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¿El alfil del fiscal en la Comisión de Acusación?

Denuncian que el secretario de esa célula fue impuesto por Eduardo Montealegre, quien fuera durante dos años su jefe en la Fiscalía.

Juan David Laverde Palma
05 de octubre de 2014 - 02:00 a. m.
El fiscal general de  la Nación, Eduardo Montealegre. / Archivo
El fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre. / Archivo
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“Da risa el fiscal hablando de que la creación de la supercorte para juzgarlos a él y a otros intocables es una segunda toma al Palacio de Justicia. ¿Quieren que hablemos de tomas? Pues él ya se tomó la Comisión de Acusación de la Cámara”. Esto le dijo a El Espectador un congresista de la Unidad Nacional que no soportó la comparación del Congreso con la guerrilla del M-19. “La historia es fácil: cuando se reunió la Unidad Nacional para repartirse la torta burocrática de este Congreso, al Partido Liberal le correspondió la Secretaría de la Comisión de Acusación. El fiscal hizo lobby con el partido e hizo nombrar a Juan Pablo Duque”.

Lo particular de la denuncia es que hasta el día anterior a su elección, el pasado 30 de julio, Duque ofició como enlace de Eduardo Montealegre en el Congreso para hacerles seguimiento a los proyectos que le interesaban al jefe de la Fiscalía. De hecho, según su hoja de vida, hasta el 29 de julio estuvo designado en funciones al despacho del fiscal general de la Nación. Este diario consultó a varios parlamentarios que a cambio del anonimato contaron que así como Montealegre abiertamente apoyó las elecciones del magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, Néstor Osuna, y de la Corte Constitucional, Gloria Stella Ortiz, también se impuso para garantizar que el secretario de la Comisión de Acusación fuera alguien de su confianza.

“Si usted solicita los ingresos al búnker de la Fiscalía en la semana anterior al 30 de julio pasado se podrá dar cuenta de que varios congresistas de la Unidad Nacional visitaron a Montealegre”, sostuvo otra fuente que conoció todos los detalles de estas movidas políticas. La principal crítica de los propios parlamentarios es que no tiene presentación que un exsubalterno de Montealegre, que además le cabildeó varios proyectos claves en el Congreso, incluso en la Comisión de Acusación con motivo de su pelea con la excontralora Sandra Morelli, ahora sea quien maneje la Secretaría de la entidad que investiga a su exjefe. Es decir, que tenga acceso a todos los procesos, pruebas, testimonios y denuncias contra quien fuera su superior directo desde agosto de 2012.

El Espectador indagó en estas denuncias y encontró varias sorpresas. La primera es que hasta 2013 Duque trabajaba en la seccional de Fiscalías de Bogotá. Entonces fue nombrada como asesora del despacho de Montealegre Olga Claros, quien es oriunda de Caquetá como Duque. Así terminó trabajando este último en el despacho del fiscal. La labor de ambos se concentró en mantener la mejor interlocución entre el Congreso y el jefe del ente acusador para vigilar el avance de proyectos claves en la justicia, como las facultades para reestructurar la Fiscalía, el nuevo Código de Extinción de Dominio o la aprobación de más presupuesto para esa entidad.

“Él llega al Congreso porque se lo lleva Claros a trabajar en esos temas. Todos lo conocimos, pues era el encargado de tramitar las citas del fiscal con los congresistas, las solicitudes burocráticas de ellos y revisar los proyectos que le interesaran a Montealegre. Se movía muy bien. Es más, cuando el fiscal mandó a conseguir votos o pidió apoyo para garantizar las elecciones de Néstor Osuna y Gloria Stella Ortiz en el Congreso, fueron Olga Claros y Juan Pablo Duque los que se movieron con los parlamentarios. En los videos de las sesiones de elección de estos dos magistrados se les ve haciendo lobby”, señaló otra fuente del Senado.

