Los 5.279 muertos desenterrados por Justicia y Paz

El Espectador conoció un informe de la Subunidad de Exhumaciones que revela el camposanto de Colombia.

Juan David Laverde Palma
25 de agosto de 2013 - 09:00 p. m.
Los 5.279 muertos desenterrados por Justicia y Paz

De todas las deudas de la Ley de Justicia y Paz —apenas 14 sentencias, menos de $100 mil millones para reparar a las víctimas, verdades a medias, falsos testigos, ‘narcos’ colados, desmovilizados reincidentes en bandas criminales, entre otro largo etcétera—, lejos de la controversia y con un minucioso trabajo que no atrae titulares, quizá pueda decirse que la Subunidad de Exhumaciones de la Fiscalía sea la joya de la corona de la aplicación de la controvertida norma. Un total de 5.279 cuerpos han sido encontrados en el último lustro. Más de 4 mil fosas halladas desde Punta Gallinas en La Guajira hasta el río Amazonas y desde Cabo Manglares en Nariño hasta la isla San José en Guainía. Colombia descubrió que sus muertos no estaban todos en los camposantos.

El Espectador tuvo acceso a un informe de 60 páginas de esta unidad en el que se revelan cifras como las que siguen: de todos los cuerpos exhumados, en 2.283 casos se ha podido establecer plenamente la identidad de la víctima. En otros 640 hay bastantes indicios de quién podría ser el fallecido. Aún falta por determinar los nombres y apellidos de otros 2.356 muertos de este conflicto de medio siglo. Apoyados en confesiones de postulados, versiones de las víctimas de su barbarie, la confrontación de expedientes y hasta en la petición de ‘paras’ y guerrilleros condenados a penas de 40 años de prisión que, sin embargo, quieren espantar sus fantasmas, la Fiscalía ha logrado desenterrar la muerte y el olvido de toda la geografía nacional.

Hasta hoy se han asignado 5.477 radicados en los que se indaga no solamente por la suerte de miles de desaparecidos reportados, sino que, una vez ubicados y exhumados los cadáveres, el objetivo ha sido reconstruir la historia de sus vidas antes de que las balas y las motosierras las segaran. Para lograrlo han sido fundamentales los análisis forenses de los laboratorios de genética del CTI de la Fiscalía, el Instituto de Medicina Legal y la Policía. Según el informe, 2.112 restos óseos humanos han sido entregados en ceremonias colectivas e individuales a sus deudos. En esos 2.112 casos la cicatriz de los duelos de sus familiares por fin tuvo su última sutura. La Fiscalía tiene pendiente la devolución de otros 171 cadáveres identificados.

Antes de llegar al terreno, los fiscales están obligados a cruzar cualquier cantidad de variables para asegurarse de que cuando lleguen al lugar no caven en tierra mala, no pierdan su tiempo y obtengan el resultado esperado. No es que alegre hallar osamentas en lugares inhóspitos; lo que ocurre es que una madre o una esposa o un hijo van a poder tener la certeza de que a su hijo, a su esposo o a su padre no se los llevó el viento así no más. Y podrán tener la posibilidad de darles como a todos cristiana sepultura. Quizá un lugar para llevarles flores. El documento de Justicia y Paz advierte que hay 1.605 diligencias de exhumación por realizar en los próximos meses.

La Fiscalía hizo una radiografía sobre las exhumaciones realizadas teniendo en cuenta el número de cadáveres hallados en la fosa, el comandante procesado por estos hechos y el estimado de nuevos lugares con cientos de víctimas más. Por ejemplo, esta subunidad ha podido hallar los cuerpos de 221 víctimas de los bloques Catatumbo, Norte, Héroes de los Montes de María y Córdoba, todos ellos comandados por el extraditado exjefe paramilitar Salvatore Mancuso Gómez. De ese listado aún faltan 33 despojos por identificar. Están pendientes cinco exhumaciones en Norte de Santander y Córdoba, pero la difícil situación de orden pública, sobre todo en el primer departamento mencionado, ha retrasado la agenda de fiscales e investigadores.

En una de las matrices de cruce de variables de desaparición forzada del informe se lee que el bloque Catatumbo arrojó 39 personas a un río de la región y que siete más fueron incinerados. Sobre esta última estadística se diría que es bastante benévola si se tiene en cuenta que el comandante Jorge Iván Laverde, alias El Iguano, mandó a construir hornos en el Catatumbo para desaparecer a los desaparecidos, incendiando lo que quedaba de ellos con llantas y aceite, según sus mismas confesiones, hasta que no quedaban de ellos sino cenizas. Casi 230 cadáveres de la salvajada paramilitar de Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, y sus hombres, han sido encontrados en Magdalena y Cesar. Cada día que pasa la Fiscalía se enfrenta a desafíos distintos de las veleidades de la memoria de víctimas y victimarios y, a contracorriente, continúa su búsqueda.

