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Detalles de investigación por pornografía infantil contra el periodista Matamoros

En el computador de Alejandro Matamoros se encontraron 52 videos de pornografía infantil. Sobre él pesaba una circular azul de Interpol por temor a que saliera del país.

Santiago Martínez Hernández
18 de septiembre de 2015 - 02:20 a. m.
Un total de 52 videos de niños se habrían encontrado en el computador de Alejandro Matamoros. / Archivo
Un total de 52 videos de niños se habrían encontrado en el computador de Alejandro Matamoros. / Archivo

El caso de Alejandro Matamoros, el joven periodista de 26 años que fue señalado de grabar pornografía infantil, es el claro ejemplo de lo vulnerables que son los menores en las redes sociales. En su computador se encontró material gráfico que dejó anonadadas a las autoridades: 52 videos de niños menores de 14 años masturbándose. Las víctimas, de gran perfil económico y estudiantes de los colegios más reputados de Bogotá, al parecer fueron engañadas a través de dos perfiles falsos en Facebook y terminaron siendo orientadas a desnudarse.

Para las autoridades, este es el típico caso de “grooming”: el de una persona que ve la pornografía como un juego, una satisfacción personal, pero que no tiene intención de comercializarla. En pocas palabras, que Matamoros, luego de guardar los videos de los menores, no buscaba obtener réditos económicos, sino tener una especie de colección personal que, según los investigadores, data desde 2011. Se trataba de material gráfico y conversaciones por Facebook y Skype.

El Espectador conoció más detalles de esta investigación, que arrancó a principios de marzo de este año, cuando un colegio masculino de la capital puso en conocimiento de la Dijín la situación. Las directivas reportaron que unos menores estaban siendo intimidados por redes sociales y que estaba circulando el video de uno de ellos entre un grupo de amigos. Inmediatamente se activaron las alertas y en la Policía comenzaron a identificar quién estaba detrás de dos perfiles de Facebook que fueron denunciados por las víctimas. A la vez que iniciaron las pesquisas, llegaron denuncias de otras instituciones.

Según las denuncias, los perfiles eran de una joven de 15 años que se identificaba como Juliana Salazar, y de un niño de la misma edad llamado Andrés Monsalve. Fuentes cercanas al expediente explicaron que Matamoros supuestamente abordaba a los niños que eran cercanos a sus círculos sociales. Les enviaba la invitación por Facebook haciéndose pasar por Juliana Salazar.

Luego, ya entrando en intimidad, los invitaba a hablar por Skype. Los convencía de poner la cámara. Pero, mientras ellos solo veían un fondo negro, al parecer Matamoros sí podía verlos plenamente. Él no hablaba, sólo escribía para evitar ser identificado. En los registros de las conversaciones, al parecer, se evidencia cómo Matamoros comenzaba a realizar las insinuaciones, al punto que les enviaba un video de la joven que aparecía en la foto del perfil falso masturbándose con un objeto –aún no han logrado identificar a la niña que aparece en esas imágenes y saber si también es una víctima–.

Ese era el anzuelo que al parecer utilizaba Matamoros para lograr que los niños accedieran a realizar lo mismo frente a la cámara de sus computadores y por Skype. Las pesquisas indicarían que él los grababa y guardaba el material en su computador y que luego los abordaba a través del perfil de Andrés Monsalve. Se hacía amigo de sus víctimas en la red por el mismo tiempo que aparecía Juliana en la vida de los menores. Ganaba su confianza y después, con el video que ellos creían haberle hecho en privado a Juliana, los intimidaba para que le enviaran más imágenes.

También se evidenció que Matamoros, desde su perfil personal de Facebook, agregaba a sus víctimas como “amigos” ya que, se presume, conocía personas cercanas a ellos. A los niños los habría contactado desde los tres perfiles, tanto así, que en los círculos de amigos de los colegios existía el rumor de que Juliana Salazar y Andrés Monsalve en realidad eran Alejandro Matamoros. En pocas palabras, sus errores, como confundir el perfil desde el que les estaba hablando –es decir, que hablaba desde el de Juliana como si fuera Andrés y viceversa–, fueron cerrando el cerco, hasta que los menores dieron las primeras pistas para identificarlo.

Un profesor del colegio denunciante también identificó el falso perfil de Juliana Salazar en internet luego de revisar los computadores de la institución. La prueba no era concreta y los investigadores le pidieron información a Facebook para rastrear las direcciones IP, es decir, el lugar físico desde donde se conecta el usuario. En pocos días reconocieron que a esos perfiles de Facebook se estaba accediendo desde una vivienda en Bogotá, ya que encontraron que los tres usuarios que utilizaba Matamoros se habían conectado desde esa misma ubicación.

En ese momento no se podía definir quién realmente estaba detrás de los perfiles, ya que la dirección IP estaba a nombre del papá de Alejandro Matamoros, por lo que ordenaron realizar un allanamiento. El objetivo: ver de cuál de los computadores se había abordado a las víctimas. Realizando los análisis forenses, los investigadores de la Dijín descubrieron las conversaciones con los menores de edad en el computador de Matamoros.

Es más, lograron obtener pantallazos en los que se ve que el joven tenía abierto el perfil de Juliana Salazar y el suyo a la vez. Pero la prueba reina fueron los 52 videos –en 25 se podía ver la cara de la víctima– hallados en la memoria del dispositivo. Todos éstos, además, eran de varones y archivos desde 2011, por lo que se presume que pudieron existir más, pero que ya habían sido borrados. También las autoridades indagan si entre las víctimas hay niñas.

Entre los cotejos realizados a las conversaciones se encontró que Matamoros al parecer les decía a sus víctimas, desde el perfil de Juliana Salazar, que no dejaran registro de las conversaciones y que, además, borraran cualquier material. Cuando se sentía acorralado por los niños, quienes le decían que lo iban a denunciar, los amenazaba con difundir sus videos y les respondía que le importaba “un culo”. Con estas pruebas, la Fiscalía solicitó a finales de julio la orden de captura junto a una circular azul de Interpol, para evitar que Matamoros saliera del país. Se tenía sospecha de que adelantaría estudios en Europa.

Las autoridades lograron en cinco meses identificar a Matamoros. Aunque ha sido difícil perfilar a la mayoría de las víctimas y que sus padres interpongan la denuncia penal por temor o incredulidad en la justicia, la Fiscalía logró que a Matamoros lo detuvieran preventivamente el pasado 31 de agosto. Frente a la vida personal de Matamoros se ha dicho que fue una persona que sufrió de rechazo por problemas de salud.

Por Santiago Martínez Hernández

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