“No fui un cabecilla de una banda de delincuentes”: general (r) Henry Torres Escalante

El alto oficial rompió su silencio nueve meses después de ser arrestado. Aseguró que aún no ha evaluado si se someterá a la justicia transicional.

Santiago Martínez Hernández
04 de diciembre de 2016 - 02:00 a. m.
El general (r) Henry Torres Escalante se encuentra recluido en una guarnición militar en el Cantón Norte de Bogotá.  / Fotos: Mauricio Alvarado
El general (r) Henry Torres Escalante se encuentra recluido en una guarnición militar en el Cantón Norte de Bogotá. / Fotos: Mauricio Alvarado
Foto: MAURICIO ALVARADO

El pasado 28 de marzo fue arrestado Henry William Torres Escalante, el primer general en la historia del Ejército acusado formalmente por la Fiscalía de estar implicado en ejecuciones extrajudiciales –o mal llamados "falsos positivos"– en los Llanos Orientales, zona neurálgica del conflicto armado. Desde ese momento quedó recluido en el Cantón Norte en Bogotá. En pocos días su juicio comenzará en un juzgado de Yopal (Casanare), donde tendrá que responder por la muerte de los campesinos Daniel y Roque Torres, padre e hijo, quienes fueron presentados como guerrilleros del Eln muertos en combate el 16 de marzo de 2005 en Aguazul.

Han pasado más de nueve meses y el general (r) Torres Escalante ha guardado silencio. El Espectador logró que diera su primera entrevista desde que está preso y luego de que el Ejército lo llamara a calificar servicios tras 38 años de carrera. El alto oficial dice que no ha negado que en la Brigada XVI en Casanare no se cometieron ejecuciones extrajudiciales durante su comandancia, pero insiste en que nunca tuvo reporte de irregularidad alguna. Asimismo, que el único rol que cumplió fue ser el comandante de una brigada y no ser el cabecilla de una banda de delincuentes. Finalmente, no descarta que su proceso entre en la Jurisdicción Especial para la Paz.

¿Cómo fue su carrera en el Ejército?

Fui comandante de Huila, Tolima, Cundinamarca y de la Quinta división. Además, estuve al frente del comando Suroccidente del país (Valle, Cauca y Nariño). En todos estos departamentos nunca tuve un llamado de atención y ni una sola queja. Por el contrario, tuve reconocimientos civiles y militares. Como coronel, fui comandante de Yopal (Casanare), donde duré tres años y medio.

¿En qué año llegó a la Brigada XVI en Yopal?

En diciembre de 2003. Al llegar a Casanare, se vivía una situación complicada porque estaba siendo dominado por grupos terroristas como las Farc, el Eln y los paramilitares. Era un departamento inviable porque no había gobernabilidad y casi toda la plata de las regalías era pagar vacunas a estos grupos terroristas. Recibí reconocimientos del Gobernador y de los alcaldes. Primero fui jefe de operaciones de la brigada y en 2005 fui jefe de Estado mayor y segundo comandante. Y en 2006 hasta los primeros cinco meses de 2007 fui el comandante de la Brigada XVI.

¿Qué piensa de ser el primer general que será juzgado por ejecuciones extrajudiciales?

La Fiscalía me acusa de que durante mi mando se realizaron ejecuciones extrajudiciales. Infortunadamente durante ese tiempo nunca tuve conocimiento de alguna acción ilegal durante las operaciones.

¿Nunca supo de las irregularidades?

Lo que supe, y me informaron los comandantes de batallón, era sobre resultados operacionales producto de combates. Dentro de las brigadas hay una jerarquía militar y el comandante, si bien es el que está a cargo de todo, no es el único con responsabilidad, porque tenía un grupo asesor que era el Estado Mayor, conformado por coroneles que me asesoraban en temas de operaciones, personal e inteligencia. Para el mando directo de las tropas existían los comandantes de batallón, quienes me reportaban permanentemente lo que pasaba antes, durante y después de una operación.

¿Cómo controlan esas operaciones?

