano”. Esto dijo durante el juicio el abogado Manuel Sánchez sobre el exconcejal Orlando Parada, hoy acusado por haber recibido millonarias coimas en contratos de la Unidad de Mantenimiento Vial (UMV) durante la administración del exalcalde Samuel Moreno Rojas. “Somos amigos. Hace más de 20 años que nos conocemos, cuando yo era alcalde de la localidad Antonio Nariño”, explicó Sánchez. En 1990 ambos comenzaron a forjar una amistad tal que Parada es el padrino de uno de los hijos de Sánchez. Una relación que se afianzó con los años: juntos crecieron profesional y económicamente.

“Comenzamos a compartir y a vivir las ilusiones de salir adelante con el tema profesional y con el tema político. Hasta cuando llega el monstruo de la corrupción y nos atrapa”, dijo el abogado Sánchez —hoy testigo estelar en el carrusel— durante el juicio a su amigo. Al otro lado de la sala, Parada lo miraba con indiferencia. A renglón seguido, Sánchez se despachó en la declaración y sin rodeo alguno sentenció: “Participamos en una empresa criminal”. En esas vueltas, dineros del Distrito terminaron, según él, en los bolsillos de concejales, poderosos contratistas y, cómo no, del círculo privado de los hermanos Samuel e Iván Moreno.

“No puedo decir que era una relación de negocios, sino de hechos de los cuales hoy me arrepiento”, sostuvo Sánchez. Y agregó que esa organización contó con la participación de Parada, los exconcejales Andrés Camacho —a quien la Procuraduría destituyó e inhabilitó por 13 años este miércoles— e Hipólito Moreno —condenado por el contrato de las ambulancias—; el exdirector de la UMV Iván Hernández Daza, los hermanos Moreno Rojas; el presidente de la firma Conalvías, Andrés Jaramillo; el gerente de la firma Patria, Javier Mejía, y el hoy gobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz.

Precisamente, Sánchez contó bajo la gravedad de juramento unos hechos que ya habían trascendido a la opinión pública: que Iván Hernández fue nombrado como cabeza de la UMV en marzo de 2009 luego de un acuerdo entre Parada, Moreno y Camacho; que cada uno de ellos tenía injerencia para nombrar personas allí —algo que Sánchez denominó como cupos— y que se repartían la adjudicación de contratos.

Así, según Sánchez, él mismo suscribió un contrato por $794 millones con Javier Mejía, de la firma Patria, para “legalizar” la ‘comisión’ que les correspondía a él y a Parada por un contrato de $43.000 millones que se había ganado esa empresa con la UMV. El abogado ya había relatado en 2013 que participó como asesor en el proceso licitatorio de la unión temporal Vías Patria Ingeniería. Por eso, dijo, le consta que Mejía entregó los recursos a los excabildantes.

El trato era simple: Hernández Daza llegaba a la dirección de la unidad con ayuda de los entonces cabildantes y estos recibían comisiones de la contratación pública. En el caso de Parada, esos dineros fueron a parar en avisos de prensa, pautas publicitarias en radio y televisión, compra de camisetas, gorras y refrigerios, alquiler de equipos de sonido para eventos políticos y hasta en vallas, pues venía la campaña para reelegirse en el Concejo de Bogotá en 2011.

De hecho, Sánchez confesó que una semana antes de esas elecciones su gran amigo Parada fue llamado por la entonces fiscal general Viviane Morales para que explicara su relación con el denominado carrusel de la contratación, que se estaba destapando en ese momento. Un hecho que le generó gran preocupación: “Esa campaña fue muy tormentosa, porque el monstruo de la corrupción estaba cerca para pasarnos la cuenta”, relató el testigo.

Desde hace dos años, Manuel Sánchez decidió colaborar con la justicia y contar lo que sabía sobre el carrusel de la contratación y la manera en que se ferió el presupuesto de la capital. De ahí que haya conseguido un principio de oportunidad y hoy esté en libertad. En el juicio reveló que desde ese momento le ha insistido a Parada para que cuente la verdad y que incluso este lo acompañó a negociar con la Fiscalía.

“Hay que poner la cara cuando hay que ponerla, como se lo pedí a mi hermano y amigo Orlando Parada”, explicó al borde del llanto Manuel Sánchez. Y agregó que es muy difícil declarar contra alguien al que se le tiene tanto afecto. Precisamente, Sánchez fue el último testigo que presentó la Fiscalía en el juicio que enfrenta Parada por los cargos de tráfico de influencias y cohecho impropio. Parada insistió en su inocencia. No obstante, la Fiscalía le embargó ocho inmuebles, ocho vehículos y dos establecimientos de comercio por un valor de $5.599 millones.

 

 

mrincon@elespectador.com

@macamilarincon

Por María Camila Rincón Ortega

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