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"Presenta trastorno mental"

Familiares de Rosa Elvira Cely temen que, de nuevo, Velasco sea eximido de culpas por ser considerado un enfermo mental. Así ocurrió hace una década por el asesinato de una mujer.

Redacción Judicial
05 de junio de 2012 - 10:34 p. m.

Ahora que se acerca el momento en que Javier Velasco Valenzuela sea llamado a juicio por el despiadado ataque contra Rosa Elvira Cely el pasado 24 de mayo en el Parque Nacional, se incrementa el temor entre los familiares de la víctima de que este hombre sea declarado enfermo mental y, por ende, inhabilitado para ser procesado penalmente. Así ocurrió en 2002 cuando estaba en pleno juicio por el homicidio de Dismila Ochoa Ibáñez, una mujer a la que asesinó el mismo día en que la conoció, el 2 de mayo de ese año.

El Espectador conoció en detalle el dictamen que el Grupo de Psiquiatría y Psicología Forense de Medicina Legal le entregó, el 8 de julio de 2002, a la Fiscalía 41 de la Unidad de Delitos contra la Vida. “El examinado presenta rasgos de personalidad límite”, reza el informe. En palabras cristianas, que Velasco era impulsivo, extremadamente irascible, inestable y con tal temor a ser abandonado que haría esfuerzos mayores para evitarlo. “Para el momento de los hechos presentó trastorno mental transitorio con base patológica que le impidió comprender su actuar”, agregó el psiquiatra forense que elaboró el reporte.

El cuerpo de Dismila Ochoa fue hallado por las autoridades el 3 de mayo de 2002 en una calle de la localidad de Chapinero, frente a un local de cerrajería y alarmas. El dueño era Javier Velasco Valenzuela y en su interior se encontraron “un sinnúmero de evidencias que indicaban que efectivamente allí se había cometido un homicidio”, determinó la Fiscalía. El mismo desinterés para ocultar su responsabilidad se ha observado en el caso de Rosa Elvira: fueron múltiples también las pruebas que encontraron tanto en la escena del crimen como en la habitación de Velasco.

Rosa Elvira fue dejada a su suerte en el Parque Nacional. Estaba aún con vida, pero la hipótesis de los investigadores es que después del brutal ataque, cuando ya había sido violada, apuñalada y empalada, debió haberse quedado tan quieta que su agresor la creyó muerta. En el caso de Dismila Ochoa Ibáñez, Velasco dejó un camino de rastro de sangre que empezaba en su local y terminaba en el cuerpo de la mujer. “Yo asesiné a esta persona, creo que se llamaba Luzmila”, refirió Velasco hablando con el médico de Medicina Legal.

El cadáver de Dismila Ochoa estaba envuelto en una sábana y tenía varias heridas con arma blanca. Rosa Elvira fue apuñalada, aunque murió no por esta causa. Según le contó Velasco al médico que lo entrevistó, conoció a Dismila en la calle, cuando ella necesitaba monedas para llamar de un teléfono público. Ambos se montaron en el carro de Velasco y cuando iban por la calle 80, sobre la vía a Cota, el motor del automóvil se dañó. Así fue como resultaron almorzando en “un negocio muy curioso, porque vendía almuerzos y tenía música bailable”.

“Nos tomamos unas cervezas —contó Velasco—, de a cinco cada uno. El mismo trago y la misma cantidad que compartió con Rosa Elvira la noche del pasado 23 de mayo, como le confirmó a este diario el otro hombre que estaba con ellos, Ésmer Mauricio Ariza Rojas. Con Dismila compró una botella de aguardiente en una tienda que juntos se fueron tomando hasta llegar en Transmilenio a un bar sobre la calle 62 con Avenida Caracas. Tomaron más cerveza y luego se fueron para el local de Velasco. “Charlamos un rato, hicimos el amor y yo me recosté”.

De acuerdo con la versión que Velasco le dijo al psiquiatra forense, ella le había preguntado antes si él tenía hijos y él le dijo que era soltero, pero ella descubrió el engaño y lo atacó con uno de los dos machetes que él tenía dentro del local “como defensa, porque me habían robado muchas cosas en el almacén”. Él tomó el segundo machete “y en ese momento fue que pasó lo que pasó. Yo le introduje el machete y (...) hasta ahí me acuerdo (...). Después de eso yo me recuesto a dormir, me despierto después y veo que ella está ahí (...). De lo que recuerdo es que yo no resistía mirarle la cara porque era muy impresionante”.

La sacó a rastras del local. “Yo traté de limpiar la calle, traté de limpiar con un trapero, luego me puse a limpiar adentro porque había muchas manchas de sangre y me acosté a dormir nuevamente”. Lo despertaron al otro día los golpes de la Policía y la Fiscalía. “Yo creo que fue un acto de brutalidad de parte mía, estúpido y tal vez enceguecido, terriblemente asustado. No sé por qué pasó eso, yo sentía que la amaba”, narró Velasco en ese entonces. “Eres mi amor eterno”, le escribió a Rosa Elvira Cely una década más tarde en una carta que los investigadores encontraron al allanar su cuarto el pasado viernes 1° de junio.

En 2002, según Medicina Legal, los actos descritos por Velasco no eran “concordantes con la realidad” y no iban “de acuerdo con su nivel cultural e intelectual”, que según el expediente de la Fiscalía era de 9° de bachillerato. Los médicos forenses indicaron que Velasco presentaba “amnesia parcial” a la hora de recordar lo ocurrido, pero en el mismo expediente se lee que, como él mismo admitió, siempre ha tenido “una memoria deficiente”, que él señala como consecuencia de las drogas consumidas a lo largo de su vida. “El examinado requiere tratamiento psiquiátrico intramural”, concluyó Medicina Legal. Velasco, no obstante, no pasó encerrado más de tres años.

Respuesta de Medicina Legal

“No hay que olvidar que en Medicina Legal había un cartel de médicos falsos, de impostores, sobre todo en la parte psiquiatría”, reclamó ayer en el diario El Heraldo Abelardo de la Espriella, el abogado que representa a la familia de Rosa Elvira Cely en el proceso que se está llevando contra Javier Velasco Valenzuela. Para De la Espriella, Velasco se aprovechó del dictamen de Medicina Legal para hacerse declarar inimputable.

El director de Medicina Legal Carlos Valdés, sin embargo, le manifestó a este diario su inconformismo por el comentario. “Nosotros no somos delincuentes. Fue uno solo, un solo psiquiatra falso, lo descubrimos, lo expulsamos y está en la cárcel. Yo personalmente terminé la revisión de todas las hojas de vida, 1.987 funcionarios, y solo encontré: ese falso siquiatra, un falso odontólogo y un falso ingeniero de sistemas, no más. Hablar de un ‘cartel’ es descalificar a un número de excelentes profesionales ligeramente”.

Valdés aclaró que el psiquiatra que evaluó en 2002 a Velasco no es Camilo Herrera Triana, el hombre acusado de haber ejercido como psiquiatra sin tener las credenciales para hacerlo. “El psiquiatra que hizo ese dictamen es un escritor de libros, de connotadas calidades científicas, reconocido en la academia. Es un excelente profesional que lleva más de 22 años en la institución y si no ha salido en público es porque no quiero volver la justicia un reality”, señaló Valdés.

El directo de Medicina Legal aseguró que hoy Medicina Legal se reunirá con periodistas para explicarles en detalle el dictamen psiquiátrico que declaró en 2002 a Javier Velasco no apto para responder penalmente por sus actos.

Por Redacción Judicial

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