Todos los días realizaba la reunión operacional que era algo sagrado para mí. Consistía en que los jefes de operaciones e inteligencia de la Brigada a las 4:00 de la tarde me hacían una presentación de cómo y qué operaciones se estaban realizando, y qué (información de) inteligencia se estaba produciendo. El medio que tenía uno como comandante para realizar ese control era a través de radio, el único medio para ejercer el mando a distancia. Yo hacía programa en las horas de la mañana y tarde, donde los comandantes de batallón informaban de las novedades.

¿Cómo se garantizaba que todas las operaciones eran legales?

Todas las operaciones deberían ser legales. Para poder hacer una operación tiene existir información de inteligencia, y eso lo suministra el jefe de inteligencia. Luego, se hace el planeamiento de la operación y se le informa a la unidad que la va a realizar. Infortunadamente en el Casanare, y como lo han manifestado en sus declaraciones varias personas condenadas, se cometieron actos ilícitos y homicidios. No niego que en Casanare hubo ejecuciones extrajudiciales. Sí las hubo. Pero de lo que me enteré y me informaron los comandantes de batallón, es que esos muertos fueron producto de combates.

Pero, ¿usted no tenía herramientas para confirmar que esas operaciones habían sido legales y no se trataba de una estrategia para inflar cifras de resultados operacionales?

A toda muerte que se producía en la brigada por operaciones se le realizaba una investigación disciplinaria y penal. Esas investigaciones no eran porque yo sospechara o dudara, sino simplemente era con el fin de dar transparencia. Lo disciplinario lo adelantaban los comandantes de batallón y lo penal la Justicia Penal Militar. Como comandante de brigada yo no tenía control sobre esas investigaciones.

Pero usted tenía el control sobre las operaciones…

Pero no el control efectivo, y ese lo tiene es quien lleva el mando de la operación. Usted puede tener un control operacional, o sea, sabe qué está pasando en su jurisdicción y qué operaciones se están adelantando. Usted tiene la premisa de que los oficiales y suboficiales que tiene bajo su mando son gente que es consciente de lo que está haciendo y profesional. Que están entrenados y capacitados para saber qué es lo bueno y qué es lo malo. Desafortunadamente algunos oficiales y suboficiales tomaron decisiones erradas, inventaron combates y cometieron homicidios que luego legalizaron como muertes en combate.

En su expediente dice que cuando estaba como comandante de la Brigada XVI lo felicitaban por los resultados operacionales de esa época en Casanare. Pero, ¿cómo se puede les otorgaban esos reconocimientos si se trataban, en varios casos, de ejecuciones extrajudiciales?

En ese momento nadie sabía que eran muertes ilegales. En el 2006 y 2007 cuando estuve como comandante la información que tenía era que se trataba de muertes en combate. No tenía acceso a las investigaciones penales y disciplinarias de esas muertes, porque no tenía el poder de intervenir en esos procesos en el que el juez es autónomo y hay reserva del sumario. Si yo hubiese conocido que se cometió alguna ilegalidad, téngalo por seguro que yo mismo tomaba las acciones disciplinarias correspondientes. Es ilógico que se premie a un asesino.

Pero eso sucedió general, en el caso del teniente Marco Fabián García, el hombre que está condenado por los hechos por los cuales usted es investigado…

Del teniente García se vino a saber que cometió actos ilícitos años después de que salió de la brigada. Antes de ser condenado en 2012 no se sabía, porque lo que había reportado fueron muertes en operaciones. Y cuando ya pude leer la investigación que en su momento hizo el juez militar, cuando fue llamado a declarar el teniente dijo que fue un combate y, al igual que los otros soldados que participaron de los hechos, cuenta las maniobras que realizaron en la operación.

Entonces, para que quede claro, ¿no había herramientas para que los generales evitaran este tipo de situaciones?

Las tenemos todas. Tenemos atribuciones disciplinarias. Desde que se sepa que se estaba cometiendo un ilícito las hubiera podido tomar. Infortunadamente, y es lo que podido averiguar con quienes eran parte de mi Estado Mayor y comandantes de batallón, ninguno de ellos conocía de los actos ilegales. Que para ellos todo era transparente y que así como yo fui engañado, ellos también lo fueron.

