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Dudas que rondan el caso de Jaime Enrique Gómez

El exasesor de Piedad Córdoba desapareció en marzo de 2006 en el Parque Nacional.

María Camila Rincón Ortega
23 de julio de 2014 - 04:07 p. m.
Jaime Enrique Gómez Velásquez, exasesor de Piedad Córdoba. / El Tiempo
Jaime Enrique Gómez Velásquez, exasesor de Piedad Córdoba. / El Tiempo
Foto: bogota - Fernando Ariza Romero

Han pasado 3.042 días desde ese martes 21 de marzo de 2006 que despuntó con la desaparición de Jaime Enrique Gómez Velásquez, asesor de la entonces senadora Piedad Córdoba. Su nombre empezó a reproducirse en las notas periodísticas, junto con la incógnita de lo que le pudo haber pasado. La tesis de su familia era simple y clara: alguien lo raptó y lo tiene en cautiverio. Sin embargo, las autoridades también evaluaban la posibilidad de un accidente, pues el último rastro de Jaime quedó en los caminos del Parque Nacional, a donde iba a trotar casi todas las mañanas. Hubo personas que lo vieron subir la montaña y otras bajar, pero él nunca volvió a su hogar. Por eso no se podía descartar un evento fortuito como un resbalón que lo haya hecho caer varios metros. Un mes y dos días después, el 23 de abril, aparecieron sus restos.

Desde entonces el caso sigue estancado en determinar si su muerte fue por un homicidio o por un paso en falso. Sin embargo, ocho años después de los hechos, un informe de Medicina Legal, que se conoció a principios de este mes, estableció que la manera en que Jaime Gómez murió fue violenta y corresponde a un homicidio. Precisamente, porque la causa principal del deceso corresponde a un golpe contundente y severo en la cabeza y la cara, que no pudo ser producto de una caída. En pocas palabras, la tesis de un accidente quedó desvirtuada por este estudio que, según explicó la Comisión Colombiana de Juristas, recogió los informes previos que se profirieron, consultó a peritos que trabajaron el caso durante este tiempo y concluyó que las circunstancias científicas indicaban un asesinato por la fractura que presentaba el cráneo, el sitio y la forma en la que fueron encontrados los restos. Ya en 2007, un informe de Medicina Legal había confirmado esta tesis, luego de un examen forense independiente que contrató la familia.

Sin embargo, para la Fiscalía la certeza de que se trató de un homicidio aún no se puede establecer. Así como también sigue poniendo en duda que fue un accidente. Desde abril de 2009, el caso de Jaime está en la Unidad de Derechos Humanos y la fiscal que en estos momentos maneja el caso continúa evaluando las dos hipótesis, pues las pruebas forenses realizadas en todo este tiempo deben considerarse. Tanto así, que se recurrió a una exhumación del cuerpo “y sobre los restos óseos se procedió a establecer se reflejan algunas situaciones que nos puedan evidenciar una hipótesis y la otra”, como le explicó a este diario el director de la Unidad, Misael Fernando Rodríguez. Y añadió que para formular cualquiera de las dos posibilidades se tienen en cuenta todas las investigaciones previas, pues “el expediente no llega acá de cero, llega con lo que se ha hecho y eso que se ha hecho también es un elemento de juicio. Eso que hizo antes, hay algunas cosas interesantes son las que la fiscal tiene que evaluar”.

Además, según Rodríguez, la gestión que se ha realizado no ha sido “tan rápido como quisiéramos porque deben evaluarse las circunstancias, la causa, la manera, los móviles, todo eso es debe aclararse y hay que tener en cuenta quién era esa persona para la época de la muerte. Era una persona que era allegada a una dirigente política, que tenía bastantes controversias con el gobierno de turno. Existen unas características que tienen que ser tenidas en cuenta al momento de la evaluación de la investigación. ¿Su actividad tiene algo que ver? ¿Qué temas trataba para esa época? Ese tema también es clave para la investigación”. Precisamente, para la hija de Jaime, Diana Marcela Gómez, “el día que mi papá desaparece no es el único hecho que ocurre contra personas de Poder Ciudadano, que era el partido político de Piedad Córdoba, o sea ocurren otras cosas en Barranquilla, en Neiva, en Soacha. Por eso sé que lo de mi papá no es un caso aislado”.

