“Hubo acciones para ocultar la verdad”: hija de Jaime Gómez, asesor de Piedad Córdoba asesinado

Tras 11 años del asesinato de su padre, Diana Gómez recuerda las irregularidades del caso y asegura que el Estado ha sido absolutamente negligente para investigar quién lo mató y por qué.

El Espectador
25 de marzo de 2017 - 03:56 a. m.
Diana Gómez es doctora en antropología de la Universidad Chapel Hill (Estados Unidos).  / Nelson Sierra
Diana Gómez es doctora en antropología de la Universidad Chapel Hill (Estados Unidos). / Nelson Sierra

Hace 11 años Jaime Gómez salió a trotar por el Parque Nacional y nunca regresó. ¿Recuerda qué estaba haciendo cuando se enteró de que su papá estaba desaparecido?

Extrañamente, todo ese 21 de marzo (de 2006) sentí una ansiedad feísima. Yo llegué a la casa del trabajo en la tarde. Mi mamá llamó a contarme que mi papá no aparecía. Nos reunimos varios familiares, Piedad Córdoba y miembros de Poder Ciudadano (movimiento al que pertenecía Gómez) en la casa de mi papá. Empezamos a llamar a todas partes, hasta al presidente de la época, Álvaro Uribe. Con mi hermano fuimos al Hospital San Ignacio a preguntar. Las autoridades desplegaron esa noche un operativo de búsqueda con helicópteros. Al día siguiente, siguieron con la búsqueda. Yo me fui al parque con una foto de él a preguntar a los transeúntes si lo habían visto. Mi familia y otros amigos subieron a realizar la caminata que mi papá solía hacer en la zona para ver si se había accidentado.

¿En qué momento se dieron cuenta de que era posible que su papá estuviera desaparecido?

Al segundo día. A mi papá lo habían visto subir por el sendero que siempre frecuentaba pero nunca lo vieron bajar. Ahí empezamos a pensar que lo que estaba pasando con mi padre era algo totalmente relacionado con su militancia política. Por eso es que en ese momento se activa el mecanismo de búsqueda urgente de personas desaparecidas, a través de Asfaddes. Yo sabía cómo se trataba un caso de desaparición forzada y me dije que esto iba llevar tiempo. Además, trabajaba con madres que se dedicaban a la construcción de paz y que tenían familiares desaparecidos, entonces conocía de cerca los casos.

¿Qué hicieron durante ese mes que su padre estuvo desaparecido?

Luego de esos dos días de búsqueda, la familia y miembros del partido nos dedicamos a visibilizar la desaparición forzada de mi padre. Hicimos una marcha por la Séptima; un plantón en la plazoleta Eduardo Umaña Mendoza; nos colamos en la apertura del Festival de Teatro de Bogotá. Yo envié muchos correos electrónicos en los que contaba lo que nos estaba pasando. Estos circularon por muchas partes del país y del mundo. Recibimos el apoyo de diferentes organizaciones. Logramos entrevistarnos con el Alto Comisionado para la Paz, con el Ministerio de Justicia y la Procuraduría.

Antes de que lo mataran su padre les comentó a sus compañeros de Poder Ciudadano que estaba siendo seguido por extraños. ¿Él comentó la situación con ustedes?

Nunca. Pero la situación era bastante tensa. El mismo día que desaparece mi papá, a miembros del partido en otras zonas del país también les pasaron cosas muy extrañas. En Barranquilla, un militante el Ejército allanó la casa de un compañero sin razón alguna. En Soacha también hubo gente amenazada.

El 23 de abril de 2006, cuando encontraron unos restos humanos en el Parque Nacional, les avisaron que era posible que fueran los de su papá. ¿Qué pasó después?

Es importante recordar que fueron dos jóvenes que iban caminando por el parque quienes los encontraron y le avisaron a las autoridades. Fue en una zona que no es transitada. No se hizo el protocolo que se debe hacer. El CTI no llegó. La Sijín fue quien levantó parte del cuerpo de mi padre hacia las dos de la tarde pero solo hasta las seis llegaron a Medicina Legal.

¿Qué pasó durante esas cuatro horas con los restos?

No sabemos. Al día siguiente recibimos la confirmación de que esa osamenta era la de mi padre. Se especuló muchísimo con respecto a los hechos que rodearon el crimen, incluso se dijo que un animal se lo había comido. Esa mañana fuimos a Medicina Legal y hablamos con el director de entonces, Máximo Duque. Yo le insistí en que quería ver los restos de mi papá y lo hice. Pero ni en su ropa ni en sus huesos se veía como si perros lo hubieran atacado.En ese momento los médicos independientes, contratados por nuestra familia, también hicieron los estudios medicolegales que determinaron que la muerte se produjo de manera violenta.

¿Cómo así que la Sijín levantó parte del cuerpo? ¿No estaba completo cuando llegó a Medicina Legal?

Los abogados subieron a la zona con mi familia y se dieron cuenta de eso. Creo que ellos subieron con las autoridades del Estado e hicieron otro levantamiento de los restos y se llevaron a Medicina Legal.

