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En los últimos meses una de las dependencias de la Policía Nacional que más golpes han logrado dar al crimen organizado en Colombia ha sido el Gaula. Su director, el general Humberto Guatibonza, le contó a El Espectador sobre las nuevas estrategias que tiene el grupo para la lucha contra la extorsión y el secuestro, además de pormenores de las operaciones más importantes, como la captura de John Freddy Manco Torres, alias El Indio, y Roberto Pannunzi, el Pablo Escobar italiano.
¿Por qué existe la sensación de que el secuestro y la extorsión amenazan nuevamente la seguridad urbana?
Hay que diferenciar los dos temas. El secuestro está a la baja. La cifra de 2013 es la más baja en los últimos 30 años. Lo que pasa es que ahora son más visibles. En el caso de la extorsión es preocupante porque ha crecido, ya que los delincuentes han dejado un poco el negocio de la droga y se han dedicado a esta modalidad.
¿Cómo estamos en cifras reales de secuestro?
Este año tenemos 122 secuestros, contra 200 del año pasado en el mismo período. El principal victimario es la delincuencia común. El Eln, que ha hecho 11 secuestros en 2013, ahora es el segundo secuestrador de Colombia porque ya pasó en números a las Farc.
¿Es un mecanismo que está utilizando el Eln para meterse a los diálogos de paz?
Sí, pero también diría que es más un tema económico porque es una de sus fuentes de financiación.
¿Las Farc tienen secuestrados hoy?
Sí. No es que hayan roto la promesa que hicieron en La Habana, lo que pasa es que el secuestro es un delito que se sigue cometiendo mientras la persona permanezca en cautiverio. No importa que el hecho haya sido hace uno o dos años.
¿Qué casos existen?
Hay 600 casos en los últimos años en los que no se sabe de las personas secuestradas. Y el estudio que hizo el Centro de de Memoria Histórica de Cifras y Conceptos fue muy claro: históricamente, el mayor secuestrador que ha tenido Colombia han sido las Farc.
¿Por qué existe la sensación de que el secuestro se ha reactivado, por casos como el de los españoles?
Los casos son más visibles y publicitados, como el de los españoles, a quienes finalmente terminamos rescatando. El caso de este español secuestrado en el Valle (Sergio Muñiz Brioso) es diferente porque están involucrados asuntos ilícitos.
Existen denuncias de que desde las cárceles se han hecho extorsiones. ¿Qué está pasando?
De cada cien llamadas que hace un extorsionista, repite 40 porque ve en ellas a víctimas potenciales. Solamente dos o tres llegan a hacer efectivo un pago; lo que pasa con las otras 97 es que le cuentan a todo el mundo que lo están extorsionando. Eso genera pánico.
¿Dice entonces que la extorsión es más una cuestión de sensación que de realidad?
Sí. Obviamente hay extorsión y ha crecido, pero no a los extremos, como ha dicho todo el mundo, que es una cosa inaguantable.
¿Los avances en seguridad han hecho que se tenga la percepción de inseguridad por cosas más pequeñas?
Claro, porque hoy ya no tenemos a grandes capos que perseguir. Nuestros esfuerzos están concentrados en temas más cotidianos como atracos, microtráfico y microextorsión.
¿Cómo ha sido el trabajo con autoridades extranjeras?
El caso de El Indio (John Freddy Manco Torres) fue una relación muy buena con España, porque realmente fueron ellos quienes permitieron detenerlo. Otro caso es el de los españoles en La Guajira (María Concepción Marlaska Sedano y Ángel Fernández Sánchez). Con Italia también ha sido significativa porque capturamos a Roberto Pannunzi, el Pablo Escobar italiano, y otras cinco personas de ese país.
¿Podría perfilar a Pannunzi? ¿Realmente era como Pablo Escobar?
Sí, él mismo nos dijo que cualquier cargamento mayor a una tonelada pasaba por sus manos.
¿Cómo llegaron hasta Pannunzi?
El capo vivía en venezuela y tenía un hijo casado con una colombiana, por lo que venía bastante al país. Manejaba un bajo perfil, se movilizaba solamente en transporte público. Entraba a Colombia por Cúcuta. Sabíamos que había llegado Bogotá el 5 de julio, día en que lo capturamos. Para las autoridades italianas esta fue la captura del año porque era uno de los diez más buscados. Incluso intentó sobornar a la gente del Gaula ofreciéndoles hasta $10 millones de euros.
¿Qué pasó en el caso de ‘El Indio’?
Lo estábamos buscando hacía dos años. Se alcanzó a escapar en una operación que hicimos en Caldas. Un año después establecimos que tenía una relación con la modelo Sara Builes. Gracias a autoridades españolas nos dimos cuenta de que ella viajaba con regularidad a ese país, se iba por una aerolínea y se devolvía por otra. Una maña que repitió en cuatro oportunidades durante este año.
¿Por qué se movía con tranquilidad?
Tenía una cédula original, pero con datos falsos. Teníamos conocimiento de que entraba y salía de Colombia. Luego se consiguió un pasaporte español con los sellos originales y de ahí se fue a España. Entonces empezó a viajar la mujer, que llegó a la casa de El Indio en un lujoso barrio de Madrid donde vivían estrellas del Real Madrid. Luego empezó a viajar con su novia por Europa.
¿Cuál es la nueva estrategia del Gaula?
Nos estamos acoplando a las nuevas formas del delito en Colombia. Asesoramos, por ejemplo, a Honduras, Ecuador, Filipinas y México. El objetivo principal de la Policía ahora es alias Megateo (Víctor Ramón Navarro Serrano), un hombre con influencia en el Catatumbo que dice ser guerrillero pero es narcotraficante.
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