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"Mis frases pueden ser inconvenientes, pero son ciertas"

El ministro de Defensa, Gabriel Silva, les sale al paso a las críticas por sus declaraciones sobre Venezuela. Entrevista

Stefanie Matiz Cortés
26 de febrero de 2010 - 06:10 a. m.

En medio del agarrón con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, su jefe, el presidente Álvaro Uribe se tomó el tiempo para halarle las orejas por los comentarios que hizo respecto a las milicias campesinas que se están formando en el vecino país.

“Nos preocupa que el gobierno de Venezuela construya guardias pretorianas para defender no a unas instituciones, sino a un individuo o unos individuos; y, además, nos preocupa de manera muy especial que no exista ningún control sobre estas milicias, sobre estos grupos privados armados y que esas armas terminen filtrándose o vendiéndose a delincuentes narcoterroristas, traficantes de drogas o a bandas criminales”, dijo Silva, lo que hizo que Uribe le hiciera un llamado a la prudencia frente a los comentarios que tienen que ver con el vecino país.

Lo mismo había sucedido cuando Chávez denunció el supuesto sobrevuelo de aviones espías sobre territorio venezolano. “Los soldados venezolanos confundieron el trineo de Papá Noel con los aviones”, dijo Silva.

Algunos analistas han dicho que un ministro de Defensa no debería hacer esos pronunciamientos, pues corresponden al canciller.

¿El presidente Uribe ha hablado con usted sobre sus comentarios frente a las decisiones del presidente Hugo Chávez?

El presidente Uribe habló conmigo y me regañó por hablar sobre Venezuela.

Hay quienes estiman que un ministro de Defensa debería ser más prudente en ese tipo de temas.

Puede que mis declaraciones hayan sido inconvenientes, pero son ciertas.

Al presidente Uribe parece que sus ministros le están dando muchos dolores de cabeza por estos días. ¿Cómo están las relaciones con su jefe?

Usted sabe lo que le gustan los caballos al señor Presidente y los únicos que sabemos montar a caballo en el gabinete somos el Canciller y yo.

Pero el Presidente a principio de la semana también criticó a la inteligencia militar por los ataques de la guerrilla en el Cauca.

Allí lo que nos falló fue la inteligencia preventiva. El control a los milicianos y sus acciones es muy difícil, porque se mimetizan con la población civil. Atacan y corren a esconderse en escuelas y casas. Nosotros preferimos tener que enfrentar hostigamientos como esos, que poner en riesgo a la población civil; esa es la diferencia que existe entre el Estado colombiano y los bandidos.

Hace no menos de dos años Uribe ordenó la captura de los narcotraficantes ‘Cuchillo’ y el ‘Loco Barrera’. ¿Ahí también ha fallado la inteligencia?

Todos los días estamos en acciones contra esos objetivos. Claramente cuando se trata de gente con tanto poder económico, puede haber casos de corrupción, incluso en nuestras propias fuerzas y la Policía.

La propia Policía Nacional ha procesado a un número importante de funcionarios que se han detectado como posibles auxiliadores del narcotráfico. El poder corruptivo del narcotráfico es muy grande. El tema de estas capturas es de paciencia y de seguir insistiendo de manera constante y consistente.

¿Y la de los jefes guerrilleros? Supuestamente al ‘Mono Jojoy’ lo tienen cercado hace como un año.

La captura de los cabecillas superiores de las Farc es un objetivo y una misión permanentes, pero no es una obsesión. Para nosotros es tan importante coger al Mono Jojoy, como dar de baja a los comandantes. Por ejemplo, se dio de baja a Édgar Tovar, jefe del frente 48 o a Narices en el Cauca.

Esos son los combatientes que garantizan el funcionamiento día a día de las Farc y son tan importantes como el Mono Jojoy y Alfonso Cano.

Los recientes ataques dan la impresión de que ese grupo está volviendo a tomar fuerza...

