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El Henry Ford de la cocaína

“Entre los miembros del Cartel de Medellín era considerado un ‘Hombre de Mundo’, pues vivió buena parte de su vida en Estados Unidos, donde aprendió a delinquir. A su regreso a Colombia fue empresario y político.

Ricardo Gutiérrez Zapata
06 de junio de 2010 - 09:36 p. m.

Una avioneta dio a conocer a Carlos Lehder Rivas ante los colombianos. En 1979, después de muchos años ausente del país, este hijo del alemán José Lehder y la manizaleña Patricia Rivas convulsionó a su departamento al regalarle una lujosa avioneta a la Gobernación de Quindío.

Vinieron dimes y diretes entre la administración del entonces gobernador Mario Ramírez y el presidente de la República, Julio César Turbay Ayala. Casi un año estuvo abandonada la aeronave en uno de los hangares del aeropuerto El Edén, de Armenia, hasta cuando el primer mandatario autorizó aceptar el regalo por intermedio de su ministro de Gobierno, Germán Zea Hernández.

La prensa nacional se ocupó de la donación del “hijo de Armenia” y hasta el ex presidente Carlos Lleras Restrepo cuestionó en su revista Nueva Frontera la procedencia de los recursos que se usaron para comprar el aparato.

A ese episodio le siguió la construcción de un emporio económico y político en Colombia. Ambos vieron su origen en el hotel La Posada Alemana, ubicado en la vía que une a Armenia con Pereira. En este lujoso lugar fundó en 1983 el Movimiento Latino Nacional, que tenía como fundamentos ideológicos el rotundo rechazo a la extradición de colombianos, al capitalismo y al marxismo leninismo. Todo un salpicón que logró elegir en 1984 a 12 concejales de municipios quindianos y a dos diputados a la Asamblea departamental.

Su carrera delictiva

Aunque sólo a comienzos de los 80 se empezó a dar conocer públicamente, la realidad es que las autoridades judiciales tenían reseñado a Lehder Rivas desde 1973, cuando con 23 años fue capturado por primera vez por la posesión de 200 kilos de marihuana en Nueva York. A Estados Unidos viajó después de escaparse de un internado a donde había ido a parar por la traumática separación de sus padres.

 En la Unión Americana también pagó una condena hasta 1977 por el robo de carros, pero su entrada a la vida delictiva de alto vuelo se inició cuando compró su propia isla en el Caribe: Cayo Norman, un lugar ubicado a 60 kilómetros de Nassau, la capital de Bahamas, que se convirtió en la plataforma perfecta para ingresar cocaína colombiana a territorio de Estados Unidos. Los recursos para esa adquisición los obtuvo mediante una sociedad de narcotráfico que estructuró en Norteamérica con George Jung, un antiguo compañero de prisión.

La isla también se convirtió en su mejor carta de presentación para ingresar de lleno al Cartel de Medellín, donde se relacionó con Pablo Escobar, los hermanos Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha. Dentro de ese clan, Lehder era un hombre de mundo, pues sabía inglés, alemán y conocía otros países.

Su debacle se inició en 1983, cuando reconoció en una entrevista radial sus actividades como traficante de droga. Entre sus argumentos se encontraban que “la cocaína es la bomba atómica de Latinoamérica” y que era la mejor forma de combatir a la “decadente sociedad norteamericana”.

El asesinato del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, por parte de su organización el 30 de abril de 1984, precipitó una fuerte ofensiva contra los narcotraficantes por parte del gobierno de Belisario Betancur. El sucesor de éste, Virgilio Barco Vargas, continuó la lucha.

En el fragor de esta guerra, el 4 de febrero de 1987 fue capturado Carlos Lehder Rivas en la finca Noralandia, en jurisdicción de Guarne (Antioquia). Al momento de su detención dijo: “estoy seguro de que ya vienen los gringos por mí”. Y así fue. De inmediato fue extraditado a Estados Unidos, donde ha estado 23 de sus 60 años de vida detrás de las rejas. Allí, los fiscales de su caso lo consideraron el hombre que ‘industrializó’ el narcotráfico, por lo que lo apodaron ‘el Henry Ford’ de la cocaína.

Las batallas judiciales de Carlos Lehder


El pasado 4 de febrero, exactamente 23 años después de su captura y posterior extradición a Estados Unidos, Carlos Lehder le envió una carta al presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez. En la misiva le explica que aunque en principio fue condenado a 135 años de cárcel en Estados Unidos, la pena se le rebajó a 55 y después a 30, gracias a sus acuerdos con la justicia norteamericana, entre los que se encuentran la delación del ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega. “Una condena de 30 años se paga físicamente con 21 años o el 65%”.

Lehder agrega en la carta: “Señor Presidente: yo fui extraditado a la edad de 37 años; este año cumplo 61 años de viejo (...). He obedecido las leyes y a carceleros que me castigan, reconozco mi culpabilidad y que ya cumplí la pena negociada”.

El  11 de mayo, durante la visita del primer mandatario a Armenia, Mónica Lehder le pidió a Uribe que revisara el caso de su padre y le ayudara para que las autoridades norteamericanas le den visa.  En recientes declaraciones a la BBC, el abogado del preso colombiano, Óscar Arroyave, admitió que el gobierno de Estados Unidos también le ha negado la petición que han hecho de que lo extraditen a Alemania, de donde es ciudadano.

Los mitos alrededor del capo

Como todas las historias de los capos, la de Carlos Lehder tiene varios episodios, que se han ido transmitiendo de generación en generación y que permanecen en el imaginario popular.

- Su resentimiento con el mundo se inició a los 14 años, al ser violado por un tío en Detroit (EE. UU.).

 - Fue un niño y un adolescente problema, que tenía un santuario para rendirles homenaje a Adolfo Hitler y al nazismo.

- Cumpliendo una condena en una cárcel de Estados Unidos, prometió que una vez saliera iba a librar una guerra en contra del imperio.

- Fue secuestrado por el M-19 al mismo tiempo que Martha Nieves Ochoa.

 - En 1985 ofreció unos tres mil millones de pesos de hoy a quien asesinase al director de la DEA.

- Como admirador de Los Beatles, contrató a los integrantes de la banda para una presentación privada en su hotel La Posada Alemana.

 - Al mismo sitio llevó a los Rolling Stones.

- Todos los taxis de Armenia eran de su propiedad.

- Tras pactar un acuerdo secreto con las autoridades estadounidenses fue dejado en libertad en Alemania, donde hoy vive cómodamente. La realidad es que está a la espera de salir de prisión.

rgutierrez@elespectador.com

Por Ricardo Gutiérrez Zapata

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