¿Ustedes cómo interpretan esta falta de diligencia por parte de las autoridades? ¿Es un gesto a propósito para entorpecer la investigación o algo anecdótico?

Es difícil saber. Nosotros sí creemos que hay una sistematicidad y un trato absurdo en el caso. Se tomaron mal las muestras. Nunca supimos la fecha de fallecimiento. Tuvieron que volver a subir a tomar muestras del suelo. Para darnos los resultados se demoraron un tiempo absurdo. Un caso comparativo que siempre cuento es que meses después de los de mi padre recuperan los cuerpos de los diputados del Valle secuestrados por las Farc. Medicina Legal logró tener los resultados de un día para otro sobre suelo y otros dictámenes que permiten establecer las circunstancias en que mueren las personas. Hay una inoperancia estructural del Estado. Hubo acciones dirigidas para que no se conociera la verdad sobre la muerte de mi padre.

¿Existe algún patrón con respecto a todos estos hechos contra miembros de Poder Ciudadano, que era el movimiento de su papá?

Consideramos que el crimen de mi papá se da por la labor que él hacía junto con Piedad Córdoba. A nosotros nos llamó mucho la atención las hipótesis que planteó el entonces Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, sobre la muerte de mi papá. Dijo que los autores del crimen podían ser grupos de extrema derecha antichavistas, miembros de inteligencia del Ejército y la Policía, o grupos paramilitares que se estaban rearmando en el Bloque Capital. Eso nos lo dijo en reunión que tuvimos en Presidencia con Piedad Córdoba y su equipo de trabajo, pero nunca ante la opinión pública.

En una entrevista con este diario, Piedad Córdoba dijo que su hipótesis apuntaba hacia los militares como los perpetradores del crimen. ¿Ella le ha comentado detalles al respecto?

De lo que ella nos ha contado, durante el mes que mi papá estuvo desaparecido, ella recibió una llamada en la cual le decían que mi papá se encontraba en una brigada del Ejército. Creo que por eso lo dice.

¿Hubo otra llamada o algún indicio más?

El hecho de que el allanamiento en Barranquilla lo hizo gente del Ejército. Es un caso muy complicado y uno puede decir que es el crimen perfecto por la manera en que se encontraron los restos. Hubo problemas en la recolección de las evidencias, pues los agentes del Estado no las recogieron bien. Lo que pasó con Medicina Legal fue aterrador. Inclusive, fueron funcionarios del Estado, de la Vicepresidencia, quienes salieron a decir que se trataba de una autodesaparición. Eso nos lo confirmó un periodista de la revista Cambio, cuando un tío y yo fuimos a reclamarle por haber publicado esa hipótesis. El caso es muy complicado. Luego, cuando se encuentran los restos, Uribe estaba en Washington y dijo que tenía todas la pruebas para decir que lo que pasó fue un accidente.

En 2006, después del asesinato, Piedad Córdoba le pidió al expresidente Álvaro Uribe que explicara quién había matado a su asesor. Usted misma le mandó cartas para que le explicara qué había pasado con su papá. ¿Alguna vez dijo algo?

Nunca dijo nada. Nunca contestó.

¿Usted, como la exsenadora Córdoba, también cree que él tuvo algo que ver?

Yo no puedo responsabilizar a nadie específicamente porque no tenemos la información suficiente. En términos generales, diría que el Estado sí tuvo que ver en el crimen de mi papá. ¿Cómo y quiénes específicamente? No sé. Cuando hablo de esto también me gusta recordar el contexto en el que sucedió el asesinato, porque en el periodo del presidente Uribe fue en el que se ha registrado uno de los números más altos de desapariciones forzadas, de crímenes en contra de líderes sociales. Más que responsabilizarlo a él, es hablar sobre todo lo que significó su Gobierno, su visión de que aquí no había conflicto sino una lucha contra el terrorismo, su animadversión con Venezuela, Ecuador y con otros países con otros proyectos sociales, y cómo eso pudo influir en la muerte de mi papá.

Usted salió del país en 2008. ¿Lo hizo por amenazas en su contra?

Sí. Yo estaba involucrada en organizaciones de víctimas y de derechos humanos. En 2008, en la marcha del 6 de marzo en honor a las víctimas de crímenes de Estado yo estaba de gira en Estados Unidos hablando de la situación de los derechos humanos y el proceso de la ley de Justicia y Paz. Cuando regresé a Colombia, las Águilas Negras sacaron un panfleto. Ahí salió mi nombre.

¿Hubo alguna otra amenaza?

Sí. Ese mismo día del panfleto, llamaron a mi casa en la madrugada a preguntar dónde estaba. Antes de eso ya había tenido varios incidentes de intimidación. Recibía llamadas de supuestos periodistas, me preguntaban cómo era mi relación con Piedad Córdoba, que si viajaba a Venezuela a la liberación de secuestrados. Además de eso, yo ya sabía que me estaban siguiendo en la calle. La situación estaba muy tensa y por eso salí. En 2015 regresé después de conseguir mi doctorado. Pero durante esos años que vine, siempre me pasaron cosas, casi siempre con las Águilas Negras, pero ya con información mucho más detallada de quién era yo. A mí casa siempre llamaban. Una vez devolví la llamada y me contestaron del Gaula del Ejército. Han pasado muchas cosas.