El documento detalla el número de exhumaciones, el número de cuerpos identificados y el número de entregados de los bloques Cundinamarca, Mineros, Puerto Boyacá, Magdalena Medio, Bananero, Calima, Cacique Nutibara, Héroes de Granada, Vencedores de Arauca, Héroes de los Montes de María, Élmer Cárdenas, Resistencia Tayrona, el bloque Noroccidental de las Farc, los frentes por los que anduvo el carcelero Helí Mejía, alias Martín Sombra; y el Ejército Revolucionario Guevarista. En el caso del bloque Mineros, al mando por años de Ramiro Vanoy Murillo, alias Cuco, se han podido rescatar 127 restos. De la violencia del más veterano paramilitar, Ramón María Isaza Arango, la Fiscalía ha documentado no sólo su extensa saga criminal, sino que ha podido desenterrar a 159 de sus víctimas.

Para reconstruir el mapa de las fosas que dejaron los bloques Bananero y Calima, encabezados por Hébert Veloza García, alias H.H., más de 67 postulados y 152 familiares dieron pistas de los lugares en donde estarían inhumados sus seres queridos, y hasta el momento 219 cuerpos han sido recuperados. De esos, 107 están en proceso de identificación. Casi 90 han sido devueltos a sus allegados. Del sanguinario Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, se han hallado 58 despojos mortales atribuibles a las balas de oficinas de cobro desde las que tranquilamente despachó en Medellín una vez los Pepes prácticamente acabaron con la estructura criminal del capo de capos Pablo Escobar Gaviria. Un imperio delincuencial que construyó por casi dos décadas hasta que en mayo de 2008 terminó en un avión de la DEA junto con otros 14 comandantes paramilitares.

En lo que se refiere a la carpeta de Édward Cobos Téllez, alias Diego Vecino, exjefe del bloque Héroes de los Montes de María, se lee que han sido exhumados 82 de sus muertos. Con una particularidad: 12 de esos procedimientos se hicieron en el corregimiento El Salado (Bolívar), escenario de una cruenta masacre en el año 2000, con un saldo de 61 asesinatos en una orgía de violencia que duró tres días. Esto quiere decir que la Fiscalía pudo hacer 13 años después lo que los familiares de las víctimas de El Salado no pudieron por temor a correr la misma suerte de sus seres queridos. A Hernán Giraldo, comandante del bloque Resistencia Tayrona, le han encontrado 165 víctimas de las que jamás volvió a saberse absolutamente nada.

A Freddy Rendón Herrera, del Élmer Cárdenas, la justicia puede imputarle ahora mismo 86 crímenes que estuvieron enterrados por años en despachos judiciales y en el campo mismo. Para el caso del bloque Noroccidental de las Farc, comandado por Elda Neyis Mosquera García, alias Karina, 13 postulados y otros 57 familiares o entidades aportaron detalles de los cementerios clandestinos de esta guerrilla entre Antioquia y Caldas. Setenta cadáveres fueron descubiertos, 35 de ellos entregados, 25 más sobre los que ya hay bastantes indicios sobre su identidad y 10 más en los que trabajan forenses científicos cruzando muestras de ADN para ponerles nombre y apellido a estos NN. De los crímenes del Ejército Revolucionario Guevarista, de José Gilberto Martínez, se conocen siete operativos de exhumación.

La coordinadora de esta subunidad de Justicia y Paz, Elsa María Moyano, le dijo a El Espectador que se ha hecho un trabajo enorme para desenterrar no sólo los cuerpos, sino las verdades de más de 5.000 desaparecidos de esta Colombia violenta de 1.982 masacres en los últimos 30 años. “Hemos hecho una labor importante, además del número de cuerpos exhumados, por el impacto en los familiares de las víctimas. Se han cerrado duelos suspendidos en el tiempo, en ocasiones por 10 años o más. Yo veo en cada una de las entregas una medida de reparación y satisfacción. Hemos elaborado un protocolo de atención digna. Según las víctimas, sus corazones laten distinto cuando pueden ponerle punto final a esa historia de su desaparecido”.

Tantos huesos exhumados. Y tantos que faltan aún. Es titánica la tarea de la Fiscalía. Cada cifra consignada en el informe tiene una historia que fue sepultada por los fusiles de los violentos, pero que fiscales e investigadores insisten en desentrañar. Así tengan que robárselos a la misma tierra.

 

jlaverde@elespectador.com

@jdlaverde9

Por Juan David Laverde Palma

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