Publicidad

La mano oculta del bloque Capital

La confesión de un exparamilitar revive investigación. La vinculación de Emiro Pereira Rivera al caso reabre pesquisas por actuación del bloque Capital y la casa Castaño. Informes sobre ilegalidades en La Modelo motivaron las agresiones.

Redacción Judicial
10 de febrero de 2012 - 09:41 p. m.

Después de once años y nueve meses, la Fiscalía acaba de dar un paso trascendental para el esclarecimiento del secuestro, tortura y abuso sexual de los que fue víctima la periodista Jineth Bedoya el 25 de mayo de 2000. Con la confesión de su participación en el secuestro, el exparamilitar Alejandro Cárdenas Orozco abrió el camino para que se sepa toda la verdad del caso. La prueba es que también fueron vinculados a la investigación los paramilitares Jesús Emiro Pereira Rivera, alias Alfonso, y Mario Jaimes Mejía, alias El Panadero.

Natural de Cúcuta, Alejandro Cárdenas Orozco, alias J.J., ingresó a las autodefensas en 1996. Primero se integró a la escuela de formación militar de la organización ilegal en la región de San Pedro de Urabá, y después viajó a los departamentos de Casanare y Meta, donde se sumó al bloque Centauros, después comandado por Miguel Arroyave. En 2000, cuando se encontraba en Barranca de Upía, recibió la orden de viajar a Bogotá para asesinar a la periodista Jineth Bedoya. A última hora hubo cambio de planes y se optó por el secuestro.

Cárdenas Orozco, quien en septiembre de 2011 ya había admitido su responsabilidad ante un fiscal de Justicia y Paz, reveló que cuando estaba a punto de consumar el homicidio, recibió una contraorden para que sólo la secuestrara y la entregara a otros de sus compinches en el sector de Puente Aranda. Él sostuvo que así lo hizo y que días después, durante una discusión por los errores y excesos cometidos durante el cautiverio de la periodista, su jefe, alias Pollo Roger, dio la orden de matarlo. Por eso tuvo que alejarse de la organización.

El testigo admitió que, según lo que escuchó a sus compañeros de andanzas, el secuestro de Jineth Bedoya obedeció a las publicaciones que ella venía haciendo en el periódico El Espectador sobre ilegalidades en los centros reclusorios del país, en particular de un tráfico de armas en la cárcel La Modelo de Bogotá. El detonante fueron sus informes sobre una masacre perpetrada en el interior del penal el 27 de abril de 2000, en la cual participaron activamente los paramilitares, dejando como saldo 25 personas muertas y 18 heridas de gravedad.

Días después, la periodista y otros de sus colegas recibieron cartas amenazantes, y por esa razón, previa consulta con las autoridades, se decidió que para aclarar la situación se realizaría una entrevista con algunos jefes paramilitares recluidos en La Modelo. En la mañana del jueves 25 de mayo, cuando aguardaba su ingreso al penal, fue secuestrada y sometida durante diez horas a tratos crueles y degradantes. Cuando la Fiscalía rastreaba su paradero, fue abandonada en un despoblado en la vía entre Villavicencio y Puerto López, en el Meta.

Pese a la gravedad de los hechos y a que, en atención al testimonio entregado por Jineth Bedoya, dos periodistas de El Espectador tuvieron que marcharse del país, la investigación judicial no arrojó resultados convincentes. Sólo hasta 2010, cuando la agencia de cooperación británica Oxfam entró a apoyar los persistentes reclamos de justicia de la periodista, el expediente empezó a moverse. Después intervino la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), que optó por llevar el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Cuando Viviane Morales asumió como fiscal, decidió darle prioridad al caso de Jineth Bedoya. Primero a través de Justicia y Paz y luego por conducto de la Unidad de Derechos Humanos. Y fue precisamente una fiscal de esta dependencia la que logró el primer paso clave hacia la verdad de lo sucedido: la confesión de Alejandro Cárdenas Orozco, quien solicitó sentencia anticipada. De paso fueron vinculados Emiro Pereira Rivera y Mario Jaimes Mejía, este último el sujeto que tramitó la falsa entrevista que terminó en secuestro.

Las pesquisas de la Fiscalía apuntan a demostrar también la activa participación de la casa Castaño en los hechos, a través del sujeto Jesús Emiro Pereira Rivera. Hombre de confianza de Vicente Castaño, Pereira Rivera, hoy detenido en Montería (Córdoba), fue uno de los principales promotores del llamado bloque Capital, que por la misma época ejecutó muchas otras acciones ilegales en Bogotá. Pero su radio de operaciones se extendió también, con el apoyo del bloque Centauros, a los departamentos de Meta y Casanare.

Natural de Cañasgordas (Antioquia), Pereira Rivera, también conocido con el alias de Huevo de Pizca, estuvo procesado por el asesinato del congresista araucano Octavio Sarmiento Bohórquez, perpetrado en octubre de 2001, así como fue investigado por el triple crimen de los ganaderos Édinson, Manuel y Otto Delgado, consumado ese mismo mes en Hato Corozal (Casanare). A raíz de los innumerables escándalos de los jefes paramilitares en el accidentado proceso de paz con el gobierno Uribe, había pasado de agache.

Ahora debe responder por el secuestro, tortura y abusos a la periodista Jineth Bedoya, en una época en la que el bloque Capital dejó un rastro de crímenes en la ciudad, insuficientemente investigados. Junto a él, deberá explicar su conducta Mario Jaimes, alias El Panadero, un tenebroso exparamilitar que participó en la masacre del 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja, en la que fueron asesinadas 11 personas y otras cuantas más fueron desaparecidas. La idea es que, a través de ellos, se aclare la posible participación de agentes del Estado en el caso Jineth Bedoya.

Por Redacción Judicial

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar