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Proyecto Caquetá

Como se hizo tras el asesinato del subdirector de “La Patria”, Orlando Sierra, la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) avanza en un proyecto para que las investigaciones que hacía Peralta, director de la emisora Linda Stéreo, continúen.

Juan Sebastián Jiménez Herrera
03 de marzo de 2015 - 03:39 a. m.
Luis Peralta fue asesinado el 14 de febrero. La Fundación para la Libertad de Prensa busca recoger las investigaciones que Peralta estaba haciendo. / El Líder
Luis Peralta fue asesinado el 14 de febrero. La Fundación para la Libertad de Prensa busca recoger las investigaciones que Peralta estaba haciendo. / El Líder

Cuando asesinaron en 2002 al subdirector del diario La Patria de Manizales, Orlando Sierra Hernández, la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) llevó a cabo algo que fue conocido como el Proyecto Manizales: un intento periodístico que unió a los medios nacionales con el fin de no dejar en el aire las investigaciones por las que los violentos le quitaron la vida a Sierra. Ahora, la Flip prepara un nuevo plan, similar a aquel en su objetivo: reivindicar el trabajo de un periodista de Caquetá que fue asesinado el 14 de febrero pasado en esa región.

Se trata del Proyecto Caquetá, un plan para seguir y profundizar en las denuncias que hiciera en vida el curtido periodista Luis Antonio Peralta Cuéllar, ultimado hace 17 días frente a su casa en El Doncello (Caquetá), lugar donde, además, se ubica la emisora Linda Stéreo, desde la cual hacía sus denuncias. La idea fue presentada por el asesor de la Flip, Jonathan Bock, a varios periodistas caqueteños durante un viaje a esa región, que fue acompañado por este diario.

Peralta era, sin duda, una de las personas más conocidas del norte de Caquetá, gracias a sus 17 años al frente de Linda Stéreo, que se suman a otros años de labor en El Paujil. Su reconocimiento no era gratuito. Peralta era la persona más escuchada del norte de Caquetá debido, entre otras cosas, a que Linda Stéreo era la única emisora que se escuchaba en la región. Esto hizo de Peralta un hombre carismático, “al que la gente recibía como si lo conociera de antes”. Sin temor alguno, Peralta cuestionó a todos y todo. Fue un duro contradictor del alcalde de El Doncello, Fernando Troncoso, al criticar la compra de un compactador de basura por parte de la administración local, al parecer, con una serie de sobrecostos.

Quienes lo conocían dicen que Peralta era “una persona muy divertida, un gran conversador. A todo le ponía mofa”, y un “tipo muy valiente, con un desprendimiento total del temor”. Peralta decía que era “el abogado de los pobres” y acostumbraba citar un refrán: “El que paga para llegar, llega para robar”, en referencia a candidatos que, según él, querían llegar al poder a punta de la compra de votos.

Linda Stéreo había sido objeto de amenazas desde 2010. Ese año la Policía desactivó un explosivo con 25 kilos de anfo, dejado al frente de la emisora. El artefacto fue descubierto de milagro, tras ser pateado por error por una persona. Igualmente, una semana antes del asesinato, Peralta supo de unas grabaciones en las que una estilista le decía a una persona cercana a la emisora que le informara si había pasado algo malo, porque alguien le había dicho que era mejor que no pasara por la cuadra en la que se encuentra Linda Stéreo. Por ello, se acercó a la Policía, que visitó a Peralta e hizo un escueto informe que fue enviado a Florencia, en el que se señalaba, entre otras, la solicitud de Peralta de contar con un uniformado que vigilara la casa.

El documento fue conocido por El Espectador. Sin embargo, al preguntársele por el mismo y por la demora de las autoridades, el coronel William Boyacá, comandante de Policía del departamento, negó haber recibido ese reporte y luego, por así decirlo, le tiró la pelota a la Unidad Nacional de Protección. A esto se suma que, en su momento, Peralta se acercó a la Fiscalía para denunciar lo sucedido y, al parecer, no fue atendido con prontitud. Su denuncia quedó en nada.

Tras su muerte, si acaso hubo una pequeña manifestación en Florencia. Pero en El Doncello, la administración local ni siquiera se pronunció. La secretaria de Gobierno de ese municipio, Sandra Milena García, le dijo a este diario que su muerte “sorprendió a la Alcaldía”, aunque hasta el momento no ha habido ninguna declaración oficial. Todo apunta a que el ataque fue perpetrado para acallar a Peralta. Aunque no se descarta que hubiese sido en respuesta a su candidatura a la Alcaldía de El Doncello, anunciada, precisamente, 24 horas antes del crimen.

En El Doncello es fácil encontrar personas que dicen que iban a votar por Peralta. De acuerdo con algunos de sus compañeros que lo acompañaron en visitas a las veredas de El Doncello, Peralta contaba con buenas posibilidades de llegar a ser alcalde. “A él lo escuchaban los campesinos y él decía que iba a luchar por ellos. Que si ganaba, el 80% del presupuesto se iba a ir al campo”. José, uno de sus amigos, dice sin dubitaciones que la muerte de Peralta “fue una gran pérdida para este pueblo. Es muy difícil que en la historia de este municipio vuelva a aparecer una persona así”.

Su hijo, Dorian Peralta, ha dicho que la idea es que Linda Stéreo no muera, que el periodismo siga vivo. Mientras tanto, las autoridades avanzan en la identificación del sicario que segó la vida de   Peralta, quien, además, le causó graves heridas a su esposa, quien se recupera en un hospital en Neiva. El coronel Boyacá le dijo a este diario que las investigaciones de la Fiscalía van por buen camino y que se estudian los nexos entre este asesinato y un atentado perpetrado a las pocas horas en El Doncello. Lo importante es que este homicidio no quede en la impunidad como tantos otros asesinatos de periodistas. “No se puede acallar a los periodistas y menos con balas”, fue la respuesta del comandante de la Fuerza de Tarea Júpiter, general Édgar Ferrucio Correa, al respecto.

La realidad, sin embargo, es que cerca de 150 periodistas han sido asesinados por razones de su oficio en las últimas cuatro décadas. La mayoría de estos casos siguen en la impunidad. El último comunicador en caer fue Édgar Quintero, asesinado ayer por un sicario en una panadería de Palmira (Valle). Laboraba hacía 20 años en la emisora Radio Luna.

Por Juan Sebastián Jiménez Herrera

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