Varios congresistas consultados confirmaron que la elección del exfiscal Juan Pablo Duque como secretario de la Comisión está llena de curiosidades. Primero porque el Partido Liberal lo eligió a pesar de que su familia es de origen conservador. Incluso se dice que apoyó la campaña política del representante conservador del Caquetá Luis Fernando Urrego en las pasadas elecciones legislativas. ¿Por qué le dieron ese cargo entonces? “Pues porque fue la solicitud que se hizo desde el búnker”, relató otra fuente. “La regla de hoy es que quien tiene la información tiene el poder. Y el secretario de esa Comisión maneja la información más sensible de todos los expedientes, incluidos los testimonios y las denuncias de la excontralora Morelli”, añadió un conocedor de los secretos del Congreso.

En contraste, uno de los representantes investigadores de la Comisión contó que nunca supo que Juan Pablo Duque era enlace del fiscal hasta que resultó elegido el pasado 30 de julio. Según él, a quien siempre vio en esos oficios fue a Olga Claros, hoy fiscal delegada ante el Tribunal de Bogotá. “Sí le puedo contar que había un compromiso para darle ese cargo al Partido Liberal. Ahora, quizá no se vea bien que hoy el secretario haya sido subalterno del fiscal Montealegre, pero, ¿usted cree que a esta Comisión, con la falta de dientes que tiene, la falta de herramientas y la incapacidad institucional para procesar aforados, necesita a un especie de infiltrado del fiscal para influir o esconder expedientes? Por favor”, concluyó esta fuente.

Según su hoja de vida, Duque nació en Florencia en enero de 1979. Tiene más de 11 años de experiencia en la Fiscalía, donde ingresó como asistente judicial en el CTI en 2003. Pronto pasó a la Dirección de Fiscalías de Bogotá como técnico judicial y para 2005 ya oficiaba como asistente de fiscal. En febrero de 2007 fue designado en una estructura de apoyo de unas fiscalías en Bogotá, pero en agosto de 2012 pasó al despacho del fiscal Montealegre. Es abogado de la Universidad Antonio Nariño con especializaciones en las universidades Libre y Externado. En sus referencias laborales figura la hoy fiscal Olga Lucía Claros, con quien trabajó en el Congreso casi 20 meses.

En diálogo con El Espectador, Duque señaló que se ha hecho a pulso, que es mentira que el fiscal Montealegre lo apoyó en este cargo y que nunca recibió ni entregó hojas de vida como enlace en el Congreso. “He sido muy trabajador. Mi aspiración para ocupar este cargo se dio en uso de mi derecho constitucional de elegir y ser elegido. Yo renuncié a la Fiscalía el día anterior a mi elección. Llevaba casi dos años en el Congreso y aprendí a cogerle cariño. Incluso si algún congresista necesitaba alguna fotocopia, pues yo le colaboraba. Hoy estamos transformando la Comisión para que sea un verdadero tribunal”.

Agregó: “Salí de Florencia muy joven y me vine a estudiar a Bogotá. Para pagar esos estudios tuve que trabajar. Esas cosas que dicen le hacen daño a mi buen nombre y a mi familia. Soy de origen humilde. Aquí no hubo lobby de nadie para elegirme. Yo me le presenté a cada representante de la Comisión con mi hojita de vida debajo del brazo. Con el entonces presidente del Partido Liberal, Simón Gaviria, me reuní unas dos veces y así con todos. Me gané ese puesto por ser el más idóneo. Y algo más: el secretario no toma decisiones sobre los expedientes, eso lo hacen los congresistas. Por eso no hay impedimento ni inmoralidad alguna. No tengo ni voz ni voto, ni ordeno pruebas. Soy es un secretario al servicio de los representantes”.

Este diario intentó hablar con Eduardo Montealegre sobre las denuncias planteadas por los congresistas, pero éste se encontraba de viaje fuera del país. Al margen de la controversia o de las calidades profesionales de Duque —jamás puestas bajo sospecha—, lo cierto es que a un sector del Congreso le cayó mal el discurso “veintejuliero” del fiscal incitando a los administradores de justicia a la protesta por la reforma al equilibrio de los poderes, en donde una supercorte, a diferencia de la inoperante Comisión de Acusación, lo juzgaría. 

jlaverde@elespectador.com

@jdlaverde9

Por Juan David Laverde Palma

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