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El principal cambio en la transformación que desde 2011 se viene realizando en el Ejército fue la división en tres partes que se hizo de la Jefatura del Estado Mayor. Según explicaron esta mañana el ministro de la Defensa, Luis Carlos Villegas, el comandante de las Fuerzas Armadas, Juan Pablo Rodríguez, y el comandante del Ejército, general Alberto Mejía, se crearon tres nuevas jefaturas y, al interior de ellas, una serie de comandos que se encargaran de la creación de políticas públicas —por ejemplo en temas de transparencia—, de manejar las reservas del Ejército y de la aparición de grupos de fuerzas especiales.
La primera jefatura del Estado Mayor es la de Planeación y Políticas, que se encargará de direccionar la transformación, innovación y tecnología del Ejército. Asimismo, buscará fortalecer la transparencia de las Fuerzas Armadas con la creación de una dirección que se encargará de construir políticas públicas al respecto con base a experiencias de otros países, como los miembros de la Otan. Desde 2011 se emitieron más de 26.000 directivas en distintos temas, por lo que se hizo necesario que el trabajo no recayera sobre un solo general.
El jefe de Estado Mayor Generador de Fuerza es una de las nuevas dependencias del Ejército. Entre sus funciones está la necesidad de reorganizar la reserva del Ejército. Entre los primeros pasos que de han dado en este aspecto está la reparación de 70.000 fusiles y un proyecto de ley que ya se está discutiendo en el Congreso para regular el reclutamiento. Según el general Mejía, el objetivo es crear un sistema de reserva efectivo de las personas que prestaron su servicio militar.
La última transformación es la aparición del Jefe de Estado Mayor de Operaciones, que tendrá a cargo las diferentes divisiones del Ejército ubicadas en los distintos departamentos del país. Entre sus nuevas funciones estará el control del despliegue territorial de comandos especiales —se constituirán tres— que apoyarán la labor de otras Fuerzas Armadas y que trabajarán en conjunto con la Policía. Asimismo, se reorganizarán los comandos de inteligencia y contrainteligencia que quedarán bajo el control de esta jefatura.
El general Mejía insistió en que no se disminuirá el pie de fuerza ni la capacidad del Ejército, pues se trata de una respuesta a las transformaciones que ha sufrido el país en temas de seguridad. Agregó que sería ridículo pensar que estos cambios son una orden enviada desde La Habana por los negociadores de paz del Gobierno y las Farc, pues se estaría desconociendo el trabajo que por más de cinco años se hizo junto a la academia —se publicaron más de 100 artículos sobre el tema— y organizaciones internacionales como la Otan. El ministro de Defensa, por su parte, aseguró que se está construyendo un nuevo Ejército que estará listo para afrontar la paz o la guerra.
Entre otros cambios es que se crearán otras cuatro armas adicionales a las que ya existen. Entre ellas, la Policía Militar, Fuerzas Especiales y Acción Integral. El ministro finalmente puntualizó que el presupuesto no se disminuirá —18% del presupuesto nacional y el 3,5% del PIB— y que se seguirá manteniendo el número de 235.000 uniformados.