El ocaso del capo de capos que vivía en Argentina

Henry de Jesús López, el sicario que se convirtió en uno de los mayores narcotraficantes de Colombia, fue extraditado ayer a EE. UU.

Redacción Judicial
18 de noviembre de 2016 - 05:43 a. m.
Henry de Jesús López fue extraditado ayer. / Ministerio de Seguridad de Argentina
Henry de Jesús López fue extraditado ayer. / Ministerio de Seguridad de Argentina
Foto: EFE - -

El sicario que se convirtió en capo de la mafia, que sobrevivió a la cacería de los principales jefes de la Oficina de Envigado, que ayudó a fundar el cartel los Urabeños —hoy conocidos como Clan del Golfo—, que se escondió en Argentina bajo la fachada de empresario inmobiliario y que es la pieza clave para comprender la forma en que el paramiltarismo se tomó Bogotá a finales de los 90, ya está en una cárcel de Estados Unidos. Se trata de Henry de Jesús López Londoño, alias Mi Sangre, el capo de capos que fue extraditado desde Buenos Aires (Argentina) a suelo estadounidense en un operativo exprés que se ejecutó a las 5:00 de la mañana, hora colombiana. (Lea: Argentina extradita a EE.UU. al narco colombiano alias "Mi Sangre")

Desde el 30 de octubre de 2012, cuando fue capturado por decenas de uniformados argentinos en el restaurante Fettuccine Mario, ubicado en El Pilar (a más de 60 kilómetros de Buenos Aires), Mi Sangre quedó recluido en el penal de Ezeiza. Su arresto se dio luego de que el Tribunal Federal de Primera Instancia del Distrito Sur de Florida lo solicitara en extradición en mayo de 2012. Cuatro años después, en medio de un tormentoso y torpedeado proceso, la Corte Suprema de Argentina avaló la solicitud y, de forma sorpresiva, en la mañana de ayer a Mi Sangre lo despertaron y media hora después dos agentes de la DEA lo subieron a un avión del gobierno norteamerciano. (Lea: Cuatro artículos para entender quién es “Mi Sangre”)

Sus inicios en los Pepes

A finales de los 80 y principios de los 90, Henry de Jesús López era un joven del barrio Boston de Medellín que se vinculó a la mafia como un simple sicario. Sin embargo, la guerra que desató Pablo Escobar en la capital antioqueña lo llevó a unirse a los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), un grupo financiado por el cartel de Cali. En distintas entrevistas que dio en medios argentinos, Mi Sangre relató que trabajó de la mano de la Policía para lograr la caída de Escobar.

En esa época se convirtió en hombre de confianza de Diego Murillo, alias Don Berna, y otros jefes medios del cartel de Medellín que trabajaron con los Pepes y luego fundaron la Oficina de Envigado. Su ascenso en la organización fue vertiginoso. Ya no era sicario. Su perfil creció al punto que manejaba las finanzas de la organización y suministraba químicos para la producción de cocaína. Pero la forma en que llegó a ser capo del narcotráfico fue de la mano de los paramilitares. (Lea: ¿Nuevo capo en Medellín?)

Según sostuvo en una entrevista ante el portal Verdad Abierta en mayo de 2013, la labor que Don Berna le asignó fue lograr alianzas con la Fuerza Pública y unir a distintas bandas de la ciudad en un pacto de no agresión. Mi Sangre agregó que eso disgustó a Carlos Castaño porque creía que le estaban quitando gente. Sin embargo, luego de una reunión en la que le explicó lo que realizaba en las comunas, se convirtió en pieza fundamental de los paramilitares en Medellín.

Ya no sólo era un hombre importante para Don Berna, sino también de los Castaño, quienes le presentaron a Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, su nuevo jefe. Para ese tiempo, Don Mario y su hermano, Fredy Rendón, alias el Alemán, junto con los hermanos Juan de Dios y Dairo Antonio Úsuga —alias Otoniel, el hombre más buscado de Colombia hoy— tenían la misión de expandir el poder y control de las autodefensas. Don Mario, Mi Sangre y Otoniel fueron enviados por los Castaño a trabajar junto al capo Miguel Arroyave y fortalecer el bloque Centauros.

El bloque Capital

“A finales del año 2000 me dice Carlos Castaño que visite a Miguel Arroyave y a Ángel Gaitán Mahecha en la cárcel Modelo de Bogotá, quienes querían llevar las autodefensas a Bogotá. La idea era mostrarles el proyecto de Medellín. Se los expuse, les gustó y, además, recibió el aval de Víctor Carranza. Luego nos sentamos con los jefes de las llamadas ‘oficinas de cobro’ que contaban con capacidad militar y organización”, le comentó Henry de Jésús López a Verdad Abierta.

La llegada a Bogotá de los paramilitares ya se estaba preparando desde 1998 bajo el mando de Jesús Emiro Pereira, alias Huevoepisca, un lugarteniente de Miguel Arroyave que hizo los primeros contactos para consolidar alianzas con la Fuerza Pública. Luego llegó Mi Sangre, y en 2001, tras la salida de prisión de Arroyave, consolidaron la presencia paramilitar en la capital.

El objetivo era supuestamente sacar a la guerrilla de Bogotá y que las autodefensas, con la ayuda de las autoridades, crearan el bloque Capital. La idea era replicar el modelo que en los 90 utilizaron en Medellín, pero eso jamás ocurrió, según López Londoño, porque no existía sentido de pertenencia. Sin embargo, los ríos de sangre y la violencia en la que se vivió en las calles de Bogotá dejaron centenares de muertos. Según el Tribunal Superior de Bogotá, la arremetida paramilitar de hace 15 años produjo más de 600 homicidios en la localidad de Ciudad Bolívar.