En esos documentos en los que los felicitaban, también le pedían emitir informes de lecciones aprendidas sobre resultados operacionales. Pero, ¿qué podía aprender una brigada sobre operaciones simuladas y en las que se asesinaban a personas para presentarlas como guerrilleros muertos en combate?

Sí se exigía que se hiciera un informe sobre el patrullaje al término de la operación y se hacía una lección aprendida. Pero así como se inventaban el combate, así mismo quedaba redactado el informe de los resultados y la lección aprendida. La verdad verdadera se vino a conocer años después. Por ejemplo, los hechos por los cuales estoy siendo acusado sucedieron en marzo de 2007. Yo estuve como comandante hasta principios de junio de ese mismo año y salí a una comisión a Estados Unidos.

¿Esas lecciones aprendidas que ellos inventaban se volvían a aplicar en otras operaciones?

Los combates eran similares en todas las operaciones, que iban encaminadas a dar un golpe de mano, que es una operación que anteriormente estaba legitimada en el Manual de Operaciones y que consistía golpear por sorpresa a un grupo de bandidos.

La Fiscalía dice que la estrategia de golpe de mano fue la que permitió ocultar la forma en que se realizaban las ejecuciones extrajudiciales y que quedarán enmarcadas bajo una operación legítima…

La Fiscalía puede decir lo que ellos crean. Pero lo que yo hablo es con base a los manuales y reglamentos. Dentro de la orden de operación que se le daba al comandante para se le decía que estrategia utilizar. Entre ellas estaba golpe de mano, retenes, registros y patrullajes. Pero cuando se tenía información de la ubicación del enemigo la operación era una sola: golpe de mano.

¿No le parece nefasto que en esa época entre los objetivos de una brigada estuviera alcanzar una cifra determinada de muertos?

La exigencia de resultados operacionales la hacía desde el comandante del Ejército, de la División, de la Brigada y hasta del batallón. Todos exigíamos resultados operacionales. Así como las empresas exigen resultados a sus empleados.

Pero estamos hablando de muertos general…

Es que en ningún momento exigir resultados operacionales era asesinar o matar. Estos jóvenes que tomaron esa decisión de matar, lo hicieron a mutuo propio. Una cosa es lo que uno ordenaba y otra es la decisión que tomaba el comandante que dirigía el grupo durante la operación. Es imposible que un comandante de brigada o de batallón tenga el control de cada una de sus operaciones porque, por ejemplo, al momento que García realizaba su operación, se estaban haciendo otras 30 en todas las unidades.

Usted dice que es una decisión personal de un subalterno asesinar a alguien fuera de combate. Pero según un documento de la Fiscalía a la brigada le exigían 120 bajas guerrilleras al año. ¿Cómo se explica que un objetivo se tiene que lograr a punta muertes?

Ese objetivo no lo impuse yo. Eso lo hicieron mis superiores. Cuando teníamos reuniones de comandantes no estábamos de acuerdo con esos objetivos, pero como militares teníamos que cumplir órdenes, pero nunca de forma ilegal. Una cosa es que le digan es que tiene que tener muertos en el desarrollo de operaciones y otra lograrlas con asesinatos y homicidios.

¿Usted dejó clara su posición frente a sus superiores de que se oponía a esos objetivos?

Eso se hacía en reuniones con el comandante de la división. Escrito no quedó nada. Eso se hacía verbal y lo comentábamos entre los comandantes de que no estaba bien poner número. Pero esos niveles de número se basaban en los promedios logrados en años anteriores. Es perverso llegar a pensar que se trata de acciones criminales y que el Ejército era una banda de criminales. Yo era el comandante de una brigada, no fui el cabecilla de una banda de delincuentes.

¿Cómo se explica el incremento de bajas en la Brigada XVI?

