Confesiones dudosas de un sicario

El exdecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Católica de Pereira fue amigo y profesor Alexánder Morales. Mañana inicia el juicio en su contra por el asesinato de éste último.

Diana Carolina Durán Núñez
30 de enero de 2013 - 05:00 p. m.
Wílmar Vera (de rojo) y Jílder Aricapa, alias ‘El Indio’, están detenidos por el crimen de Alexánder Morales./ Cortesía ‘La Tarde’
Wílmar Vera (de rojo) y Jílder Aricapa, alias ‘El Indio’, están detenidos por el crimen de Alexánder Morales./ Cortesía ‘La Tarde’

Mañana en la mañana Wílmar Vera Zapata tiene una cita con la justicia para presenciar el comienzo del juicio en su contra por el asesinato de Alexánder Morales Ortiz. El exdecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Católica de Pereira fue profesor de Morales, con quien sostuvo una estrecha amistad durante años. Morales vivía en Bogotá y Vera no dejaba de visitarlo cada vez que viajaba a la capital para la Feria del Libro o algún otro evento. La Fiscalía, sin embargo, asegura que un lío de dinero fue suficiente para que, de amigo, Wílmar Vera pasara a convertirse en el verdugo de Morales. La familia y los amigos del profesor universitario sostienen que tal hipótesis es un disparate.

Vera Zapata se enteró de que estaba en aprietos el 7 de junio del año pasado, cuando fue detenido en las instalaciones de la Fundación Universitaria Lasallista. Un año atrás había sido citado por investigadores judiciales que estaban haciendo una lista de la gente que, como él, se había asociado con Morales en una empresa de transporte de carbón en la Jagua de Ibirico (Cesar). Vera se puso entonces a disposición de las autoridades, pero del asunto no volvió a saber hasta el día en que agentes de la Sijín lo arrestaron. No era el único socio de Morales pero, según el sicario del crimen, fue quien lo determinó.

Carlos Andrés Velásquez Villada es el nombre de quien segó la vida de Alexánder Morales Ortiz el 18 de marzo de 2011, en un restaurante del centro de Pereira. En ese entonces, Morales era precandidato al Concejo de la capital risaraldense por el Partido de la U y tenía 27 años. Velásquez Villada entró al restaurante, lo acribilló y salió huyendo. La Policía lo alcanzó en el municipio vecino de Dosquebradas. Llevaba dos revólveres calibre 38 y $1’125.000 en efectivo y de entrada negó su responsabilidad en la muerte de Morales. A los dos meses, ya condenado por porte ilegal de armas, la aceptó. Y casi un año después le dijo a la Fiscalía que Wílmar Vera era quien había orquestado el crimen.

Ya para esa época, teniendo como antecedente una condena por homicidio y hurto agravado, y sin que la defensa de Vera tenga muy claro el motivo, Velásquez Villada era testigo protegido de la Fiscalía. Así quedó en evidencia en la tutela 60440 que resolvió la Corte Suprema de Justicia, en la cual Velásquez denunciaba que el Juzgado Penal del Circuito de La Dorada (Caldas) y el defensor público Fredy Alberto Trujillo Ramírez habían afectado sus derechos al debido proceso y a la defensa. La tutela tenía como origen el hecho de que el hombre hubiera resultado procesado por fuga porque en la cárcel de La Dorada le habían dado un permiso de salida de 72 horas y él no había regresado.

Según Velásquez Villada, no regresó al centro penitenciario porque su vida corría peligro. Meses más tarde señalaría a Wílmar Vera Zapata como la persona que amenazaba su integridad. Sin embargo, en la tutela emitida por la Corte Suprema en mayo de 2012, el propio abogado defensor de Velásquez dejó saber la verdadera razón por la cual éste había incumplido el compromiso de regresar a la cárcel: el sicario de Alexánder Morales había sido capturado “en razón de otro delito”. Fredy Trujillo era el abogado de Velásquez en el proceso que se le seguía precisamente por el homicidio de Alexánder Morales. Ante las evidencias, Trujillo le recomendó a su defendido que aceptara los cargos, pero él le respondió “con insultos e improperios”.

Velásquez le dijo a la Fiscalía que había conocido personalmente a Vera Zapata el 18 de febrero de 2011, y ese mismo día éste le habría dado dinero como pago por ejecutar el crimen. La defensa del profesor ha reclamado que la Fiscalía no se hubiera tomado la molestia de tomar en cuenta detalles claves, como que el sicario acreditó que la reunión con Vera se efectuó en Pereira y el profesor ya no vivía allí en esa fecha, sino en Medellín; que lo describiera como una persona bajita y con algo de sobrepeso, a pesar de que Wílmar Vera siempre ha sido alto y de constitución delgada, o que ese día era laboral y hay estudiantes, como Édgar Piza, dispuestos a testificar que él estaba dando clase.

“Wílmar Vera es tan intachable que sus alumnos y compañeros hemos hecho cantidad de recolectas para ayudarle a su familia”, señala Piza. Ese dinero ha sido utilizado por la esposa del docente, Ángela David, para viajar a Pereira a visitarlo y acompañarlo en las audiencias. David y la hija de ambos, de 9 años de edad, dependían de los ingresos de Vera Zapata, por lo que han tenido que hacer “magia” para subsistir en estos últimos meses. Ni siquiera viven ya en la casa que tenían en arriendo. El padre del profesor se enfermó del corazón y hace un mes tuvieron que hacerle un bypass. La madre sufre de los nervios. Y su niña ya no quiere estudiar: dice que para qué, si hacer las cosas bien no paga.

“Tenemos que convencerla de lo contrario, pero eso ya lo lidiaremos cuando Wílmar vuelva con nosotras. Es que uno no entiende cómo es que la justicia toma como cierta la palabra de un hombre hasta condenado por homicidio, como Carlos Andrés Velásquez, mientras que mi esposo no tiene ni siquiera una multa de tránsito. La ley realmente respalda a las personas que han cometido delitos”, reclama David. El abogado del docente universitario, Andrés Felipe Jaramillo, está convencido de que terminarán el juicio victoriosos y dice que está listo para contrainterrogar al sicario Velásquez y desmentirlo en el estrado.

Vera renunció a pedir su libertad por vencimiento de términos porque quiere que, al dejar la cárcel, nadie tenga duda de su inocencia. Mientras sigue recluido en la cárcel San Bernardo de Armenia, sus amigos y conocidos siguen llenando las redes sociales con mensajes de apoyo: “Wílmar, confía profundamente en Dios, él te dará la fortaleza que requieres y la sabiduría necesaria para sobrellevar todo. Eres una gran persona y todo se va a aclarar en favor de la verdad”.

En Twitter: @dicaduran

Por Diana Carolina Durán Núñez

 

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