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La indignación de Natalia Ponce por impunidad en ataques con ácido

En entrevista con El Espectador, la joven atacada con ácido hace más de un año advirtió que en el 98,8 % de los casos reina la impunidad.

Juan David Laverde Palma
11 de septiembre de 2015 - 02:59 a. m.
Natalia Ponce de León, quien el 27 marzo de 2014 fue atacada con ácido, dice que hoy es una líder y defensora de otras víctimas. / Cortesía: Camilo Ponce de León
Natalia Ponce de León, quien el 27 marzo de 2014 fue atacada con ácido, dice que hoy es una líder y defensora de otras víctimas. / Cortesía: Camilo Ponce de León

Indignada con la Fiscalía, la Fuerza Pública, el presidente y el Congreso está Natalia Ponce de León, la joven que en marzo de 2014 fue atacada con ácido por Jonathan Vega. Su rechazo se debe a la poca efectividad que han tenido las autoridades para dar con el paradero del agresor de Jenny Marcela Pardo, la última víctima que dejaron estos ataques. Agregó que hay discriminación y que no entiende por qué el 98,8 % de los casos están en la impunidad.

Hace una semana Jenny Marcela Pardo, estudiante de 28 de Bogotá, fue atacada con ácido. Nadie da razón del criminal que le hizo daño. Usted expidió un comunicado en el que se queja por la lentitud de las autoridades en este caso. ¿Qué la tiene tan molesta en el caso de Jenny Marcela?

El comunicado es un llamado para que reaccionen el Gobierno, la Policía, la Fiscalía y Colombia entera. Estoy indignada. No sé cuántos casos como estos llevamos en Colombia, pero casi todos están en la impunidad y los agresores siguen por ahí sueltos. El Estado no ha hecho el más mínimo esfuerzo de buscarlos. Cuando a mí me atacaron el 27 de marzo de 2014, se ofrecieron $75 millones por encontrar a Jonathan Vega y lo encontraron en ocho días. ¿Por qué conmigo sí lo hacen y con el resto no? Esa es mi pregunta.

¿Esa velocidad para resolver su caso, en contraste con la impunidad que reina, es lo que la tiene indignada?

Me tiene totalmente indignada. Yo soy una colombiana más, como todas las víctimas a las que les ha pasado lo mismo. Soy un ser humano igualito a todos, no tengo diferencia alguna. Aquí no puede haber discriminación social, racial, de religión o de cualquier forma. Aquí tiene que haber igualdad para todo el mundo. En mi caso se ofreció recompensa, habló el presidente Santos, los congresistas prometieron mil cosas. Pero siguen atacando con ácido, las víctimas están ahí y sus crímenes impunes. No puede ser. Esto es una muerte en vida. Este crimen no puede ser catalogado sin más como lesiones personales. Aquí le acaban la vida a uno, a su familia. En los últimos diez años, unas 900 personas han sido atacadas y el 98,8 % de los casos están impunes.

Y usted es ese uno por ciento...

Completamente.

¿Por qué cree que sí hubo una veloz reacción del Estado en su caso? ¿Cuál es la diferencia con el caso de Jenny Pardo, por ejemplo?

No tengo esa respuesta y quisiera que me la dieran, porque acá hay una discriminación terrible. Quisiera preguntar a las autoridades por qué no encuentran a las personas que ejercen este terrorismo.¿Por qué no se ponen en serio en la tarea de buscarlos? ¡El que busca encuentra! Teniendo una Policía y un Gobierno tan fuertes, ¿cómo es posible que no se adelanten investigaciones rápidas y se capture a los responsables? A mi agresor, Jonathan Vega, lo encontraron en ocho días. Si el Estado quiere, puede. Me parece terrible esta discriminación.

¿Se siente decepcionada de las autoridades colombianas?

Totalmente. Me siento triste porque llevo un año trabajando con mi Fundación, hablando con las víctimas, yendo al hospital Simón Bolívar para poder ayudarlas jurídicamente y no se están encontrando a los agresores. Eso me tiene indignada. Colombia es un país que llora sangre las 24 horas del día. La gente está totalmente cansada de vivir en un país en guerra. Por eso se necesita justicia. A estos asesinos, a estos locos, ¿por qué no los encuentran? Es indignante, dan ganas de llorar, qué impotencia, qué rabia da todo esto. A Jenny la quemaron hace varios días y no ha pasado nada en su caso, nadie ha investigado nada, esto parece no importarle a nadie.

¿Qué le quisiera decirle entonces al presidente Santos?

Que se ponga la mano en el corazón. Yo sé que a nadie cercano a él le ha pasado esto y ojalá no le pase a nadie más, pero le diría que mire cómo quedamos las personas atacadas con ácido y si realmente este crimen puede ser catalogado como unas lesiones personales. Por favor, ¡es una muerte en vida! Hay que encontrar a las personas que hacen el daño para que paguen un castigo ejemplar.

