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Ejército lo volvió 'loco' en cuatro días

Después de cuatro días en el Ejército, empezó a hacerse más lento y descoordinado. Le diagnosticaron un trastorno psicológico agudo pero el Ejército parecía no aceptar que la enfermedad había sido culpa suya. La Defensoría del Pueblo pidió a la Corte que revisara su caso y ésta decidió amparar sus derechos.

El Espectador
09 de enero de 2009 - 08:07 a. m.

Como no pudo pagar la libreta militar en el 2004, tres años después cuando le pidieron los papeles en un retén del Ejército, no tuvo más remedio que enlistarse en las Fuerzas Armadas.

Lo mandaron desde su lugar de residencia en Soacha para el municipio de Ubala, Cundinamarca, al Batallón Baraya. Apenas tres días en el Batallón y ya su superior, el Teniente Chaparro, notó que había algo raro en su forma de actuar. Pidió a la familia que fuera a visitarlo.

"Lo encontraron dormido, el comandante lo llamó y le dijo que tenía visita, él no reaccionó normalmente, presentaba movimientos lentos" y descoordinados. Se puso la media izquierda y cuando tomó la derecha, iba a ponersela en el mismo pie. Cuando le pedían que se levantara, empezaba a quitarse la ropa y se acostaba, y su accionar en general era muy lento.

La familia se lo llevó a la casa, donde siguió comportándose de forma extraña; "reaccionó nerviosamente, con ademanes. Cuando se le preguntaba qué estaba haciendo, contestaba que manejando, luego le preguntamos qué sentía, nos contestó que cansancio, que le pesaban los ojos, tenía desespero y tenía como alergia en todo el cuerpo". Lo llevaron al hospital, el médico de urgencias le dio un sedante y lo remitió con el psiquiatra para unos días después.

Al día siguiente, en su casa, se despertó como era antes, reconoció a todos los miembros de su familia y se comportó con normalidad hasta la hora del desayuno. Quince minutos después de comer "nuevamente presentó reacción, estaba rígido, le sudaban las manos [...] continuaba muy inquieto, moviendo las extremidades de su cuerpo constante y sin poder dormir"; después no controló sus esfínteres y empezó a "mover los ojos bruscamente".

Nuevamente en un centro hospitalario en Soacha que no tenía cupo en psiquiatría, fue remitido a una clínica en Girardot, donde fue diagnosticado con 'trastorno piscológico agudo'. Días después lo dejaron ir para su casa, pero con tres medicinas, una de ellos "es un medicamento controlado".

El Ejército se negó a hacerse cargo de los problemas de salud mental del soldado, la familia decidió tutelar y ante la negativa de Tribunal Superior de Bogotá dejaron las cosas como estaban. Fue entonces cuando la Defensoría del Pueblo intervino y pidió a la Corte Constitucional revisar el caso.

Para el Alto Tribunal los trastornos mentales del soldado se habían producido en el momento en que empezó a prestar servicio militar, y por eso era culpa y obligación del Ejército tratarlos como era debido. Con ello les ordenó que lo revisen y le presten la atención médica que necesita.

Por El Espectador

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