El valor de la verdad en un proceso de paz

Raihner Hule, director del Centro de Derechos Humanos de Núremberg, habló con El Espectador sobre los principales retos en las actuales negociaciones con las Farc.

María Camila Rincón Ortega
28 de julio de 2014 - 07:06 p. m.
Raihner Hule. /Cortesía Centro de Memoria Histórica
Raihner Hule. /Cortesía Centro de Memoria Histórica

La conferencia que para este martes tenía preparada el Centro de Memoria Histórica, en asocio con otras siete entidades, fue inaugurada con la intervención del exmagistrado de la Corte Constitucional y hoy presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Humberto Sierra Porto, quien explicó la importancia de la verdad como derecho. Una verdad que es indispensable para desarrollar procesos de paz en sociedades con un conflicto tan arraigado como Colombia, pues actúa como mecanismo contra la impunidad –un punto que es tan controversial en la coyuntura de las negociaciones de paz con las Farc– y como garantía de no repetición.

Sobre este asunto, Sierra Porto resaltó el deber estatal de recordar no sólo mediante la conservación de archivos y la preservación de la memoria, sino también a través de los procesos judiciales efectivos y el acceso a la justicia. El magistrado argumentó que el derecho a la verdad no puede operar si no está en relación con otros derechos y mecanismos como el acceso a la información y la investigación eficiente de violaciones a los derechos humanos, pues esta última hace parte de la reparación.

En este sentido, Sophie Daviaud, profesora del Instituto de Estudios Políticos en Francia, explicó que las investigaciones que hacen las comisiones de la verdad permiten enfrentar un futuro después de la guerra y reconstruir los hechos que allí ocurrieron. Un elemento sobre el cual Elizabeth Odio Benito, exmagistrada de la Corte Penal Internacional, sostuvo que vale la pena reconstruir la verdad porque a través de ese proceso es posible blindarse sobre la repetición del dolor, “parte del derecho a la reparación que tienen las víctimas es reconocerles la verdad de lo que les ha ocurrido”.

Sobre algunos de estos aspectos El Espectador conversó con Raihner Hule, Director del Centro de Derechos Humanos de Núremberg, quien compartió su percepción sobre las negociaciones que se adelantan en La Habana y el modelo de justicia que debería implementarse si se llega a un acuerdo de paz. También señaló que lo más relevante en la coyuntura que vive Colombia es, precisamente, el derecho a la verdad.


¿Cuál es la importancia de la verdad en un proceso de paz y reconciliación?

La verdad es de las cosas más importantes e imprescindibles. Ningún proceso de paz puede negar el derecho a la verdad, porque entonces esa paz se construye sobre una mentira. No puede ser. En Núremberg fue supremamente importante toda la documentación que los fiscales reunieron e introdujeron al juicio para documentar la extensa criminalidad del régimen nazi. Eso que está documentado sirve como un elemento importante para los historiadores, incluso hoy en día. En ese sentido, más que el elemento de justicia que normalmente se destaca en los juicios de Núremberg era el elemento de presentar una verdad, no completa porque fue poco tiempo después de terminada la guerra, pero sí bastante impresionante en su extensión.


¿Cuál es el mayor desafío que tiene Colombia en estos diálogos de paz?

El desafío es hacer la paz. Si me preguntas sobre los obstáculos, obviamente los actores principales son los que están en la mesa, pero no son necesariamente los únicos interesados o afectados. Es un proceso que toca a todo el país. La pregunta de cómo relacionar lo que está pasando en La Habana y lo que está pasando en la sociedad es un reto muy grande, porque al final el acuerdo tiene que ser aceptado por la sociedad si quiere tener alguna vigencia real, si quiere convertirse en una realidad. La paz no es simplemente no hacer la guerra, la paz tiene que ser una sociedad justa, participativa, con reglas transparentes para todo el mundo. En ese sentido, lo mínimo que se acuerde en La Habana hay que llevarlo a algo más grande que realmente merezca la palabra paz.


¿Es un reto la justicia transicional en conflictos tan prolongados como el de Colombia?

Esa pregunta es muy complicada. La justicia transicional supone un proceso de transición: transición de un periodo dictatorial a otro posdictatorial, de un periodo de conflicto a un periodo de posconflicto. Si es un país donde no estamos en esta situación es muy difícil hablar de justicia transicional. No estoy seguro si el concepto es muy pertinente para la situación de Colombia. Ahora, una vez logrado un acuerdo de paz, seguramente sí, y uno se puede preparar para ese escenario. Mejor sería tal vez hablar de un proceso de adaptar ciertas medidas de justicia a las condiciones actuales de un proceso de paz. Justicia transicional es un término muy amplio, hay por lo menos 25 definiciones en Ciencia Política y no nos son muy útiles en este contexto. Tratemos de adaptar la justicia y las exigencias de justicia a las condiciones específicas de este proceso de paz. Esa sería mi recomendación.


¿Por qué investigar las desapariciones forzadas es tan difícil?

Esa dificultad tiene que ver con la misma naturaleza de este crimen, que es un crimen que trata de ocultar lo ocurrido. Entonces, cuando el ocultamiento hace parte de la lógica de cometer ese crimen es muy difícil esclarecer los hechos, porque realizarlo significa esconderlo. No hay ningún país que yo conozca donde tenga cifras fieles sobre el número de casos de desaparición forzada y es por la dificultad de investigarlos.


¿Cuál fue su mayor aprendizaje en Núremberg?

Que el derecho internacional está por encima de las malas leyes nacionales que se hicieron en Alemania y que inmediatamente después de la guerra fueron echados a la basura por los nuevos regímenes de ocupación de los gobiernos militares.


mrincon@elespectador.com

@macamilarincon

 

 

Por María Camila Rincón Ortega

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