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El novelón tras tiroteo en la Policía

Sólo tres palabras cruzaron los uniformados antes de que él le disparara a su novia.

Valentina Obando Jaramillo
23 de enero de 2015 - 01:42 a. m.
Los patrulleros Martha Isabel Correa y Manuel Esneider Bobadilla
Los patrulleros Martha Isabel Correa y Manuel Esneider Bobadilla

Un desenlace trágico tuvo la historia de amor entre los patrulleros de la Policía Martha Isabel Correa y Manuel Esneider Bobadilla, quienes protagonizaron una escena aterradora impensable dentro de las instalaciones de la Dirección Nacional de la Policía el miércoles pasado. Nadie se imaginó que un patrullero pudiera vaciar su proveedor en uno de los edificios más custodiados de la ciudad, asesinar a dos personas e intentar suicidarse.

Sólo tres palabras cruzaron los patrulleros antes de que él usara su arma de dotación para dispararle a ella. “¡Venga!”, le dijo Bobadilla desde la puerta de la oficina de Asuntos Internacionales donde Correa prestaba sus servicios. Ella, que lo dejó esperando un rato según relatan los testigos, se dirigió hasta él y le gritó: “¿Qué quiere?”. No hubo más palabras. Al parecer la discusión había llegado a su final, y Bobadilla en un ataque de ira decidió dispararle a la mujer con quien tenía una relación desde hacía dos años. Tres balas impactaron a la joven de 25 años, todas en el tronco.

A la 1:50 p.m. recibió los disparos y cerca de las 5:00 p.m. falleció, a pesar de los esfuerzos de los médicos del Hospital Central, contiguo al edificio donde ocurrieron los hechos. La muerte de la joven, que llevaba 4 años al servicio de la Policía, enlutó a su familia, de seis hermanos. Martha Isabel se convirtió en una de las decenas de mujeres que en el país son asesinadas por sus parejas. Según datos de la corporación Sisma Mujer, en 2013 una mujer fue asesinada cada cuadro días por su pareja o su expareja.

La patrullera no fue la única víctima. El mayor Ricardo Alberto Romero, de 36 años, quien salió a indagar qué estaba pasando cuando escuchó los primeros disparos, recibió dos impactos, uno en un brazo y otro en un glúteo. El tercero al mando en la oficina de Asuntos Internacionales era administrador de empresas y había realizado un curso de integridad interfuerzas en Estados Unidos. Él se encargaba de las comisiones en todo el continente americano. Al término de una intervención, se complicó y falleció cerca de las 9:30 p.m. del mismo miércoles. El mayor, esposo de una capitana también de la Policía y con quien tenía una niña, encontró la muerte sorprendentemente en su propia oficina, al tratar de auxiliar a su compañera de trabajo.

La fatal escena sólo terminó cuando Bobadilla decidió usar la última bala para suicidarse. Se disparó en la cabeza y gracias a la pronta atención médica sigue vivo, aunque con pronóstico reservado. El patrullero, de 23 años, no tenía antecedentes de mal comportamiento o de problemas psiquiátricos, según explicó el general Rodolfo Palomino, comandante de la Policía. Nueve disparos en total salieron de su arma, de los cuales tres no lograron impactar a ninguna persona.

Con cinco años de servicio en la Policía, Bobadilla no tuvo que violar la seguridad del edificio para hacer lo que hizo. Él, por ser de la guardia, tenía autorización para ingresar con su arma a las instalaciones de la Dirección General de la Policía. Había realizado su curso de especialidad como guía canino. Ahora la Sig Souer —su arma de dotación— está en manos de la Fiscalía.

Algunos familiares de los involucrados han manifestado su preocupación por los protocolos de seguridad implementados en el edificio. La directora seccional de Fiscalías de Bogotá, Carmen Torres, ha dicho que se corroborarán los procedimientos y se revisará si hubo algún error.

Ayer se realizaron 15 entrevistas a testigos presenciales del hecho y a otras personas que conocían la relación sentimental entre los patrulleros. Mientras Bobadilla se debate entre la vida y la muerte, las familias, la Policía y la Fiscalía tratan de entender qué pudo llevar al joven patrullero a acabar con la vida de estas dos personas y la suya propia.

Aunque sólo la pareja de novios pudo conocer las razones por las cuales él tendría tanta ira, al punto de ser capaz de cometer el crimen que tiene conmocionado al país, todos esperan que se puedan revelar los videos de seguridad del edificio para tener mayor certeza sobre cómo sucedieron los hechos.

 

 

vobando@elespectador.com

 

Por Valentina Obando Jaramillo

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