Eso no es cierto. Antes de la seguridad democrática teníamos 22 mil guerrilleros; hoy hay cerca de 7.500. Tenían al país estrangulado y manejaban una economía de más de US$3 mil millones al año y hoy no llega a US$700 millones.

¿Han detectado cambios en la estrategia de ese grupo guerrillero?

Hay un esfuerzo de adecuación estratégica tras los éxitos de la seguridad democrática para mover sus ejes de retaguardia y de financiamiento hacia las zonas fronterizas y hacia la zona del Pacífico de Colombia.

¿Cómo están tratando de rearmar su aparato económico si están tan diezmados como usted señala?

Pretenden volver a convertir a los dirigentes de los colombianos en preseas con el fin de llenar su inventario, porque han perdido ese músculo cruel de los secuestrados para presionar a la población y al Gobierno.

Tienen un diseño para secuestrar a nuevas personalidades; ese era el propósito del atentado y secuestro del gobernador del Caquetá y del intento de secuestro del candidato del Guaviare.

¿Se tienen nombres o algún cálculo de cuántas personalidades están en la mira?

Literalmente tenemos a miles de personas cuidando a los líderes políticos en las sedes y los eventos a que asisten. Naturalmente el terrorismo es un elemento facilista, pero los colombianos pueden estar tranquilos de que el dispositivo creado para el proceso electoral garantizará una jornada en paz.

¿Centrarse en las Farc no ha ocasionado que se descuide la seguridad ciudadana? Las ciudades parecen ser tierra de nadie.

Las ciudades hay que observarlas con perspectiva. Bogotá tiene una tasa reducida de homicidios, en Medellín tuvimos una explosión de delincuencia una vez se esfumó el control de Don Berna. Pero es natural que los delincuentes busquen nuevas maneras de financiación y poder, y se maten entre ellos. Esto no quiere decir que no nos preocupen esos homicidios. He ido 15 veces en seis meses a presidir reuniones de seguridad.

¿Por qué el Gobierno rechaza las treguas si al parecer funcionan?

Los acuerdos entre bandidos no son válidos para nosotros, porque detrás de esto está la intención de tratar de disuadir la persecución de las autoridades. Si alguien reconoce desde una cárcel que puede frenar la violencia, es porque reconoce que es el autor intelectual de ésta y eso es lo que vamos a llevar a la Fiscalía.

¿Cómo hacerle cambiar la percepción de inseguridad a la gente en las ciudades?

Lo que pasa es que la gente ya no tiene que encerrarse en las ciudades y ahora salen libremente a cualquier lugar del país. Por eso ya ni se preocupan por la seguridad nacional. Ojalá algún día los colombianos se olviden por completo de los horrores que hemos vivido en el pasado y la seguridad democrática sea un momento estelar de la historia, una segunda independencia, pero un referente de valentía y dedicación y de resultados pero no una política para siempre.

¿Cuándo arrancan las operaciones enmarcadas en el polémico acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos?

Ya hemos hecho dos cosas. Una fue el envío de ayuda a Haití en aviones de la Fuerza Aérea norteamericana. El segundo fue la traída de equipos para combatir los incendios forestales.

¿Hay avances en la adecuación de las bases?

Ya estamos trabajando en el diseño de las adecuaciones técnicas que hay que hacerle a la base de Palanquero.

¿Pero ya comenzaron a llegar los técnicos?

El número de hombres es menor al que ha habido en otras épocas. No hay que ‘Macartizar’ el tema.

¿Por qué cree que hay tanta resistencia hacia el acuerdo?

Colombia recibe ayuda y cooperación del mundo. La primera es a corto plazo y la segunda permanente. Hay cosas importantes, como la cooperación en inteligencia y la judicial. Este tipo de convenios nos aportan cosas cualitativas y técnicas que son fundamentales. Por eso me parecería una barbaridad que este convenio se declare inconstitucional.

Por Stefanie Matiz Cortés

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