El sacerdote Diego Bedoya Castrillón, oriundo de Sonsón (Antioquia), fue asesinado hace tres días en Aragua, estado en el centro-norte de Venezuela. Este jueves, la Cacillería colombiana anunció que el cuerpo del hombre no podrá ser repatriado debido a las causas violentas de su muerte y, a la decisión unánime tomada por la congregación religiosa a la que el misionero pertenecía. (Lea: Este año ya han sido asesinadas 204 mujeres en el país)
El hecho sucedió el lunes en la madrugada, cuando presuntos ladrones entraron a la Casa de la Victoria de los Hermanos Franciscano de Cruz Blanca, ancianato que dirigía el sacerdote colombiano, y atacaron al religioso en medio del asalto. De acuerdo con medios locales, los agresores hirieron a Castrillón en su oficina de la parroquia Castor Nieves Ríos, en el barrio La Otra Banda.
Tras el fallecimiento del colombiano, su familia pidió ayuda a la Cancillería para repatriar el cuerpo debido a la falta de recursos para efectuar el trámite. Sin embargo, dicho ente aseguró que “los restos fueron entregados a la Congregación a la que pertenecía por disposición de las autoridades venezolanas, siguiendo los preceptos y normas de la Orden Franciscana, para que fueran enterrados en su sede de la Casa Familiar Candelaria en la ciudad de La Victoria – Estado Aragua, como lo determinaron sus superiores que viajaron desde España para encargarse de su sepelio.”
Aclarando, además, que “por la decisión de su congregación y por cuanto el fallecimiento fue producto de un hecho delictivo violento, su cuerpo no pudo ser repatriado”. Lo último, a causa de la legislación venezolana, la cual no permite la repatriación o una cremación hasta concluir la investigación del hecho en el que se han capturado dos menores de edad bajo el delito de homicidio calificado en la ejecución de un robo.