"Yo quería que se pudrirera en la cárcel", dijo Ana Cardona, madre y abuela de las víctimas que recordó que la pena contra el sacerdote fue rebajada a la mitad por haber confesado el crimen, noticia confirmada por un portavoz de la Fiscalía General en Manizales, que reiteró que el juez redujo a la mitad la condena al sacerdote como beneficio por haberse declarado responsable.
La sentencia la profirió un juez penal de Anserma (Cladas), vecina a la de Belén de Umbría, en la que Díaz ejerció como párroco hasta su detención, a finales de noviembre pasado, como sospechoso del doble crimen. En el juicio, Díaz admitió haber matado a María del Carmen Arango, de 31 años de edad, y a María Camila Díaz, de 5, a la que había reconocido previamente como su hija.
La amenaza de la mujer de llevar su caso ante las autoridades eclesiásticas, como represalia por una supuesta infidelidad del sacerdote, llevó a Díaz a cometer el doble crimen, según los testimonios de familiares de las víctimas. La mujer y la niña fueron asesinadas a garrote en el domicilio parroquial de Díaz, quien trasladó los cadáveres a una zona rural entre Belén de Umbría, en el departamento del Risaralda, y Anserma, donde les prendió fuego.
El doble homicidio fue esclarecido a partir de una fotografía en la que aparecían el sacerdote, su amante y su hija. Tras los hechos, el sacerdote se abstuvo a simplemente pedir perdón.