Se trataba de una brigada activa operacionalmente. Desde 2004 cuando estuve como jefe operacional el nivel era muy alto. Luego en 2005, como jefe del Estado Mayor, no se veía ningún cambio notorio en resultados operacionales. Por eso, cuando recibí la brigada como comandante teniendo esos dos años de bagaje en la zona no vi ninguna cosa sospechosa. Veía lo normal y que los resultados eran producto de combate porque existían enemigos, como las Farc, el Eln y los paramilitares. El sector donde se hizo la operación en la que sucedieron los hechos por los cuales estoy siendo investigado era zona de injerencia del Eln, que era el municipio de Aguazul, uno de los más ricos del país por temas de regalías.

La Fiscalía sostiene que durante su comandancia, en el año 2007, se presentaron 68 casos de ejecuciones extrajudiciales, especialmente cometidos por el Batallón Ramón Nonato Pérez y el Gaula del Ejército de Casanare. ¿A usted lo han vinculado a alguno de esos procesos?

La Fiscalía está adelantando una serie de investigaciones en las cuales efectivamente sí se han presentado muertos fuera de combate. Hay personas condenadas y que han aceptado cargos por esos homicidios. Hay otras investigaciones en curso y no ha habido una decisión por parte del juez. Pero repito: lo que se manejaba y se ordenaba desde la brigada eran operaciones lícitas, avaladas por inteligencia y con un plan base. Eso no es que usted se levante un día del malgenio y mande un día a todo el mundo a hacer operaciones.

¿Sabía quiénes eran el coronel Henry Pardo Acosta y el grupo de oficiales que llegó junto a él al batallón Ramón Nontato Pérez y que luego terminaron salpicados en casos de falsos positivos?

Infortunadamente uno comandante de brigada no puede decir con quién quiere trabajar. No sé la historia del teniente coronel Pardo Acosta. Durante los cinco meses que lo tuve bajo mi mando había algunas observaciones, pero no había cosas importantes que le indicaran a uno que ese coronel estaba cometiendo actos ilegales. No conocí a los otros oficiales. Me enteré por El Espectador que venía de otra jurisdicción donde había cometido esa misma clase de delitos. Ahí es donde uno se pondría a pensar si es que estas manzanas podridas ya venían contaminadas de otra jurisdicción y vinieron a seguir haciendo lo mismo.

¿Esos oficiales lo perjudicaron?

Obviamente, porque yo tenía una carrera exitosa y ejemplar. Con cargos y reconocimientos importantes. No tengo una sola investigación en ninguna parte. Nunca me llamaron la atención por ejercicios de mi mando. No se puede ser malo aquí y mañana bueno en otra parte.

¿Qué siente hoy de haber recibido reconocimientos por operaciones que terminaron siendo ejecuciones extrajudiciales?

Cuando salí trasladado de la Brigada XVI me otorgaron la Medalla de Orden Público por sexta vez. No era la primera. Para mí era un honor porque creía que había cumplido con mi deber, más cuando veía a los alcaldes y al gobernador felicitándome por el trabajo de la brigada. En estos momentos, triste que no me enteré y no pude prevenir esas muertes.

De esas muertes que hoy le dan tristeza, hay dos por las cuales será juzgado: Daniel y Roque Torres. ¿Cómo se planeó la operación en la que terminaron muertos estos hombres?

Por información de inteligencia y del DAS. Este señor Daniel Torres era miliciano y auxiliador del Eln. Tenía varias anotaciones en inteligencia. Y el hijo, Roque Julio y había sido visto en el frente David Suárez. Pero la operación no tenía como objetivo los señores Torres. En marzo se incrementaron las denuncias de extorsiones y vacunas en el sector de Aguazul. Dos o tres días antes de la operación, el DAS llevó a la brigada una información que decía que un sector se iban a reunir 12 bandidos que iban a estar uniformados, con ropa de civil, que tenían armas largas y de uso privativo de las Fuerzas Armadas. Con eso se comenzó a planear la operación y a mirar cómo podíamos confirmar esa información.

En el expediente dice que esa información la entregó el desmovilizado alias “Pastrana”, ¿cómo la verificaron?

