En la captura de tres capos

Los protagonistas de los principales sucesos de 2012 le narraron a El Espectador cómo los vivieron.

Oficial de la policía
29 de diciembre de 2012 - 04:00 p. m.
Respectivamente Germán Buitrago, alias “Martín Llanos”, comandante paramilitar; Erickson Vargas alias “Sebastián”, jefe de la Oficina de Envigado y Daniel Barrera, alias “Loco Barrera”, último de los grandes capos. / EFE, Policía y Gabriel Aponte
Respectivamente Germán Buitrago, alias “Martín Llanos”, comandante paramilitar; Erickson Vargas alias “Sebastián”, jefe de la Oficina de Envigado y Daniel Barrera, alias “Loco Barrera”, último de los grandes capos. / EFE, Policía y Gabriel Aponte

Entre ellos, el oficial que estuvo tras la caída de 'Martín Llanos', el 'Loco Barrera' en Venezuela y 'Sebastián' en Medellín. Otros personajes como  el exministro venezolano que acompañó a Hugo Chávez durante su enfermedad y el colombiano que participó en el descubrimiento del bosón de Higgs encabezan el listado.

Las capturas de los tres últimos grandes capos de Colombia no fueron gracias a la suerte. Yo soy un oficial de policía que ha trabajado por 10 años en este campo y además de ser de inteligencia, hago parte del grupo de asalto. La caída de los imperios de Héctor Germán Buitrago, alias Martín Llanos, en febrero; Érickson Vargas, alias Sebastián, en agosto, y Daniel Barrera, alias El Loco Barrera, en septiembre, es un trabajo sistemático desde 2008, que arroja resultados confiables que nos dan la posibilidad de no dar pasos en falso y tener todos los cabos amarrados. El investigar sus principales círculos sociales, familia, amigos, hombres de confianza y amantes, nos da la posibilidad de tener el punto de quiebre y capturarlos.

La persecución contra Martín Llanos empezó a coger fuerza cuando dos de sus primos fueron capturados en Bolivia. Esto nos indicó que no se encontraba en el país, sino en Venezuela en la ciudad El Tigre, y que su esposa, por el contrario, estaba al frente de sus negocios en Colombia. En este punto comenzamos a direccionar el operativo para encontrar las formas de comunicación entre Llanos y su esposa, que eran vía internet, facetime y por medio de cabinas telefónicas que rotaban de manera metódica.

A pesar de estos esquemas de seguridad, encontraron que la comunicación no era propiamente con el paramilitar de los Llanos Orientales, sino con su hermano, y también capturado durante el mismo operativo, Nelson Orlando Buitrago alias Caballo, quien cometió el error de llevar a su esposa al país vecino. A partir de este suceso, en febrero las autoridades venezolanas identificaron en un centro comercial a Caballo, y en un trabajo conjunto se armó el operativo, que se basaba en un retén militar. Finalmente, la operación permitió la captura de los Butragueños, donde Martín Llanos, como era costumbre, se hacía pasar como el conductor de su hermano por seguridad. Sin embargo, su miedo y su desesperación lo pusieron en evidencia.

El caso de alias Sebastián, jefe de la Oficina de Envigado, fue más complejo porque no tenía orden de captura internacional y solo fue emitida el año pasado. Pero nos dimos cuenta de que tras la captura de alias Valenciano, su principal enemigo para tomar el mando de la organización criminal, había regresado al país. Dar con el paradero de Sebastián fue bastante complejo debido al estructurado esquema de seguridad que tenía para verse con sus hombres de confianza. El cambio de carros, solo movilizaciones nocturnas y sus anillos de seguridad fueron siendo descubiertos con el tiempo.

La captura de su hermano, Franklin Vargas, y el encontrar al entonces mando de la Oficina de Envigado, alias Freddy Colas —hoy preso en su domicilio—, fueron el punto de partida de un operativo que nos condujo a una finca en lo más alto del municipio de Copacabana, Antioquia. Otros de los personajes importantes a los que hicimos seguimiento fueron alias El Negro —abatido durante la operación— y la esposa de Sebastián, que además, eran los únicos que tenían ingreso a la finca, que contaba con una vista de 360 grados, telescopios de última tecnología y armamento para su defensa.

Luego de noches de seguimientos con un avión plataforma a vehículos de gama alta y media —preferiblemente usaban modelos Aveo—, de vigilar la oficina de reuniones en el centro comercial Premium Plaza, de verificar que la noche del 7 de agosto Sebastián se encontraba en la finca Copacabana con su esposa, y de organizar un asalto con un equipo élite de la Policía, traído desde Bogotá, que se disfrazó de campesinos con la excusa de la Feria de las Flores, se logró la captura de este temido capo.

Finalmente, la captura más representativa este año, por sus vínculos con el paramilitarismo y guerrilla, y por ser el narcotraficante más importante en la estructura criminal colombiana, fue la de El Loco Barrera. Su bajo perfil le permitió moverse libremente y por mucho tiempo por Uruguay, Argentina —país que utilizaron para despistarnos en la investigación al trasladar parte de la organización— y Venezuela, lugar de su captura.

Dos amantes que vivían mantenidas en Colombia —una en Huila y la otra en Bogotá— y viajaban por Arauca hacia el país vecino para no dejar rastro, y su secretaria alias Rosy, puente de comunicación con sus testaferros en el país, fueron los enlaces que permitieron determinar el paradero de Barrera.

Fue un camino largo y de paciencia. Empezamos por desmantelar la organización criminal de El Loco y de capturar a sus principales socios y testaferros. Lo desesperamos y con ayuda de autoridades venezolanas lo cercamos. Barrera en su afán sintió la necesidad de comunicarse con Colombia, y ese fue su error. Con los seguimientos a sus comunicaciones, los infiltrados en Venezuela y las autoridades de ese país, logramos dar con su paradero en una cabina telefónica. En el momento de la captura se en encontraba solo. No le gustaba llamar la atención y apenas fue arrestado, sin resistencia, aceptó ser Daniel Barrera: el narcotraficante que tenía vínculos con todas las bandas y organizaciones criminales colombianas, al punto de que él mismo definía quiénes podían entregarse a la justicia, como su socio, alias Comba.

Por Oficial de la policía

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