Con flores amarillas, estudiantes y profesores de la Universidad Nacional recibieron a Miguel Ángel Beltrán, profesor de la facultad de sociología que fue recluido en la Picota en agosto del año pasado. Beltrán fue recibido en el auditorio Camilo Torres de la Universidad Nacional.
En ese momento, el Tribunal Superior de Bogotá había revocado la sentencia que, en primera instancia en 2011, había absuelto a Beltrán por el cargo de rebelión. La Fiscalía lo señalaba de ser parte de las Farc, de ser alias Jaime Cienfuegos, y el Tribunal de Bogotá le dio la razón al organismo y lo condenó a 100 meses de prisión.
"Triunfó la idea de que ser divergente no es ser insurgente", señaló su abogado defensor, David Albarracín, quien como Beltrán fue aplaudido en repetidas ocasiones por unos 200 asistentes. Beltrán aprovechó la ocasión para agradecer su trabajo.
Beltrán fue condenado porque, según la Fiscalía, los computadores obtenidos en la operación Fénix -en la cual murió el jefe de las Farc Raúl Reyes en febrero de 2009- lo relacionaban con esa guerrilla como su ideólogo. Beltrán, que nunca ha ocultado sus tendencias ideológicas de izquierda, negó siempre haber cometido alguna ilegalidad.
"Creo que este 8 de septiembre (cuando la Corte Suprema lea el fallo absolutorio) se va a sentar jurisprudencia sobre la libertad de pensamiento", señaló Beltrán.
Su futuro por ahora es algo incierto. Beltrán no puede regresar aúna la Universidad Nacional como catedrático, pues la Procuraduría lo inhabilitó para ocupar cargos públicos por 13 años. La Procuraduría, asimismo, le había pedido a la Corte Suprema que mantuviera la condena en contra de Beltrán.
"El procurador (Alejandro) Ordoñez representa la inquisición, la persecución. Pero veamos el lado positivo: también representa ese pasado que queremos dejar atrás", dijo Beltrán. Su caso está ya en manos del Consejo de Estado, tribunal al que le pidieron suspender esa sanción mientras se toma una decisión de fondo.
En el auditorio Camilo Torres, Beltrán habló un poco de todo. Se refirió especialmente a la necesidad de que en la academia se siga respetando la diversidad de ideas. "La cárcel fortaleció mi formación como sociólogo e investigador social. Hablar con presos sociales, con paramilitares, escuchar sus historias y razones, para mí fue muy conmovedor".
Beltrán subrayó las indignas condiciones bajo las cuales viven los reclusos en Colombia y aseguró que seguiría trabajando por esa causa. "Hay que buscar otros métodos que sean más humanos".