Aún así, para la hija de Jaime, Diana Marcela Gómez, la lentitud en el caso de su padre hace parte de las irregularidades que empezaron el día en que el cuerpo fue hallado. La búsqueda que se desató para encontrarlo incluyó bomberos, helicópteros, Policía, y personas expertas en ese terreno, pero durante 33 días resultó infructífera hasta que los restos aparecieron muy cerca de un camino, que según Diana, su padre pocas veces transitaba. “Las anomalías cuando se encuentran los restos son grandísimas: no se acordona la zona, no se recogen todos los restos óseos, los recogen sin la presencia del CTI de la Fiscalía, la cual vigila las instituciones del Estado no están queriendo modificar la escena. A nosotros nos tocó subir al otro día a terminar de recoger los restos óseos y fue durísimo para la familia. Luego el cuerpo sale del Parque Nacional como a las 2 de la tarde y sólo llega a Medicina Legal cuatro horas después. ¿Por qué razón no los llevaron directamente a Medicina Legal?”, explicó Diana en conversación con El Espectador.

Una pregunta que es un artificio retórico porque ella misma se responde: “Nosotros creemos que había un afán de recoger los restos antes de que los abogados y la familia llegaran al lugar donde se encontraron para que no viéramos la evidencia de que a él primero lo matan en otro sitio y luego lo trasladan a donde fue encontrado, lo que como familia siempre hemos creído que le ocurrió. Antes habíamos buscado en esa montaña y el cuerpo no estaba ahí”. A esta joven de 36 años, quien está a punto de graduarse de su maestría, no le termina de cuajar la idea de que su padre sufrió un accidente porque “a pesar de que era doloroso, yo decidí entrar a Medicina Legal a ver el cuerpo y eso me permitió ver alguna evidencia de la ropa, que no concordaba con la idea del accidente y que a mi papá se lo comieron aves carroñeras porque lo que vestía estaba intacto”.

Sin embargo, en 2006 el entonces director de Medicina Legal, Máximo Duque, le manifestó a los medios de comunicación que Jaime murió por causa de un accidente, pues en el primer dictamen forense arrojó lesiones en su cráneo y múltiples fracturas que se explicarían a raíz de una caída. Además, había ausencia de elementos que indicaran un homicidio como orificios de arma de fuego, cuchillo o el esparcimiento de ácidos. Una conclusión que de tajo fue rechazada por la familia y su defensa en manos de la Comisión Colombiana de Juristas. El 11 de mayo de 2006, tres expertos forenses independientes, contactados por la familia de Jaime y la Comisión Colombiana de Juristas, y quienes tuvieron acceso a los restos contradijeron el dictamen de Medicina Legal, pues su estudio concluyó que los golpes en el cuerpo de Jaime “necesariamente fueron producidos con la participación de un tercero que infligió las heridas con un instrumento contundente”. Lo anterior debido a que “la ubicación de los impactos en tres puntos diferentes de la cara descartan la posibilidad de que se hayan realizado por un evento accidental, como una caída desde una altura mayor de donde fueron encontrados los restos. Dicha caída posiblemente comprometería el resto del cuerpo y no sólo la cara”.

Para Diana, estas presuntas irregularidades no quedaron ahí: “El gobierno de ese momento, cuando Álvaro Uribe era presidente y perseguía a sus opositores, se enteraba primero de cualquier avance de la investigación antes que nosotros que somos la familia. Por ejemplo, el entonces ministro del Interior y de Justicia, Sabas Pretelt de la Vega, salió a los medios a decir que mi papá había sufrido un accidente y a nosotros ni siquiera nos habían informado. Es más, el día que estábamos esperando que Medicina Legal confirmara que la carta dental de los restos coincidía con la de mi papá, Sabas Pretelt llamó a Piedad Córdoba a darle el pésame. Así fue cómo nos enteramos”, comentó Diana Gómez. Y agregó: “O sea, nosotros no sabíamos que se había cotejado y que ya habían comprobado que era mi papá y se entera primero el alto gobierno. Para mí eso es una irregularidad”.

El caso de Jaime Gómez parece complicarse con el pasar de los años, pues cada vez las pruebas se tornan más lejanas. Lo que a la familia más le preocupa es que “el paso de tortuga que lleva la investigación termine en impunidad”, pues en ocho años no se ha logrado construir una hipótesis contundente sobre el evento que causó su muerte. Y sólo restan 12 para la prescripción. Diana está segura que a él lo mataron, se lo dijo en el 2006 en una carta: “Hubiese querido verte de pie, caminando, darte un abrazo, verte reír y escucharnos. Tener paciencia para saber de tu propia boca y desde tu dolor que pasó. Contarte todo lo que hicimos por lograr que te liberaran, que recibimos muchos correos, cartas, solidaridad, que mucha gente caminó y gritó a nuestro lado por tu libertad, por el respeto de tu vida y el de disentir”.


mrincon@elespectador.com / @macamilarincon

Por María Camila Rincón Ortega

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