¿Se siente en riesgo?

Después de vivir lo que me ha tocado, uno tiene un ojo más. Hay gente como yo que aprendemos a vivir con eso, pero me angustian los asesinatos de líderes sociales. Está complicada la situación.

Desde que la Fiscalía y Medicina Legal dijeron en 2014 que la muerte de su papá había sido un homicidio y no un accidente, ¿qué ha pasado?

Nada. Para nosotros ese anuncio fue muy importante pero llegó muy tarde. Nuestros abogados han pasado órdenes de trabajo a la fiscal encargada del caso, pero no avanza. Quizás lo más significativo es que en octubre del año pasado tuvimos una reunión con la vicefiscal María Paulina Riveros y quedaron unos compromisos establecidos para avanzar. Pero nada. Para nosotros es urgente que se definan las hipótesis del crímenes y que ya se hable de los posibles autores intelectuales y materiales. Sentimos que no hay voluntad. Entendemos que hay muchos crímenes y casos. Pero no puede ser que unos casos avancen y otros no. Por la época que mataron a mi papá, mataron a la hermana de Cesar Gaviria y al poco tiempo se supo quiénes la habían matado. Lo mismo con los diputados del Valle. En el caso de mi papá no se avanza.

¿Qué compromisos se adquirieron en esa reunión con la vicefiscal?

En realidad hemos tenido dos reuniones, una con ella y la segunda con su equipo. Los compromisos fueron ponerle fuerza e investigadores la caso. Nos iban a llamar a la compañera de mi papá y a mí para contarles sobre nuestros incidentes de seguridad y después de tres meses de ese anuncio, no nos han llamado. Lo último que supimos es que volvieron a cambiar al fiscal. Van como siete fiscales.

En la segunda reunión, cuando ya era claro que no había ningún avance, ¿qué les dijo la Fiscalía?

Que entendían nuestra angustia. Que estaban haciendo todo lo posible por avanzar. Pero lo que hemos sentido además es que nos ponen una carga extra a nosotros. Nos pidieron un documento en le que les resumiéramos todo el caso pero eso implica volver a leer los hechos y recordarlos. Es muy doloroso. Esas son tareas que ellos pueden hacer y no debería ser trabajo de las víctimas.

¿El caso de su papá está en alguna entidad internacional?

En la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desde 2009. Pero con la congestión que hay allá, todavía no lo han fallado. Ya el Estado contestó y estamos esperando el pronunciamiento de la Comisión.

¿Qué ha dicho el Estado?

Lo de siempre: que no es responsable de nada. Ha hecho dos comunicaciones y se ha limpiado las manos. Dice que hizo todo lo que estaba a su alcance y que no tuvo nada que ver con el crimen. Yo misma he ido allá tres veces para hacer presión porque dicen en estos casos que “la cara del santo hace milagros”. Pero parece que no siempre es verdad.

¿Cuáles eran las aspiraciones de Jaime Gómez antes de morir?

Antes de trabajar con Piedad Córdoba, él fue sindicalista y concejal de Bogotá. Lo que le importaba cuando murió era consolidar un proyecto político alternativo, más que figurar en algún cargo.

¿Cómo le gustaría que el país recordara a su papá?

Él fue un luchador social que quiso construir otro país y trató de hacerlo desde distintos lugares: el sindicalismo, en el Concejo de Bogotá y como profesor. Me gustaría que lo recordaran como un hombre que quería construir una Colombia más equitativa y más justa. Mi papá era una persona muy solidaria y alegre. Sus amigos y su familia lo recuerdan mucho por esa calidad humana. Pero también como una persona crítica,  si yo aprendí a tener un visión crítica del mundo fue por él y por mi mamá.

¿Qué diría Jaime Gómez sobre el proceso de paz con las Farc?

Mi papá trabajó en el proyecto alternativo para la Ley de Justicia y Paz que presentó Piedad Córdoba y, como en ese entonces, estaría muy preocupado por cómo se reflejan los derechos de las víctimas en el Acuerdo de Paz y para que se reconociera la criminalidad estatal. Lo hubiese reconocido como una necesidad histórica y hubiera trabajado activamente para que se lograra. Pero también para que ese proceso cumpla con los mejores estándares posibles.

La implementanción del Acuerdo de Paz, para las familias que hemos vivido la guerra del país, se está tornando un poco opaco en términos de si vamos a poder garantizar nuestros derechos a la verdad y a la justicia. Creo que muchas de las víctimas de violencia estatal están viendo este momento como una oportunidad de salir de la impunidad y para saber qué pasó con sus familiares. Pero lo que ha pasado con la implementación del Acuerdo y la discusión de la Justicia Especial para la Paz no nos deja muy bien parados. Muchos de los que hemos vivido estas historias, trabajamos por la construcción de paz porque la necesitamos, aun sabiendo que muchos de nuestros derechos se podían sacrificar. Todo esto es agridulce porque es constatar que el país va a tener víctimas de primera y segunda categoría. 

Por El Espectador

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