¿Y al fiscal Montealegre, que es el encargado de que estas investigaciones avancen rápido?

Le diría lo mismo, que se ponga la mano en el corazón. Que nos proteja. Que en serio nos defienda. Que encuentre a la gente que hace esto. Que se controle la venta de estos químicos porque se siguen vendiendo y acabando con la vida de las personas. Y, para rematar, todo queda en la impunidad en Colombia, como siempre. Mañana nadie se acuerda de nada. En mi caso sí encontraron a este tipo y aunque no está condenado, al menos está siendo juzgado. Pero, ¿y el resto de las víctimas qué? Siento en mi corazón rabia, tristeza y unas ganas de salir corriendo.

¿Cómo ha hecho para recuperarse de unas heridas tan fuertes cuando tiene tan presente esta frustración inmensa por la impunidad en estos crímenes en Colombia?

Sicológicamente nunca te vas a recuperar. Vas a cargar con esa cruz hasta el día de tu muerte, quedarás con esas cicatrices el resto de tu vida. Hay personas que quedan más desfiguradas que otras, su identidad totalmente perdida. Yo llevo 16 cirugías, no sé cuántas me falten. Y cada cirugía es un riesgo. Hay que ser fuerte, encontrar ayuda buena, buscar no ser discriminado. Muchas víctimas de ácido se han suicidado o lo han tratado de hacer o lo quieren hacer. Yo lo pensé muchas veces. No lo voy a hacer, obviamente, pero muchas veces se me vino la idea de quitarme la vida. “Para qué sigo viva totalmente quemada y destruida”, pensaba.

En esas ocasiones en las que pensó en quitarse la vida. ¿Qué la hizo desechar la idea?

El amor a mi familia. No le voy a hacer ese daño ni a ella ni a mis allegados. Tuve mucha fuerza mental. Igual nunca lo planeé, pero sí lo pensé muchas veces. “Yo no puedo seguir, el dolor es terrible”, me decía. Es un dolor tan grande que nadie entiende hasta que le pasa. Y no quiero que le pase a nadie más. Tenemos que acabar con esto en Colombia, no pueden seguir existiendo ataques con ácido y que no pase nada. Las noticias solo mencionan en espacios pequeños estos casos. Estas son noticias importantes, por favor.

¿El jalón de orejas también incluye a los medios de comunicación?

A todo el mundo. A los medios, al Gobierno, a la Policía, a la Fiscalía. Necesitamos que nos protejan. Necesitamos que esto no siga pasando. Es una grosería, además, que un ataque con ácido se catalogue como una lesión personal.

¿Cómo va su recuperación?

Sigo muy quemada. Estoy en pleno proceso de recuperación. Me faltan muchos años para lograr recuperar una parte de mi físico. He trabajado mucho mi corazón y mi alma. He sido muy fuerte. La vida me escogió para ser una líder y para ayudar a la gente atacada con ácido, y en esa vida estoy.

¿Qué le diría hoy a Jenny Pardo?

Que esté tranquila, que no está sola. Que cuenta conmigo y con mi fundación y con mucha gente que la está pensando. Que todo el amor que está recibiendo la empujará a seguir adelante. Muchos años nos llevará recuperarnos, pero que se logra, se logra. Mucha fuerza, Jenny. La pienso mucho y cuando me recupere de las cirugías, la voy a visitar. Acabo de salir de una cirugía y tengo otra en 20 días.

¿Sobre el proyecto de ley que cursa en el Congreso sobre ataques de ácido, qué reparos tiene?

El proyecto de ley busca subir unas penas, pero eso de qué sirve si no cogen a nadie. Esa es mi pregunta. Hay que encontrar a los responsables de estos crímenes. No puede seguir pasando que Colombia olvide tan rápido porque siempre hay una noticia peor.

En un país con una amnesia colectiva, en donde un crimen supera el otro día tras día. ¿Cómo hacer para que estos ataques con ácido sean una verdadera preocupación del Estado?

No sé. Hemos hecho de todo en la fundación para visibilizar lo que ocurre, pero este es un país que olvida pronto y no sé cómo. Todo queda en la noticia del momento y al mes llega otro caso, se menciona sin profundidad y vuelve y se olvida. Pero lo más duro es la impunidad. Cómo es posible que uno quede destrozado en la vida sin saber quién le hizo este daño. Ya han pasado muchos días desde el ataque de Jenny y no ha pasado nada. Y la niña está en el hospital queriendo morirse sin saber qué cretino le arruinó su vida. Es horrible.

Por Juan David Laverde Palma

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