Publicidad

"Fui secuestrado por la Fiscalía"

Historia de un polémico proceso judicial que apenas comienza. Wílmar Vera Zapata, profesor universitario recluido en la cárcel San Bernardo de Armenia.

Ana Cristina Restrepo Jiménez
28 de julio de 2013 - 09:00 p. m.
Wílmar Vera (de rojo) y Jílder Aricapa, alias ‘El Indio’, detenidos por el crimen de Alexánder Morales. / Cortesía ‘La Tarde’
Wílmar Vera (de rojo) y Jílder Aricapa, alias ‘El Indio’, detenidos por el crimen de Alexánder Morales. / Cortesía ‘La Tarde’

Las pocas imágenes que se han obtenido en las audiencias y traslados penitenciarios de Wílmar Vera Zapata tienen una particularidad: el acusado nunca oculta su cara.

El 7 de junio de 2012, Vera Zapata salía de una conferencia en la Fundación Universitaria Lasallista (Caldas, Antioquia), donde impartía cátedra, cuando lo llamaron de la rectoría. Allí lo esperaban seis agentes de la Sijín que lo capturaron por presunta autoría intelectual de un homicidio. El profesor se desplomó. Desde ese momento clama su inocencia.

La Fiscalía General de la Nación acusa a Vera de ser el autor intelectual del asesinato de su exalumno y amigo Alexánder Morales Ortiz, precandidato por el Partido de la U al Concejo Municipal de Pereira e hijo de Gerardo Morales, abogado y dirigente empresarial, y la psicóloga María Salomé Ortiz Hincapié.

La acusación contra el profesor se basa en el testimonio que rindió Carlos Andrés Velásquez Villada, sicario capturado y sindicado por ese crimen, quien entregó su primera versión un año después de cometido el asesinato (18 de marzo de 2011).

En octubre de 2012 Vera y su abogado, Andrés Felipe Jaramillo Restrepo, renunciaron al beneficio de la libertad por vencimiento de términos, para demostrar la inocencia y recuperar el buen nombre del acusado. Después de más de un año en prisión, el juicio apenas comenzó el pasado 4 de julio. Esta es la historia.

¿Quién es el acusado?

Wílmar Vera Zapata ha sido profesor de la Universidad Católica de Pereira y la Fundación Universitaria Lasallista. Su firma como reportero es recordada en Medellín, donde trabajó para el periódico El Colombiano. En la actualidad está recluido en el patio 1 de la cárcel San Bernardo de Armenia, conocido como el de “los violos”, porque recibe a los acusados de delitos sexuales, que correrían peligro en otras partes de la cárcel. Vera comenta que la mayoría de reclusos de ese patio tienen un perfil no agresivo.

Aunque su celda de tres metros cuadrados fue diseñada para cuatro personas, permanece habitada por ocho. Adentro tiene dos camarotes y tres estratos: “carretera”, “huecos” y “planchas”. Las planchas, media y alta, son los camarotes laterales de cemento donde duermen los reclusos más afortunados. El nivel siguiente es el hueco, la parte inferior de los camarotes, diseñada para guardar pertenencias, que rodea la carretera y conserva un poco más de calor en la noche (por venir trasladado de una cárcel en Pereira, Vera perdió su derecho a un hueco). El nivel más bajo, por la incomodidad y el frío que se cuela entre las rejas, es la carretera: allí, el profesor comparte colchón con un compañero. Sólo las remisiones o liberaciones permiten ascender a hueco o plancha. También se puede pagar por ellos: una plancha puede costar hasta $250.000.

Los reclusos se levantan a las 4:30 a.m. y durante el día permanecen en el patio, se la pasan deambulando, leyendo o jugando parqués. El momento más llevadero para Vera es en la tarde, cuando oye el programa radial La Luciérnaga.

Después de más de un año sin ingresos económicos, Ángela, su esposa, y su hija de 10 años, residentes en Medellín, casi no lo pueden visitar. Además, la “terapia”, o requisa de los visitantes que ingresan al penal, suele ser una humillación.

Usted se declara inocente. ¿Por qué lo capturaron?

Por un falso positivo de la Fiscalía, que está incurriendo en un fraude procesal al permitir una falsedad testimonial. En el caso de Alexánder, como precandidato al Concejo, buscan presentar un homicidio como esclarecido cuando eso no ha ocurrido. Simplemente están actuando de forma alevosa, encerrando a un grupo de personas que somos inocentes para poder encubrir los verdaderos intereses detrás de esa muerte.

Alexánder Morales lo invitó a hacer parte de una inversión que no funcionó y usted perdió mucho dinero. Los asuntos de negocios suelen deteriorar las relaciones. ¿Recuerda su último encuentro con él?

