Colombia y México, contra el crimen y el narcotráfico

El fiscal de Guerrero, uno de los estados más violentos de México, visitó Colombia para conocer la manera como se combate aquí el crimen, con la esperanza de hallar algo aplicable en su país. ¿Qué encontró?

Jaime Andrés Flórez
29 de julio de 2015 - 04:14 a. m.

Miguel Ángel Godínez tiene uno de los trabajos más peligrosos del mundo; pocas cosas deberían sorprenderlo. Aun así le impactó pasar por el edificio Mónaco, que fue residencia del capo Pablo Escobar, y enterarse de que está a punto de convertirse, con un trasfondo simbólico, en la sede de la Secretaría de Seguridad de Medellín. Godínez, fiscal del estado de Guerrero (México), donde 12 personas son asesinadas a diario, estuvo en Colombia entre el martes y el domingo de la semana pasada, observando cómo avanza la lucha contra el crimen. El Espectador reconstruyó sus pasos.

Entre varias ciudades del mundo escogió visitar Medellín, a la que considera un caso emblemático de reducción de homicidios, pues la capital antioqueña pasó de casi 400 asesinatos por cada 100.000 habitantes a comienzos de los 90, a 26 en 2014. ¿Qué hacen allí para obtener este tipo de resultados? Esa era la pregunta del fiscal, en cuyo estado ese índice sobrepasa el centenar.

El uso de tecnología de punta contra el crimen fue una de las prácticas que más le interesaron. En Medellín conoció la implementación de la aplicación Seguridad en Línea, que les permite a los ciudadanos interponer denuncias a través de computadores y celulares, incluso de manera anónima, para que las autoridades las atiendan.

El coronel (r) Ricardo Salgado, director de la Empresa para la Seguridad Urbana, que desarrolla este software, y quien se lo presentó al funcionario mexicano, asegura que Inteligencia Artificial, uno de los componentes de Seguridad en Línea, permite clasificar e interpretar denuncias eficientemente, realizando en 15 minutos el trabajo que a un fiscal le tomaría tres años.

Godínez también se reunió con altos mandos de la Policía, la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo, y en esos encuentros fijó su interés en la atención a la población desplazada y el tratamiento de delitos que afectan a las dos naciones, como la desaparición y el secuestro.

El fiscal encontró grato que en las universidades se estudien las problemáticas sociales que sirven de caldo de cultivo a la criminalidad y puso sus ojos sobre el sistema de justicia colombiano, ya que México está en plena transición, desde 2008, a un sistema penal acusatorio (similar al colombiano) que debe estar implementado por completo a finales de 2016.

Godínez asumió su cargo después de que la Fiscalía de su estado fuera depurada tras el revuelo provocado por la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, localidad de Guerrero, en la cual estuvieron involucrados funcionarios del Estado. Un caso representativo de la profunda crisis en derechos humanos que afronta México, en medio de su cruzada contra el narcotráfico.

Por eso uno de los retos que Godínez tiene es recuperar la credibilidad de la Fiscalía, depurarla de corruptos para establecer una base sólida que le permita hacer frente al delito. Vino a Colombia en busca de alternativas replicables en su estado y se fue satisfecho. Por ahora quedaron concertadas mesas de trabajo bilaterales y se habló de la visita de delegaciones de instituciones colombianas a Guerrero. Su viaje a Colombia sirvió para tender un puente de cooperación entre naciones con tragedias similares.

Por Jaime Andrés Flórez

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