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Las culebras de un "filántropo"

Familiares de Ricardo Morales Fallón resultaron ser socias de abogados de capos y exparas. Su hermana fue Maja Colombia. revela toda su historia.

María del Rosario Arrázola
18 de mayo de 2013 - 09:00 p. m.
Gabriel Ricardo Morales Fallón.  / Dinero - Alejandro Acosta
Gabriel Ricardo Morales Fallón. / Dinero - Alejandro Acosta

Los abogados de Nueva York Andrew Schacht y Paul Nalven, conocidos defensores de varios exjefes paramilitares, entre ellos Diego Fernando Murillo Bejarano, alias Don Berna, y de capos como Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, fueron socios de la mamá y la hermana del controvertido Gabriel Ricardo Morales Fallón. El empresario colombiano volvió a protagonizar las páginas judiciales de Colombia y Costa Rica luego de que se constatara que hizo gestiones con la petrolera THX Energy —en calidad de asesor— para prestarle un avión privado a la presidente tica Laura Chinchilla, con el fin de que viajara a Caracas y a Lima en marzo y mayo pasados.

En efecto, Doris Marcela de Morales y su hija María Elvira figuraron como socias de la compañía Petroleum Exploration International (Pexin) junto a los abogados Schacht y Nalven, que públicamente han reconocido que asesoraron a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá y al Bloque Central Bolívar. De hecho, en 2007 Nalven admitió que tuvo varios encuentros con Salvatore Mancuso en la cárcel de Itagüí, con el objetivo de establecer canales con el Departamento de Justicia de Estados Unidos porque temían que pudieran ser extraditados a ese país por el delito de narcotráfico, como sucedió en mayo de 2008.

Hoy este nexo con los abogados de los narcoparamilitares y de otros capos, como Chupeta, constituye la última arista de las indagaciones que las autoridades de Costa Rica y Colombia comenzaron a revivir en dos frentes distintos para establecer los presuntos vínculos denunciados del empresario Gabriel Ricardo Morales Fallón con actividades ilegales. Precisamente en el año 2007 la revista Cambio publicó que uno de los testaferros de Chupeta era conocido con los alias de Rimax o Ricardo, y se señaló que podría tratarse del empresario Morales Fallón. Una información que entonces fue desmentida, pero que quedó rondando.

El Espectador conoció que Morales Fallón es hijo de un oficial retirado de la Armada y que nació en Bogotá, pero alcanzó a vivir varios años en Cartagena, debido al trabajo de su padre en la Base Naval de la Heroica. Su hermana María Elvira Morales, quien fuera socia de los abogados de los exparamilitares, “fue una especie de capitana en los grandes eventos del Club Naval, luego fue elegida Miss Maja Colombia en Corozal (Sucre) y después representó al país en el certamen mundial de belleza. Eso fue a principios de los años 80”, le dijo a este diario una fuente que los conoció en esa época.

Otra fuente consultada reveló que María Elvira se casó con un importante empresario del calzado en Bogotá, dueño de la firma Addax. En el año 2011 el nombre de Morales Fallón fue noticia cuando se supo que la compañía Montco, fundada en Texas, había sido beneficiaria de la explotación de dos pozos petroleros conocidos como Putumayo 12 y Putumayo 14. Se estableció que la junta directiva de Montco estaba integrada por los abogados Schacht y Nalven, al mismo tiempo representantes de Pexin y socios de la mamá y la hermana de Morales Fallón.

Un artículo publicado en La Silla Vacía reveló que en el año 2011, durante el proceso de revisión de la empresa Montco, la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) encontró varias inconsistencias. Por ejemplo, varios funcionarios de la ANH viajaron a Texas para visitar las instalaciones de la firma y se encontraron sólo con un buzón postal. “Lo mismo ocurrió con sus otras oficinas en Canadá. Y cuando fueron a averiguar por el pozo petrolero que Montco decía tener en Gabón (África), y que era clave porque acreditaba su experiencia, nadie dio razón de él”, divulgó el portal entonces.

Este diario estableció que Morales Fallón, el hombre que tiene tambaleando al gobierno de la presidenta Laura Chinchilla, vivió en Texas en la década de los 90 con su esposa, Catalina Acevedo, y sus hijos. “Incluso se llevaron a la empleada desde Colombia, pero no se pudieron llevar al conductor porque le negaron la visa”, contó otra fuente. De Morales también se ha documentado que tuvo líos por las importaciones irregulares de carros Skoda a Colombia, y por el aparente mal manejo de los dineros de los pensionados de Ecopetrol en Fidubogotá. Por esos enredos terminó en Costa Rica fungiendo de empresario de la petrolera THX Energy, al tiempo que posaba como filántropo, según se lee en su página web.

Años atrás, alejado de escándalos pero siempre con alto perfil, Morales y su primera esposa, Catalina Acevedo, eran socios del club El Nogal y se ufanaban de ser grandes anfitriones sociales en Bogotá. Él se presentaba como próspero petrolero y ella vendía ropa y accesorios. Ambos tenían enormes séquitos de escoltas. “Cuando ella iba a la peluquería, se paralizaba la calle”, dijo otra fuente consultada. La historia de la boda con su segunda esposa, la costarricense Bianca María Quirós, también está llena de controversia. Aunque se señaló que la ceremonia fue en Barranquilla, no existen registros de salida de Bianca y sus abogados sostuvieron que ella entregó un poder. Tal parece que la unión no duró.

De vuelta al escándalo de Fidubogotá, en el que salieron a relucir los nombres de Morales y de Rocío Castellanos, presidenta de la intervenida comisionista Intervalores, las autoridades indagan los nexos entre Castellanos y el comisionista Carlos Leyton, este último solicitado en extradición por Estados Unidos como cerebro de una red criminal de lavado de dinero en la bolsa de Colombia que podría ascender a más de $4.000 millones. Está claro que el pasado de este empresario, sus vínculos familiares, los expedientes que en su momento se abrieron y hasta su supuesta relación con Chupeta hoy son rastreados por fiscales e investigadores. De nuevo figura en el radar de la justicia por cuenta del jet privado que gestionó para la presidenta Chinchilla.

marrazola@elespectador.com

@nenarrazola

Por María del Rosario Arrázola

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