Ocho días atrás se había desmovilizado. Era un terrorista raso, sin ningún nivel de información. Dijo que en el sector en el que se había desmovilizado era el sitio de las reuniones, donde recibían abastecimiento y atendían heridos. Con ese antecedente y con la información del DAS, que decía que en ese mismo sitio se iba a hacer una reunión e iba a estar el cabecilla, se planeó.

El día anterior a la operación, cuando todavía no había luz verde, llegó un suboficial del B2 que tenía una información del DAS que indicaba que sector donde se iba realizar la reunión bajaba una enfermera y que sería muy interesante entrevistarla. Yo autoricé que salieran a hacer el control militar en la vía. Se ubicó a la enfermedad que venía del sitio y traía Glucatine, que eso es de uso privativo solo lo usan los militares y los bandido para la Leishmaniasis. La entrevista fue rápida. Nos dijeron que había confirmado que el sitio de la reunión era por ese motivo y di luz verde para realizar la operación. Ahí sí habría omitido un error que con toda la información que teníamos no hubiéramos hecho la operación.

¿Usted autorizó esa operación?

La autoricé y le ordené al jefe de operaciones, que coordinara la operación con el comandante del batallón. Se firmó la orden de operación y se le entregó al teniente García para que saliera a efectuar un golpe de mano contra ese grupo de aproximadamente 12 bandidos. El lugar era muy cerca de la casa de los Torres. El día de los hechos, el 16 de marzo, todavía estaba en mi casa a las 5 de la mañana cuando me informaron que la unidad Delta 6 estaba en combate. El comandante del batallón me confirmó que producto de ese combate había dos muertos y lo felicité asumiendo que eran parte de los 12 bandidos que se iban a reunir. Eso pensaba, pero nadie me dijo que eran los señores Torres.

Pero como había un combate y se le había dicho al comandante (al teniente García) si necesitaba apoyo aéreo dijo que no se podía porque el tiempo estaba cerrado, había mucha niebla. Después cuando se dijo que se había terminado el combate le preguntamos si podíamos mandar un helicóptero para recoger los cuerpos y dijo que no que el tiempo seguía cerrado y que él hacía los movimientos por tierra y que después el mandaron un carro para recogerlos.

El teniente Marcos Fabián García era el comandante del grupo Delta 6 y dice en sus declaraciones que usted fue el que le dio la orden asesinar a los Torres...

El teniente García era orgánico del Batallón de Combate Contraguerrillas 65. Me imagino que fue seleccionado por el mayor Buitrago para comandar ese Grupo Especial Delta 6 por sus resultados. No se las razones. Yo como comandante de la brigada no tenía ninguna injerencia en esos nombramientos de los pelotones especiales. En la brigada había tres grupos de estos especiales. Estas unidades permanecían disponibles en la brigada para poder atender cualquier situación. Cuando yo le dije al jefe de operaciones que iniciara el planeamiento, él fue y le dio la orden a la unidad que estaba disponible, que era la del teniente García. Nunca le di una orden a ese señor teniente de asesinar a alguien. Él dice en sus declaraciones que yo tenía un radio satelital por el cual él me llamaba y yo le decía: ¡hágale, mátelo!

¿Durante la operación nunca habló con García?

Él decía que teníamos ese medio de comunicación. Es totalmente falso. Como comandante de la brigada no cargaba satelital. El único satelital que existía en la brigada estaba dentro del centro de operación. A las 5 de la mañana cuando me reportaron que estaban en combate ni siquiera fue él. La Fiscalía revisó mi teléfono y no encontró ni una llama mía ni de él a mi teléfono el día del combate.

¿Esa es una de las mentiras que su defensa evidenció en el testimonio de García?

Claro. La acusación de la Fiscalía y su único testigo es el teniente García, quien en ha cometido una serie de contradicciones y a lo último me pidió disculpas. Pero la Fiscalía ya dice que eso fue producto mío y que yo lo presioné.

¿Usted le acepta esas disculpas?

Ya aceptarlas o no, el daño está hecho. Estoy detenido por esas acusaciones y el trabajo ahora mío no es perdonarlo sino demostrar mi inocencia.

¿Por qué mintió García?

