Las bacrim crecen en todo el país

Tienen presencia en 30 de los 32 departamentos. En 406 municipios hay dominio del grupo ilegal.

Redacción Judicial
19 de febrero de 2012 - 09:00 p. m.

La alerta que prendieron en 2005 varias organizaciones defensoras de derechos humanos, como Cinep, Codhes y el Instituto de Estudio para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), sobre la posibilidad de que los grupos paramilitares se reorganizaran después de la desmovilización, es una realidad que crece cada año. Hoy el panorama muestra que 31 de los 32 departamentos del país (incluso Bogotá) están azotados por el violento accionar de las llamadas bandas criminales, que pese a las acciones de la Fuerza Pública siguen creciendo cada año más.

De acuerdo con el reciente informe de Indepaz, en los últimos cuatro años se ha registrado una expansión en la que cada vez son más los municipios en los que hacen presencia las bacrim. Para 2008 estaban en 259 poblaciones colombianas y el año pasado llegaron a 406, lo que representa casi el 40% del territorio nacional. Vichada y Amazonas son los únicos departamentos en los que las bacrim no han logrado incursionar.

Según el informe, el panorama posdesmovilización mostró la presencia de cerca de 40 estructuras paramilitares en el país, que se vieron en la disputa por la retoma de los poderes locales y regionales (cooptación de agentes del Estado, obtención de contratos y participación en licitaciones), así como el manejo del negocio del narcotráfico (rutas, laboratorios de procesamiento, entrada de insumos y cultivos), minería y refinerías ilegales, explotación ilegal maderera y tráfico de gasolina.

Dominio nacional

“‘Los Rastrojos’, ‘Urabeños’, ‘Paisas’, ‘Águilas Negras’ y Erpac son los grupos narcoparamilitares que han logrado consolidarse a lo largo del territorio nacional, siendo los dos primeros los que mayor incidencia tienen. Existen otros grupos como ‘Cordillera’, ‘Los Machos’, ‘Alta Guajira’ y el grupo al mando de Martín Llanos, recientemente capturado, que aún conservan algunas regiones gracias a las alianzas que están teniendo con los grupos de mayor poder”, reseña el documento de Indepaz.

El grupo de ‘Los Rastrojos’ sería el de mayor poder y cobertura territorial, pues en 2010 hacía presencia en 185 municipios de 22 departamentos. Un año después aumentó su poderío y amplió su radio de acción a 247 municipios en 23 departamentos. Muy cerca lo siguen ‘Los Urabeños’, que están en 211 poblaciones en 18 departamentos. Ambas estructuras han sembrado el terror en algunos municipios donde hacen presencia al tiempo, trenzándose en fuertes enfrentamientos por el dominio territorial.

En los planes de expansión de las bandas criminales se nota una fuerte tendencia a dominar los departamentos estratégicos para el manejo de sus rutas de narcotráfico, como poblaciones costeras o fronterizas. Nariño, Valle, Cauca, Norte de Santander, Antioquia y toda la Costa Caribe han sido epicentros de grandes choques. Cesar y Córdoba son los departamentos más afectados por los grupos narcoparamilitares, que el año el pasado estaba presente en el 85% de los municipios cesarenses y el 92% de los cordobeses.

El estudio llama la atención que “en los seguimientos realizados entre 2006 y 2008, Indepaz señaló evidencias sobre procedimientos y criterios aplicados por el Gobierno y respaldados por la OEA que facilitaban desmovilizaciones parciales, falsificación de listas de integrantes, ocultamiento de armas y permanencia de estructuras para mantener negocios de narcotráfico y redes de parapolítica”. Esta organización anunció que dichos informes serán entregados al Gobierno y a la OEA “para el balance de responsabilidades políticas por la reincidencia y reaparición de bandas narcoparamilitares”.

Alianza que preocupa

Pese a que en los últimos años la Policía ha realizado importantes operaciones contra estos grupos ilegales, con centenares de capturas, el fenómeno se fortalece cada día. A las autoridades les preocupa la tendencia en varias zonas costeras colombianas, en las que hay indicios de una alianza criminal entre las bacrim y las Farc, como el caso que se registró en Tumaco (Nariño).

La expansión de la presencia de las bandas criminales contrasta con la de los grupos guerrilleros. De acuerdo con el informe de Indepaz, basado en datos de la Defensoría del Pueblo, actualmente las Farc hacen presencia de 249 municipios de 31 departamentos; el Eln, en 65 de 13 departamentos, y el Epl, en 7 municipios de Norte de Santander. Pese a que hasta hace algunos años las Auc y la guerrilla eran enemigos naturales, con las bandas criminales existe una alianza para mantener el negocio del narcotráfico, especialmente en las zonas de cultivo y por donde sacan la droga al exterior.

“Es novedoso en el conflicto la alianza entre las bandas criminales con los grupos guerrilleros. Los que antes se combatían, ahora son aliados para darse apoyo logístico, armas, munición y cultivo. Al parecer, en los últimos hechos hay una confabulación para realizar estos atentados. Esto representa una nueva repotenciada amenaza”, dice Alfredo Rangel, analista de la fundación Seguridad y Democracia.

Para el experto hay un lío en la forma como el Gobierno está entendiendo este fenómeno de las bacrim. “Las ven como carteles del narcotráfico, que las combate exclusivamente la Policía y está demostrado que son bandas con capacidad militar, campamentos, armas, estructura jerárquica y aliados con la guerrilla. Considero que la Policía ha sido rebasada por el crecimiento de estos grupos. El Ejército debe participar de manera activa y no complementaria en los esfuerzos”, agregó Rangel.

Esta situación no es ajena a la Fuerza Pública, que siente preocupación por estas negociaciones entre guerrilla y bacrim, que según fuentes de inteligencia militar, las están haciendo los mandos medios. Prueba de estos acuerdos fue el caso de Tumaco (Nariño), donde los guerrilleros nunca hubieran podido llegar sin la autorización de la banda criminal.

Esta alianza preocupa enormemente a las autoridades, porque tienen claro que sería un ejército poderoso y difícil de combatir. Incluso, se aventuran a decir que en un eventual proceso de paz entre el Gobierno y las Farc podría pasar lo de Santa Fe Ralito: jefes de grupos narcotraficantes sentados en la mesa de negociaciones.

Por Redacción Judicial

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