Mi Sangre y Arroyave instalaron su centro de mando en los Sanandresitos de la carrera 38 y la calle sexta. Ahí funcionaba la “oficina de cobro” que crearon en Bogotá. Eran amos y señores del centro de la ciudad y de los sectores del Siete de Agosto, El Restrepo, la calle 116 y Corabastos. Tuvieron relaciones con políticos, narcotraficantes y oficiales de la Fuerza Pública que les permitieron mantener el control sobre la capital del país. Pero todo se acabó en 2004 cuando Miguel Arroyave fue asesinado.

La no desmovilización

Mi Sangre quedó como uno de los principales encargados del tráfico de drogas en los paramilitares. Cuando se dio la desmovilización de las autodefensas en 2005, lo hizo como un miembro raso del bloque Centauros. Quedó lejos del radar de las autoridades. Sin embargo, sus antiguos socios, Don Berna, Sebastián y otros miembros de la Oficina de Envigado comenzaron una cacería en su contra.

Así lo narró ante la Corte Suprema de Justicia en 2001 el narcotraficante Juan Carlos Sierra, conocido como el Tuso Sierra. Declaró que en una ocasión tuvo que esconder en una de sus fincas en Ralito (Córdoba) a Mi Sangre, porque los jefes de la Oficina de Envigado Carlos Mario Aguilar, alias Rogelio, y Don Berna lo querían asesinar. Pero en ese tiempo se reencontró con un viejo conocido: Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario.

El nacimiento de los Urabeños

Después de la desmovilización de los paramilitares, Mi Sangre recuperó las antiguas rutas de tráfico de drogas que controlaba. Junto a Don Mario y los hermanos Úsuga conformaron un grupo llamado Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que bajo la falsa consigna de que el Gobierno los había engañado en el acuerdo de Justicia y Paz, volvieron a controlar el narcotráfico en el país.

Se les empezó a conocer como los Urabeños —luego como el clan Úsuga y, finalmente, como el clan del Golfo— y a punta de sicariato, extorsiones y baños de sangre volvieron a ser los más poderosos del país. La extradición de Don Berna en 2008 terminó por catapultarlos. Para esa momento, la Policía ya estaba sobre Mi Sangre, a quien también identificaban con otros alias, como Carlos Mario, Salvador y Federico, pues lo señalaban de ser el principal enlace del cartel mexicano de la mafia conocido como los Zetas.

Su crecimiento no fue bien recibido por otros capos colombianos como Daniel el Loco Barrera, quien entró a engrosar la lista de enemigos de Mi Sangre. Razón por la cual decidió huir a Argentina a finales de 2007. Lo hizo por Venezuela. En ese entonces Don Mario quedó al frente de los Urabeños, hasta que fue arrestado en 2009. Ahí subieron los hermanos Úsuga: Juan de Dios Úsuga murió el 1° de enero de 2012 en un operativo, lo que dejó a su hermano, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, como máximo comandante de esa banda criminal.

La llegada a Argentina

En 2008 Mi Sangre se radicó en Argentina, huyendo de las balas de sus enemigos. Consiguió su casa en un sector exclusivo a las afueras de Buenos Aires conocido como los countries de Nordelta. Empezó a utilizar una identidad venezolana —adquirió un pasaporte falso durante su paso por Venezuela— y se presentaba como un próspero empresario inmobiliario. Se relacionaba con la crema y nata de la sociedad bonovarense y, según las autoridades argentinas, creó negocios para lavar miles de dólares.

A finales de ese año, ante el Ministerio del Interior argentino, solicitó asilo político bajo el argumento de que era un perseguido del gobierno colombiano. Le dieron la nacionalidad a su esposa e hijo de 3 años, sin embargo, a él se la negaron porque encontraron que tenía procesos penales abiertos en Colombia.

Lo que no sabía Mi Sangre era que desde 2006 las autoridades norteamericanas le seguían la pista. Junto a la Policía de Colombia comenzaron a realizar seguimientos y lograr identificar dónde pasaba la mayor parte del tiempo. Pero tres meses antes de su captura, en octubre de 2012, luego de haberle sacado información a quien era su empleada del servicio, pusieron un dispositivo en un paquete que le enviaron desde Colombia. Precisaron su ubicación y se dio luz verde al operativo que puso fin a su fachada de empresario exitoso.

Desde prisión Mi Sangre evitó a toda costa ser extraditado. Hasta presentó una solicitud de medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al advertir que era un perseguido político y que su vida corría riesgo por los secretos que conocía de las relaciones entre oficiales de la Fuerza Pública y el paramilitarismo. Asimismo, se convirtió en una vedette al salir en varios medios argentinos, diciendo que nunca había sido un narcotraficante.

Pero el 20 de mayo de 2016 un juez avaló su extradición a Estados Unidos. Fue apelada por sus abogados, pero el 13 de septiembre fue ratificada por la Corte Suprema de Argentina. Se desconocía el día que sería enviado a una cárcel en EE. UU. Al parecer, se manejó su salida con total hermetismo, pues semanas atrás las autoridades argentinas aseguraron que habían frustrado un plan de fuga. A su abogada le encontraron mapas detallados de la prisión en la que estaba y de la ubicación de la comisarías más cercanas y, además, en su celda hallaron videos de la vista aérea del penal.

Mi Sangre hoy está a la espera de ser juzgado por una corte de Florida. La historia del “lavaperros” que se convirtió en capo y que se ganó su apodo por las múltiples veces que se salvó de morir a manos de sus enemigos aún está por escribirse. López Londoño es una caja de Pandora, que de abrirse promete revelar secretos oscuros del paramilitarismo en Colombia. En especial, la historia del bloque Capital, el mismo que estuvo detrás de decenas de asesinatos como el de Jaime Garzón.

 

Por Redacción Judicial

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