El señor teniente García, en 2012 fue a juicio, se acogió a sentencia anticipada con el fin de obtener una rebaja de pena y tener unos beneficios. Asumo yo que, tras esos beneficios que le otorgaban, él tenía que dar algunas informaciones. Primero dijo que el comandante del batallón y el comandante de la brigada éramos conocedores de todas sus acciones ilegales. Esa es una falsedad.

García también dice que usted le entregó armas y uniformes…

Esas son otras de las contradicciones del teniente García. Dice que las armas se las daba el B-2; que el comandante de batallón le daba armas; que las armas se las conseguía un compañero de él del batallón. También que cuando tenía sus combates y encontraba algún arma, la guardaba para poderla utilizar cuando tenía sus combates ficticios. En una oportunidad dice que yo le entregué un arma que la tenía en mi escritorio. Según él mi escritorio era un depósito de armas.

¿Y usted era jefe directo de García?

Él estaba en la brigada.

¿Y tenía la capacidad de llegar a su oficina y conversar de esa forma?

En el expediente está la declaración de mi secretaria. El teniente García nunca fue a mi oficina.

La Fiscalía dice que usted mandó a matar a los Torres porque se habían convertido en un obstáculo para la Brigada XVI al ser testigos de procesos por ejecuciones extrajudiciales…

Me acusan de la muerte de Roque Julio Torres porque era testigo de dos muertes que habían sucedido en 2005 y en 2006. Primero, esas investigaciones las hacía la Justicia Penal Militar. No estábamos ocultando nada. Segundo, ese muchacho ya había declarado ante los jueces, entonces no veo en qué se basa la Fiscalía para decir que tenía que silenciar a un posible testigo. Tercero, en el 2005 yo no era comandante de la brigada, era el jefe de estado mayor. ¿En qué me beneficiaba silenciar a un testigo de un hecho que no era responsabilidad mía?

Se ponía en tela de juicio el trabajo de la Brigada XVI…

Sí, pero yo no era el responsable directo y en ningún momento la brigada o el jefe de Estado Mayor (su cargo en el momento) iban a ser afectados por una declaración que ya había sido suministrada. La Fiscalía dice que este señor también era testigo de otra muerte en 2006, época para la que yo ya era el comandante. Esa muerte sigue en investigación y todavía no hay ninguna decisión por parte de la Fiscalía sobre esa muerte que produjo otra unidad diferente a la de García.

¿Quién estaba entonces interesado en silenciarlo?

Nadie. Vuelvo y repito que la operación no era contra ellos.

¿Entonces por qué termina García matando a dos testigos?

Esa fue una decisión de él. Cómo hace un comandante de brigada que está en un puesto de mando en una ciudad para saber qué está haciendo un muchacho en el monte a varios kilómetros de distancia, si lo que reporta él es un combate.

Para usted, los dos señores Torres sí eran guerrilleros.

Para la inteligencia militar y para el DAS sí eran milicianos.

Pero fueron ejecutados extrajudicialmente.

Pero eso no tiene nada que ver. Lo lógico de esa operación es que el teniente García los hubiese capturado. Eso es lo que tenía que hacer. Leyendo el expediente y las mismas declaraciones de él y los soldados implicados, se entiende que el teniente entró y empezó a discutir de una vez con el papá de los Torres. Ahí García soltó un rafagazo. Así de sencillo fue.

¿Qué dicen el resto de testigos sobre su supuesto rol en estos hechos?

El único testimonio en contra mía es el del teniente García. Ningún otro teniente, ningún otro oficial, nadie habla en contra del comandante de la brigada.

El fiscal Eduardo Montealegre, a pocas horas de abandonar la Fiscalía, su orden de captura. En ese momento existían investigaciones contra otros 22 generales. ¿Por qué cree que la suya fue a la se le dio mayor diligencia?

No le veo justificación a eso y no tengo la respuesta a esa pregunta. Lo único es que yo era el oficial de mayor graduación en ese momento de los 22 generales que estaban siendo investigados. El mismo día que el señor Montealegre se fue, salió mi orden de captura. Durante todo el tiempo la investigación iba en forma normal, con los plazos normales y el proceso normal, y a partir de esa fecha se aceleró los procesos. Pero no siento que sea una persecución.