Debió haber sido en 2010. La relación con Alexánder siempre fue cordial, de amigos, de personas que se metieron en un negocio que después no se fraguó. Siempre fue muy serio al decirme que me iba a responder por la plata, y yo acepté, me quedé esperando a que me la devolviera. En ningún momento fue una relación desobligante.

¿Ha recibido intimidaciones o mal trato en la cárcel?

Para nada. Todos aquí tenemos un apodo, el mío es El Profe. Cuento con el respaldo y la simpatía de muchas personas. No he tenido problemas de seguridad; me preocupa más mi familia afuera. Estoy entre gente que me respeta y que respeto. Logramos convivir, que es lo más complicado en una situación de estas: el encierro de más de 160 personas en un espacio más pequeño que una cancha de fútbol.

¿Cuáles son las irregularidades que observa en este proceso?

Llegará el momento en que podré demostrar mi inocencia. La he predicado y gritado desde el 7 de junio del año pasado: a un sujeto (Carlos Andrés Velásquez Villada) que no debería tener credibilidad, la justicia se la dio toda. Lo otro es que, estando acá adentro, uno se da cuenta de que este caso no es extraño: hay muchos a los que la justicia, la Fiscalía, la Sijín les hacen trampa para que terminen encerrados. Espero salir con la frente en alto, demostrando que hay fuerzas extrañas y que la Fiscalía está trabajando para ellas. Como dice mi esposa: fui secuestrado por la Fiscalía.

¿Qué hay detrás de todo esto?

Detrás de este caso hay intereses que no han salido a la luz pública, que a mí no me interesa destapar, pero que sí reflejan un nivel de corrupción para esconder a los verdaderos culpables. La Fiscalía está empeñada en seguir satanizándonos y mostrar como si yo fuera un doctor Jekyll y míster Hyde: amable con los estudiantes y por detrás armando un complot de asesinato. Fui engañado, traicionado, y aun así espero que la justicia tenga el valor de aceptar que se equivocó. Estoy con otros tres compañeros, uno de ellos ya fue exonerado: la justicia demostró que no había hecho nada. Y la Fiscalía se quedó callada.

Cambios de fiscal

Según la Fiscalía, la supuesta motivación de Vera Zapata para cometer el crimen fue el incumplimiento de un pago que Morales Ortiz le debió hacer al acusado por una inversión relacionada con una mina de carbón en La Jagua de Ibirico (Cesar). En el negocio también participaron personas de Pereira, Cali y Bogotá. Además de Vera, han sido vinculados al proceso Wilson Espinosa Marín, conocido como Elkin Ricaurte o Pecueca, Jílder Antonio Aricapa Motato, alias El Indio, así como un menor apodado El Mono.

Según la defensa, el caso ha tenido algunas irregularidades, como la alta rotación de fiscales: cinco en siete meses. El abogado de Vera, Andrés Felipe Jaramillo, explica: “El proceso ha tenido cualquier cantidad de baches jurídicos. Tengo un enemigo natural dentro del proceso, el fiscal, y que él tenga un fiscal de apoyo es normal: se pueden confrontar. Ese opositor natural tiene un ayudante: el defensor de las víctimas. El Ministerio Público se suma a la bancada de la Fiscalía, con lo que tengo ya cuatro opositores. Pero en interrogatorios, contrainterrogatorios o interrogatorios cruzados hay un excesivo intervencionismo por parte del juez protegiendo a los testigos de la Fiscalía o coadyuvando casi a su trabajo, desequilibrando la balanza”.

Sobre la conducta irregular del ente acusador, la defensa relata: “Ha actuado de manera deshonesta, con argucias, y ha violado la ley. El juez convalida y omite las equivocaciones de la Fiscalía. En un juego limpio, sano, la Fiscalía debe entregarle todas las pruebas a la defensa, no puede esconderlas ni ocultarlas, y aquí nos las ocultaron y escondieron. En la audiencia del 11 de julio demostré errores de la Fiscalía, tanto que el fiscal tuvo que aceptar y reconocer su error, por lo que solicité lo obvio: el rechazo de una prueba documental de una experticia y la declaración de una perito que iba a atestiguar (...). La misma Fiscalía reconoció el error argumentando que su carga laboral era muy grande, que habían pasado cinco fiscales por este caso, y que por eso se les olvidó, que qué pena. Ante semejante adefesio, el juez hace un esguince, le busca la comba al palo y permite esa prueba”.

Entretanto, continúan las noches de insomnio de Wílmar Vera Zapata, quien escribe cuentos para conjurar su mayor angustia: saber que en Colombia la presunción de inocencia se queda en retórica.

Por Ana Cristina Restrepo Jiménez

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar