La estudiante desaparecida en Cali, otro novelón de las redes sociales

¿En cuántos de los más sonados casos de ausencias que llaman a la solidaridad en Twitter y Facebook hay realmente situaciones de desaparición forzada?

Stefanie Matiz Cortés
29 de abril de 2016 - 10:09 p. m.
La estudiante desaparecida en Cali, otro novelón de las redes sociales

Entre desapariciones y escapadas. Los más sonados casos de víctimas de secuestros y desapariciones que se han reportado en las redes sociales en los últimos tiempos han tenido características similares: familiares, madres, parejas desesperadas que se quedaron esperando en su casa a un ser querido y éste no llegó.

Acudieron entonces a Twitter y Facebook, y medio país se dedicó a buscarlas. Algunos de ellos no desaparecieron de manera forzada –como podría esperarse de un país con los flagelos  de inseguridad de Colombia- sino que simplemente escaparon de sus problemas (su familia incluida) para buscar en la soledad, tal vez, un suicido tranquilo. Otros simplemente, como dice el estribillo de la popular canción de Guillermo González: ‘no estaban muertos, andaban de parranda’.

El caso más reciente es el de Alejandra Sánchez Rodríguez, una estudiante de periodismo, que desapareció en circunstancias no aclaradas aún, el pasado 26 de abril, cuando adelantaba una investigación sobre la salsa en la ciudad de Cali. La joven perdió contacto con su familia desde la mañana del martes, cuando se dirigía a realizar una entrevista a un funcionario de la Secretaría de Cultura. Sin embargo, en el lugar no hubo registro de su ingreso ni de los equipos de grabación que portaba, según contaron sus familiares. (Lea: Reportan que universitaria desaparecida en Cali fue encontrada en Antioquia)

Tan pronto se alertó sobre su ausencia, la Policía dispuso de un grupo interdisciplinario conformado por agentes especiales del Gaula y de inteligencia que tenían entre sus tareas hallar a Alejandra. Mientras las autoridades hacían su trabajo, la familia de la joven estudiante de Periodismo y Opinión Pública de la Universidad del Rosario, lideraba una búsqueda a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Inclusive la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) participó activamente de ese movimiento social.

Tras la angustia colectiva, Alejandra apareció, dos días después, en el municipio de Guatapé, Antioquia. Según la versión de la Policía, el martes se había hospedado en un hostal en Cali, sola. Al día siguiente, hacia las nueve de la mañana, emprendió un viaje por tierra hacia ese municipio. Sin más explicaciones les dijo a las autoridades que tenía problemas personales y que la falta de comunicación con su familia se debía a que se le había dañado la sim card de su teléfono celular.

Para las autoridades es caso cerrado, pero está por ver la versión que ella entregará a su familia. “No sé qué pasó y creo que es un asunto muy de familia y se ha prestado para muchas burlas. Puedo decir que luego de que apareció estuvo hospitalizada para revisión médica. No sé bien qué pasó porque no quiero confrontarla, yo solo quiero que ella llegue, que esté conmigo y será su decisión si me cuenta que fue lo que sucedió, por qué apareció en otra ciudad y por qué no se comunicó con nosotros. Cuando ella quiera hablar la escucharé con todo mi amor”, dijo la madre a este medio.

Pero el caso de Alejandra Sánchez no es el único. Entre los más sonados está el de la periodista Karen Gamba, quien – en diciembre de 2011- en una aparente broma hizo que la Policía movilizara cerca de 1.500 hombres y por lo menos 17 mil taxistas apoyaron el operativo. La siguieron vía satélite y se ejecutó un plan sin antecedentes para encontrar a esta supuesta víctima de desaparición forzada. En esa oportunidad la Policía concluyó que la periodista dijo demasiadas mentiras, fruto, seguramente, de los tragos.

Otro episodio similar lo protagonizó Fanny Lorena Pérez quien logró engañar a su familia, amigos y a los medios de comunicación. Esta joven desapareció misteriosamente en octubre de 2009, luego de abordar un taxi en el sector de Chapinero, no sin antes dejar un preocupante mensaje de voz en el celular de un amigo: “¡me atacan, me atacan!”. De nuevo la Policía descubrió que se trataba de una falsa alarma. (Lea: Distrito dice que se gastó $3.000 millones en buscar a Fanny Lorena)

Fanny Lorena, por voluntad propia, decidió ocultarse de su familia en un hotel de bajo perfil al occidente de Bogotá. Luego, cuando decidió ‘aparecer’ contó una historia que dejaba muchas dudas. Los investigadores que siguieron el caso concluyeron que todo se trató de un montaje, aparentemente, para llamar la atención de un tercero relacionado con ella. (Lea: Karen Gamba asegura que no realizó broma pesada a la Policía)

Pero no siempre ‘andan de parranda’. Hay casos en los que el desenlace es dramático, como el de Andrés Felipe Blackburn, quien efectivamente fue reportado por desaparecido, se generó todo un movimiento  en las redes sociales, para después conocerse que se fue por voluntad propia, escogió la apartada ciudad de Savannah, en el estado Georgia, para quitarse la vida, lejos de su familia, lejos de todo. (Lea: Cuerpo de Andrés Felipe Blackburn fue hallado en un hotel de Georgia, EE.UU.)

Y el más reciente, esta misma semana, el del empresario Felipe Correa, quien al parecer se habría lanzado de la terraza de un hotel ubicado en la calle 63 con carrera 36, en el que se había hospedado horas antes. Su foto en Twitter permitió que dos periodistas lo identificaran en la calle y le advirtieran sobre la preocupación de sus allegados y media Bogotá. “Lo de twitter es un malentendido; yo estoy bien, tranquilos. Gracias”, les dijo tranquilo y se marchó. Luego apareció muerto. (Lea: Medicina Legal le envió a la Fiscalía informe sobre la muerte del empresario Felipe Correa)

La Policía generalmente no comienza una investigación sobre desapariciones antes de 72 horas, precisamente porque tiene antecedentes y consideraciones propias de sus investigaciones para determinar que un desaparecido lo es después de ese tiempo. Sin embargo la angustia de quienes rodean al desaparecido no da tanta paciencia y las redes sociales se hacen eco de ellos. Tal vez eso ayude en la labor de la Policía, tal vez dé algo de esperanza a los familiares saber que hay mucha gente ayudando a buscar, pero lo cierto es que en estos casos no han evitado el desenlace fatal o el engaño de los que han decidido ‘desaparecerse’ por cuenta propia.

Aunque en principio las autoridades deben cumplir con su función de indagar para esclarecer cuanto antes los orígenes de una desaparición, también causa indignación ciudadana pensar que (como con los mensajes falsos sobre tragedias en la línea de emergencias 1, 2, 3), en ocasiones también se pierden recursos humanos y técnicos buscando a desaparecidos que en realidad no están perdidos.

Por Stefanie Matiz Cortés

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