¿No siente que alguien le está persiguiendo?

Sí me han violado mi debido proceso a la defensa y a estar libre, porque en este proceso perfectamente yo hubiera podido seguir libre. Pero infortunadamente la respuesta que dio la Fiscalía es que después de 38 años en la institución yo era una persona peligrosa para la sociedad.

Y el 30 de marzo el ejército le dio a usted la baja, ¿se sintió abandonado?

Fue una sorpresa para mí esa decisión. No sé las razones por las cuales la hayan tomado. Como soldado acaté la orden, me dio mucha tristeza porque me sentía con posibilidades de seguir ascendiendo. Yo era el segundo puesto de mi curso, el primero es el general (Alberto) Mejía, el comandante del ejército. Tenía una carrera digamos exitosa sin ninguna llamada de atención durante 38 años de servicios. En alguna ocasión estuve postulado para ser el segundo comandante del Ejército, pero con todos estos problemas jurídicos se me acabó la carrera militar y mi trayectoria.

Cuando lo capturaron usted era el jefe de memoria histórica del Ejército. ¿No le parece irónico?

Nunca he negado que se han presentado muertes extrajudiciales. Pero lo que se conoce a nivel nacional e internacionalmente no es la versión del Ejército, ni lo que ha sucedido verdaderamente. Tenemos la versión de una cantidad de ONG. Veo polarizada la información, no es la real verdad y yo estaba empecinado para escribir cómo había sido la situación de verdad en los departamentos en los que se produjeron estos falsos positivos. Pero desafortunadamente en estos hechos de falsos positivos que quieren indicar la responsabilidad en los máximos comandantes, no podemos llegar a esa aseveración. Era humanamente imposible tener el don de la ubicuidad para estar en cada una de las operaciones y prevenir que fueran a cometer un ilícito.

¿Usted se sometería a la Justicia Transicional?

Yo soy inocente y como todo colombiano tenemos unos jueces naturales. Lo de la Justicia Transicional es un proceso que beneficia indiscutiblemente a los militares en algunas ocasiones, especialmente a todas estas personas que ya fueron condenadas. Personalmente no he pensado si acudiría voluntariamente a la Justicia Transicional, pero todavía hay mucha tela por cortar.

¿Cree que la diligencia con la que actúa la Fiscalía en su proceso es para que su proceso sea el caso insignia de la Justicia Transicional?

(Largo silencio)… Hubo mucha celeridad en el proceso mío en la Fiscalía, indiscutiblemente algo fuera de lo normal se estaba presentando para que hubiera tanta diligencia y rapidez. Mi caso coincide mucho con el proceso de negociación con las Farc, pero no me atrevería yo a pensar, que mis superiores u otra persona fuera a tomar a un militar y servidor de la patria para hacer de conejillo de indias.

La otra lucha del general (r) Torres

Son 38 años de carrera los que tuvo el general (r) Nery Torres Escalante. Desde 1981, fecha que e ingresó a la Escuela militar, hasta que le dieron la baja el pasado 30 de marzo. Fue comandante de Huila, Tolima, Cundinamarca y de la Quinta división. Además, estuve al frente del comando Suroccidente del país (Valle, Cauca y Nariño). Su último cargo fue jefe del Centro de Memoria Histórica del Ejército.

Hoy, recluido en el Cantón Norte, dice que su vida es del hospital a la guarnición militar. La Razón, le diagnosticaron lupus por la misma fecha que fue arrestado. El médico dice que todo es producido por el estrés. Inicialmente me inició con adormecimiento de los pies. Ahora tomo medicamentos muy fuertes para controlar esta enfermedad que no tiene cura.

Finalmente, entre lágrimas, relató que ha tenido que acudir al psicólogo, pues hace casi cuatro meses su papá, quien también fue militar, murió, según él, por la tristeza que lo invadió por su caso.

Por Santiago Martínez Hernández

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